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Crónica de una separación anunciada

Dos años y medio después de una ruptura mediatizada, seguida de una reconciliación ante las cámaras en 2006, cuando se calentaban los motores de la campaña por la presidencia de Francia, Nicolas y Cécilia Sarkozy oficializaron este jueves su separación, la primera de un jefe de Estado en ejercicio en la V República.

Dos años y medio después de una ruptura mediatizada, seguida de una reconciliación ante las cámaras en 2006, cuando se calentaban los motores de la campaña por la presidencia de Francia, Nicolas y Cécilia Sarkozy oficializaron este jueves su separación, la primera de un jefe de Estado en ejercicio en la V República.
LD (EFE) El escueto anuncio del Elíseo sobre la separación del matrimonio Sarkozy confirma los meses de insistentes rumores sobre el resurgimiento de las desavenencias entre el presidente Nicolas, que en julio pasado decía de su esposa Cecilia que era su "única preocupación", y una mujer "libre" que rehusó entrar en la horma de primera dama.
 
"¿Convertirme en Primera Dama? Eso me parece un tostón. No soy políticamente correcta (...). No entro en el molde", decía en 2005 la biznieta del compositor español Isaac Albéniz, nacida el 12 de noviembre de 1957 como Cecilia Ciganer Albeniz, cerca de París. Ese afán de independencia lo ha demostrado con espectaculares ausencias, en desprecio del protocolo, y no ha aparecido en público junto al presidente, de 52 años, desde el 14 de julio.
 
En agosto, cuando los Sarkozy veraneaban con amigos en el noreste de EEUU, Cécilia no le acompañó a un almuerzo con el presidente George Bush en la residencia de la familia Bush. Al llegar tarde a la cita, él dijo que ella tenía anginas, una excusa diplomática que no engañó a nadie: Cecilia se paseó en público la víspera y al día siguiente del almuerzo.
 
Los rumores de desavenencias resurgieron este mes cuando ella no le acompañó a Bulgaria para recibir la máxima condecoración de un país que la hizo "ciudadana de honor" por su papel en la liberación de las cinco enfermeras búlgaras en Libia el pasado julio. No convencieron las explicaciones oficiales: Sarkozy dijo que ella no fue a Sofía para no reavivar la polémica sobre la misión de "emisaria personal" en Libia que le había encargado.
 
La "invisibilidad" de la primera dama tomó el relevo en los artículos sobre el "misterio" o "el enigma Cécilia" que en verano llenaron las revistas "serias", después de que las del corazón dedicaran portadas al "glamour" de la esposa del presidente tras la toma de posesión de Sarkozy, el 16 de mayo, y evocaran a los Kennedy. Ese día, Cécilia y los cinco hijos de esta familia recompuesta habían hecho una entrada digna de estrellas de cine al recorrer despacio la larga alfombra roja del patio del Elíseo. Ella, que de joven fue modelo, lucía un vestido marfil satinado de Prada.
 
Nicolas, quien había vaticinado que "si os gustó Jackie Kennedy, vais a adorar a Cécilia", le dio ese día ante las cámaras un beso en la boca que hizo correr mucha tinta. Era justo diez días después de que ella no votara en la segunda vuelta de las elecciones que llevaron a su marido al Elíseo, aunque por la noche y con mala cara apareció finalmente a su lado en el festejo de la victoria en la plaza de la Concordia.
 
La última vez en que Nicolas y Cécilia Sarkozy aparecieron juntos en público fue en la tradicional recepción de la fiesta nacional francesa del 14 de julio, en el Palacio del Elíseo. Entonces, el presidente sorprendió a los miles de invitados al elogiar en su discurso la "belleza" de su mujer, alta, delgada, morena y de ojos claros eslavos, quien no pareció apreciar esa declaración pública de amor. Fue también cuando él confesó a la prensa que ella era su "única preocupación".
 
En esa fiesta aseguró que en septiembre se irían a vivir al Elíseo, una vez acondicionados los cuartos privados del palacio que durante doce años había albergado a Jacques y Bernadette Chirac. El traslado no se produjo, pese a que para el hiperactivo Sarkozy vivir en el lugar de trabajo era un imperativo para no perder tiempo. Cécilia no quería vivir en la residencia presidencial.
 
Una influencia que, dicen, volvió a ejercer, esta vez entre bastidores, durante la campaña presidencial, después de que en 2006 regresara al lado de su marido tras largos meses de escapada a Nueva York con su compañero sentimental, Richard Attias. Sarkozy, quien en mayo de 2005 confesó por televisión que su matrimonio pasaba por un momento "difícil" y luchaba por "salvarlo", tuvo su propia relación sentimental con una periodista.

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