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La madre de Zapata, a Toledo: "Gritaréis viva aunque estemos todos muertos"

Una emotiva carta de la madre de Orlando Zapata publicada en El Mundo, y dedicada al actor Willy Toledo, desgrana las mentiras de la dictadura y del actor, que tachó a Zapata de “delincuente común”. Reina Luisa Tamayo explica las torturas de su hijo y las mentiras que Toledo "ha creído".

Toledo, que fue entrevistado por Luis Herrero sin llegar nunca a rectificar sus manifestaciones, menospreció a los disidentes cubanos tachando de “delincuente común” a Zapata después de su muerte.

“Dices que era un “delincuente común”. Han pasado ya 10 días desde su muerte”, comienza Reina Luisa Tamayo. “Diez días de pena e infamias. Las propagandas por los que asesinaron a mi hijo y, los que como tú, le han creído”. A continuación, la madre de Zapata se dirige directamente al actor: “Willy, ¿por qué si mi hijo es un delincuente común el régimen cubano lo incluyó en el Líbro del Disidente, que ellos mismos editaron?”.

“Mi hijo fue detenido en el marco de la primavera negra, donde cayeron otros 75 presos de conciencia. Todo, por la detención, en Estados Unidos, de cinco espías cubanos. A ellos Amnistía Internacional no los considera presos de conciencia”.

En esta carta publicada en el diario El Mundo “Ten claro que mi hijo era un simple defensor pacífico de los Derechos Humanos en Cuba, entregado por entero para conseguir lo que no tenemos en mi país: democracia y libertad. Willy, puedo relatarte las amenazas del Gobierno cubano contra mi hijo durante sus 85 días de huelga de hambre”.

Tamayo expone la frialdad de la dictadura castrista y los tormentos a los que su hijo fue sometido antes de morir. “Le prometían la muerte. Los carceleros le golpeaban. Le tuvieron 18 días sin tomar agua. Una anciana enferma como yo, de 60 años, tuvo que ponerme también en ayuno para que me dejasen verle tras 53 días”.

La madre de Zapata se dirige sin cortapisas a Willy Toledo. “No he visto ninguna de tus películas. Sabes que aquí no hay mucho cine. Pero el otro día me vi en la televisión. Era en una grabación con cámara oculta, hecha por el régimen, en un Hospital de La Habana, donde yo daba las gracias a los médicos”.

“Las imágenes son reales: no puedo decir que los médicos trataran mal a Orlando. Pero han querido hacer creer a gente como tú que yo estaba conforme. Lo llevaron a un hospital porque no querían que muriese en una cárcel”. Expone también la anciana que “al final lo dejaron morir” ante la imposibilidad de salvarlo, debido a su maltrecho estado. “No tengo ni siquiera el certificado de defunción. Lo tiene la sección 21”.

Finalmente, la mujer reivindica “a la opinión pública que exija una autopsia que compruebe los golpes que tenía mi hijo por las palizas. Le torturaron por ser negro. Le trataron como a un perro. Ahora nadie puede verificarlo para darte las pruebas que exiges”.

“Mi hijo no era un delincuente, Willy, sino un triste luchador pacífico por la democracia”. Y no era un preso comun, “como tú le llamas”. “Me pregunto si estarás al servicio del Gobierno cubano. Porque para estar bien con ellos hay que hacer lo que ordenan. Así funciona esta cárcel que es Cuba. Ese lugar al que tú y los que piensan como tú gritáis “¡viva!”. Y seguiréis gritándolo aunque estemos ya todos muertos”.

“Willy, que sepas que todavía me qUEdan fuerza y voluntad suficiente para darte más información sobre el asesinato de Orlando. Para desmentir los embustes de los asesinos de mi hijo: Fidel y Raúl Castro. Ésos a los que tú has creído”.

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