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El grupo opositor Alianza Azul gana las elecciones legislativas de Taiwan

La opositora Alianza Azul se hizo este sábado con la mayoría de los escaños del Parlamento de Taiwán en unos comicios marcados por la abstención y la moderación del electorado. Estos resultados confirman la división de los taiwaneses con respecto a la política hacia China. La victoria opositora intensificará los intercambios económicos entre China y Taiwán e intentará obligar al Gobierno de Taipei a levantar las trabas para el comercio bilateral directo y las inversiones taiwanesas en China. La participación de sólo el 59 por ciento del electorado es la más baja de la historia reciente de Taiwán.

L D (EFE) Según la Comisión Electoral Central, la Alianza Azul, compuesta por los nacionalistas del Partido Kuomintang (KMT) y el Partido Primero el Pueblo (PPP), obtuvo 114 escaños. Por su parte, la oficialista Alianza Verde, del gobernante Partido Demócrata Progresista (PDP) y su aliada Unión Solidaridad de Taiwán (UST), logró 101 escaños.

Las fuertes discrepancias entre los máximos dirigentes de las dos alianzas enfrentadas hacen difícil una cohabitación política, contando con que habrá un parlamento "azul" y un gobierno "verde". Tampoco se espera una decisiva influencia de la oposición en las futuras políticas del Gobierno de Chen, quien revalidó su cargo en las presidenciales de marzo y sigue manteniendo la iniciativa de nombrar al primer ministro.

Es probable que los planes de Chen de convertir a Taiwán en "un país normal y completo", de reformar la Constitución y de avanzar en la "taiwanización" de la isla se moderen, pero en ningún caso serán detenidos por la oposición, ya que el presidente se cuida de no traspasar la "línea roja" impuesta por China: la declaración formal de independencia.

Las opciones políticas con respecto a China de cualquier gobierno taiwanés están muy restringidas por la situación económica y política de Taiwán, la realidad del poderío chino y el apoyo militar estadounidense a la isla. China, por su parte, está embarcada en un programa de modernización y unas olimpiadas en 2008, y afronta el engorroso desafío de un Taiwán cada vez más democrático y con mayor conciencia nacionalista, apoyado militarmente por Estados Unidos.

Aun así nadie descarta un mal cálculo que pueda encender la mecha de un conflicto de proporción mundial, al paralizar el transporte y manufactura de productos claves para el mercado global.

Taiwán goza de un gran poderío tecnológico y manufacturero y de más de 239.129 millones de dólares estadounidenses en reservas de divisas, pero tiene también una deuda pública del 36,3 por ciento del Producto Interior Bruto (en 2003). La isla no puede permitirse más tensiones con Pekín si quiere aprovechar para su propio beneficio el crecimiento económico chino, y no ahuyentar a las multinacionales y hacer declinar la confianza del empresariado.

Los resultados de estos comicios, en los que hubo una participación de sólo el 59 por ciento del electorado, la más baja de la historia reciente de Taiwán, no respondieron a los interrogantes sobre el futuro económico de la isla y sus relaciones con China y Estados Unidos, pero sí dejan claro que la opción popular fue la moderación.







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