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La UE seguirá teniendo cuatro voces distintas

La Unión Europea, primera potencia comercial del mundo, trata de elegir este jueves a su primer presidente estable, pero contrariamente a lo que pueda sugerir esta decisión Europa seguirá teniendo más de un rostro.

Para decepción de Henry Kissinger (secretario de Estado de EEUU entre 1969 y 1977), de quien se dice que preguntaba con desesperación cuál es el número de teléfono para llamar a Europa, el club europeo no tendrá uno, sino tres representantes, cada uno con su propio número y competencias, reflejo de la irremediable complejidad del bloque. Peor aún, como en la famosa novela de Alejandro Dumas, los "tres mosqueteros" europeos serán, en realidad, cuatro:

Presidente estable del Consejo Europeo

Es la figura estrella que tratarán de elegir este jueves, a puerta cerrada y sin asesores, los veintisiete jefes de estado o gobierno. Aunque popularmente se le conocerá como "el presidente de la UE", sólo será "presidente del Consejo Europeo", es decir, de una de las cuatro instituciones políticas reconocidas por el nuevo tratado (las otras son la Comisión Europea, el Consejo de Ministros y el Parlamento Europeo).

Ciertamente el Consejo Europeo, que reúne al menos una vez cada tres meses a los gobernantes de la Unión, es la cúspide de la pirámide, pero la UE no es un estado. El presidente estable -elegido por dos años y medio, mandato renovable una vez- tiene el cometido de dirigir y animar las reuniones de los líderes, asegurar su preparación y continuidad, facilitar el nunca sencillo consenso, y representar a la Unión ante los líderes mundiales.

El Tratado de Lisboa, que crea el cargo, no dice mucho más sobre sus responsabilidades. Sí precisa que la representación exterior la ejercerá "para las materias relativas a la política exterior y de seguridad común" y "sin perjuicio de las atribuciones del Alto representante". Fueron las grandes potencias europeas, especialmente Francia y el Reino Unido, las que propusieron en 2002 esta figura, para evitar que el sistema de rotación semestral entre veintisiete estados, la mayoría de los cuales pequeños o muy pequeños, debilitara a la Unión a nivel internacional.

Presidente de la Comisión Europea

Hasta ahora, el "hombre" fuerte de Bruselas. La Comisión es la clave de la construcción europea. Representa el interés general y sólo ella puede proponer e iniciar nueva legislación. Los líderes ya han decidido que continúe en el cargo otra legislatura (2009-2014) el conservador portugués José Manuel Durão Barroso, pero éste no ha podido formar todavía su nuevo equipo, en espera de que entre en vigor el Tratado de Lisboa, el próximo 1 de diciembre, y se resuelva el puzzle de los nuevos puestos.

Barroso aguarda impaciente a que la cumbre de hoy elija al nuevo Alto representante de la Unión, porque será simultáneamente vicepresidente de la Comisión. Una vez que se conozca su nacionalidad, el portugués podrá componer su colegio de comisarios y repartir carteras, otro "cubo de Rubik", como ha reconocido.

El presidente de la CE seguirá participando en cumbres mundiales cuando se aborden cuestiones cruciales de su competencia como las negociaciones comerciales, la cooperación energética, la ayuda al Tercer Mundo o la lucha contra el cambio climático.

Alto representante de la Unión para la política exterior y de seguridad
"Ministro" europeo de Asuntos exteriores, aunque sin ese nombre. Frente al "señor PESC" saliente (el español Javier Solana), que sólo rendía cuentas ante los gobernantes europeos, el nuevo Alto representante será al mismo tiempo miembro, y no un miembro cualquiera, del equipo de Barroso.

Ejercerá como vicepresidente de la Comisión -asistirá, pues, a las reuniones de los comisarios- y presidirá mensualmente el Consejo de relaciones exteriores -las reuniones de los ministros. A su cargo tendrá, pues, la coordinación de toda la política exterior de la UE, el presupuesto y el nuevo servicio diplomático común europeo que crea el Tratado de Lisboa.

Para su nombramiento, los líderes tendrán que contar con el visto bueno de Barroso y también del Parlamento Europeo. Es por todo ello la pieza más difícil de encajar. Algunos no consideran creíble que, con semejante poder, el cargo recaiga en un nacional de un país que cuente con silla permanente en el Consejo de Seguridad de la ONU (Francia y Reino Unido).

Presidencia semestral de la Unión Europea

Es el cuarto "mosquetero". Las presidencias rotatorias no desaparecen con el Tratado de Lisboa. España, que recibirá el testigo el 1 de enero y que será la encargada de ensayar y rodar los nuevos mecanismos institucionales, presidirá, por ejemplo, los poderosos Consejos de ministros de Asuntos Generales (CAG), Economía y Finanzas (Ecofin), Justicia y Asuntos de Interior (JAI), Agricultura y Pesca, etc.

En especial, el CAG, según ha adelantado el ministro Miguel Ángel Moratinos, ejercerá la coordinación horizontal y será el encargado de preparar la agenda de las cumbres. El presidente del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, no presidirá formalmente las cumbres europeas ordinarias, pero sí ejercerá como anfitrión de los encuentros de alto nivel que se celebren en España (con América Latina y Estados Unidos, entre otros) y asistirá a algunos fuera.

Los representantes españoles subrayan su mejor disposición para cooperar con el futuro presidente estable y el alto representante, en interés de la Unión, sin restar ningún protagonismo ni visibilidad a los tres "mosqueteros".

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