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¿Cuándo habrá nuevo Gobierno en Reino Unido?

La falta de costumbre mantiene Reino Unido desconcertado ante las frenéticas negociaciones del Hung Parliament. Con torys y laboristas cortejando a Clegg, los británicos, acostumbrados a tener un premier el día después de las elecciones preguntan cuándo expira el plazo de Brown para aferrarse al cargo

"Y ahora, ¿qué?". Esa fue la pregunta que muchos británicos se formularon la mañana del 7 de mayo, mientras desayunaban con titulares y boletines que repetían incansables dos palabras: Hung Parliament. Ese parlamento colgado, fruto de la falta de mayoría absoluta de un partido en la Cámara de los Comunes ha provocado un terremoto de negociaciones, una carrera en la que la formación de Cameron y el todavía primer ministro Gordon Brown tratan de cosechar los apoyos de un deseado Clegg.

La mayor parte de los británicos guardan un recuerdo nubloso de la última vez que acaeció un precedente similar, en 1974. Acostumbrados a la rapidez de las mayorías absolutas, propiciados por el sistema first-past-the-post (unipersonal mayoritario) están asistiendo a un insólito escenario, que comenzó desde la misma jornada electoral. No hubo viaje de un candidato al Palacio de Buckingham el día después de las elecciones, síntoma inequívoco de que estos comicios marcan un antes y un después en la política británica.

Todo es nuevo y desconcertante ahora. Mientras en la mayor parte de la Europa continental manejamos con brío las "coaliciones de gobierno" los "acuerdos encaminados" y demás términos al uso, en Reino Unido aún observan con recelo lo que denominan "Parlamento multicolor". En general, pervive la consideración de que una Gobierno formado por varios partidos es síntoma de debilidad. Además, los acontecimientos de este fin de semana han sembrado la sensación de que las conversaciones entre los tres líderes no avanzan, inmovilismo ante el que los británicos se impacietan, preguntándose si las negociaciones pueden prolongarse meses, como han observado en algunos países europeos. ¿Puede ocurrir esto?

¿Pueden pasar meses antes de tener un Gobierno en Reino Unido?

La respuesta es no. La agonía negociadora de Brown, que mantiene consolado al premier británico tiene fecha de caducidad: el 25 de mayo. Tras las elecciones sin mayoría absoluta, la normativa establece que es el actual primer ministro quién tiene la primera oportunidad de formar gobierno, aunque, como es el caso, haya sido implacablemente derrotado en las urnas.

Lo cual no inhabilita a David Cameron y a su coalición vencedora a iniciar conversaciones con el único partido que puede apoyar su investidura como primer minsitro: los liberaldemócratas de Nick Clegg. Precisamente este es el punto en el que se encalla ahora la carrera por lograr ser el inquilino del 10 de Downing Street.

Durante este fin de semana se han producido reuniones de los torys con los liberales, y de éstos con Gordon Brown. Como se venía anticipando, el "meollo" que determinará si Clegg se acabará decantando por uno ú otro es la reforma del sistema electoral, perenne batalla liberal. A priori, solo la formación de Brown parece inclinada a proporcionarle esta concesión, desesperados por mantener a un laborista al frente del Gobierno de Reino Unido. Pero la aritmética electoral hace insuficiente los escaños liberales para que los laboristas echen raíces, haciendo necesario sumar a los escaños laboristas (258) el de los nacionalistas escoceses (6) y los galeses (3) además de los católicos norirlandeses (3). Una ensalada de apoyos, difícilmente digerible por el encorsetado electorado británico.

Sea como fuere, las arenas movedizas continuarán esta semana, en la que aún habrá plazo para continuar con el baile de declaraciones tras las negociaciones de los líderes. Una odisea que se verá obligada a finalizar el próximo martes.

Si Brown logra los apoyos mencionados, deberá presentarse ante al Parlamento y superar una moción de confianza tras el tradicional discurso de la Reina ese 25 de mayo, que presenta el programa legislativo del Gobierno. Se antoja difícil que pueda llegar tan lejos.

Caso contrario –que Brown no superase la moción, o no presente gobierno en la Cámara– estaría obligado a presentar su dimisión ante la Reina Isabel II. Es entonces cuando las negociaciones de Cameron empezarían a fructificar.

La soberana invitaría oficialmente al tory a formar gobierno, minoritario o de coalición. Llegado el turno del conservador, éste presentaría igualmente ante la Cámara de los Comunes su hipotético proyecto de gobierno, en el que los liberales de Clegg estarían necesariamente incluidos.

Existe un tercer escenario tan imposible como improbable: que ningún gobierno obtuviera la confianza de la Cámara, obligando al Parlamento a disolverse y a la Reina a convocar nuevas elecciones.
Así las cosas, los electores británicos deberán aparcar la impaciencia. Aún quedan por delante un mínimo dos largas semanas de incertidumbre, en las que las llamadas entre laboristas, liberales y conservadores protagonizarán las portadas; y la pauta general serán los bailes de pactos y sus demoras, las largas negociaciones, compromisos y concesiones.

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