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El funeral de Estado precisa de un indulto especial

Los funerales de la estudiante Ilaria Placentino y el futbolista Giuseppe Chiavaroli oficiados este miércoles han sido los primeros en celebrarse. El funeral de Estado se tendrá lugar el viernes y ha precisado de un indulto especial.

L D (EFE) En las localidades de San Pio y Loreto Aprutino todo el pueblo acudió a la ceremonia para despedir a cada uno de los dos jóvenes, los primeros de entre los muertos en la catástrofe que ha despedido Italia.

El funeral de Estado para el conjunto de las víctimas se celebrará el viernes en L'Aquila, la capital de la región devastada por una serie de terremotos que llevan sacudiendo la región de los Abruzos desde la madrugada del lunes y que han matado a 272 personas.

El funeral de Estado ha precisado de un indulto especial para derogar la norma que establece que esa jornada los católicos no celebren la Eucaristía, informaron fuentes vaticanas. El obispo de L'Aquila, monseñor Giuseppe Molinari, oficiará el funeral de Estado junto el delegado del Papa, el secretario de Estado del Vaticano, Tarcisio Bertone, en el cuartel de la Guardia de Finanzas de L'Aquila a las 11.00 hora local (09.00 GMT).

El obispo de L' Aquila dijo a Radio Vaticano que Benedicto XVI le llamó por teléfono tras la audiencia general y confirmó que "está contento porque viene a mostrar su proximidad también física, ha prometido sus rezos y ha transmitido a todos una bendición y un saludo de solidaridad y de afecto paterno". El Papa visitará la región de los Abruzos, sacudida por el terremoto del lunes, cuanto antes y, al terminar la tradicional audiencia de los miércoles, anunció: "apenas sea posible, espero venir a encontraros".

El Pontífice aseguró que reza "por todos implorando la misericordia del Señor para los difuntos, y para las familias y los supervivientes el consuelo materno de María", tras el terremoto del pasado lunes que se ha cobrado la vida de 272 personas.

Una ciudad devastada

La pequeña parte la población de L'Aquila que permanece en la ciudad duerme en lugares como tiendas de campaña e incluso en un tren por miedo a que se produzcan más réplicas.

Con nada que hacer durante las largas horas del día, los vecinos se cuentan unos a otros lo que hacían cuando se desató el primer temblor, de 5,8 grados de magnitud en la escala de Richter, y el número de muertos que conocían. Es el caso de Giulia Tornatore, una abuela cuyos consuegros murieron el primer día y desde entonces ha permanecido a la intemperie.

"El día siguiente llovió y el agua entró en mi tienda, tenía mucho frío y estaba completamente mojada. Hoy ya he dormido mejor gracias a estos voluntarios, que son gente buenísima, tanto las chicas como los chicos", dijo. La mujer perdió a sus consuegros en la catástrofe.

La ciudad, totalmente devastada (hay 15.000 edificios afectados en los Abruzos), sólo está transitada por fuerzas del orden, automóviles de Protección Civil y cantidades menguantes de periodistas. Todas las tiendas, negocios y empresas están cerradas, salvo unas pocas gasolineras y una panadería.

En los barrios periféricos, donde todavía quedan muchos edificios en pie, aunque la mayoría dañados, unos pocos vecinos han instalado tiendas de campaña en sus jardines peligrosamente cerca de sus casas. Grupos de voluntarios y parroquias han organizado pequeños centros para los vecinos, donde ofrecen comida, consuelo y compañía. Más de 300 personas duermen en el interior de un tren estacionado en la estación de L'Aquila, cuyo edificio principal está precintado.

Vittorio Mancini, su madre Giona, su mujer filipina Evelyn Arroyo y media docena de familiares con rasgos asiáticos duermen en tres compartimentos de un vagón. "La mamma está cansada y débil, por eso nos hemos quedado aquí", afirmó con dos bolsas de ropa en la mano.

Alessandra Piccini, su madre y cuatro hijos también se han refugiado en el tren. "Mi prima ha ido ahora al depósito de cadáveres para reconocer a mi prima, que murió en el terremoto del primer día", apuntó.

En un edificio contiguo a la estación varios voluntarios, que esperaban para esta noche otro grupo para ser alojado en el tren, ofrecían al mediodía una comida compuesta por macarrones con tomate, mozarella, pan y pechugas de pollo empanadas.

El hospital San Salvatore, uno de los puntos más concurridos de la ciudad, ha ampliado desde ayer el hospital de campaña levantado en la zona de aparcamiento. La pediatra Claudia Coloiti aseguró que "todos los médicos del hospital", que es de construcción reciente, están "enfadados" porque las instalaciones debieron ser evacuadas desde el primer día. "El hospital debe ser el primer edificio que aguante en una situación como ésta, pero fue el primero que falló", aseguró.

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