LD (EFE) "Durante sesenta años hemos repetido nuestro ruego: No más Hiroshima, no más Nagasaki!", afirmó el alcalde de Nagasaki, Itcho Ito, al leer la Declaración de la Paz ante unas cinco mil personas reunidas en el parque sobre el que, el nueve de agosto de 1945, estallaba la segunda bomba atómica lanzada sobre una población civil.
A las 11.02 de la mañana de este martes, tras un minuto de silencio, las campanas de Nagasaki repicaron al unísono, en recuerdo de las 74.000 personas que perecieron casi instantáneamente al estallar la bomba y de las más de 63.000 que murieron después a causa de las radiaciones y heridas recibidas en el bombardeo.
Tres días antes, el 6 de agosto, Hiroshima, la joya del Mar Interior de Japón, había sido reducida a cenizas por otra bomba atómica arrojada por el bombardero estadounidense "Enola Gay". La última lista de gente que pereció en el momento de la explosión y en los años posteriores ha recopilado 242.437 nombres, por lo que el total de víctimas mortales de ambas bombas llega a las 379.776 personas.
En la ceremonia de Nagasaki se hizo una ofrenda de agua fresca frente las llamadas esculturas de la paz, en memoria de los últimos lamentos de las personas que murieron abrasadas por temperaturas infernales. "Algunas de las víctimas nunca supieron qué había ocurrido. Otras suplicaban por un poco de agua mientras la muerte las envolvía. Los niños estaban tan quemados y ennegrecidos que apenas podían llorar y yacían con los ojos cerrados", dijo el alcalde en su discurso.