(LD. R.Colomer) Desde que el pasado 29 de marzo el Gobierno de Robert Mugabe perdiera por primera vez en su historia la mayoría parlamentaria, Zimbabue vive en un estado de convulsión continua.
El dictador africano ha respondido a la pérdida de confianza y el hartazgo de la población ante sus abusos haciendo lo único que sabe hacer: aumentando la represión. La violencia no sólo se dirige contra el principal partido de la oposición, y vencedor de las elecciones, MCD sino también contra las organizaciones internacionales de ayuda humanitaria, a las que no les permite operar por considerarlas una extensión de la metrópoli británica, y a los profesionales liberales.
La sensación de asfixia es enorme. La segunda vuelta de las elecciones presidenciales, pendiente de celebración, ha tenido que ser anulada; el líder del Movimiento por el Cambio Democrático, Morgan Tsvangirai, tuvo que refugiarse el martes en la embajada de Holanda en Harare para salvar su pellejo, los asaltos a las sedes del MCD se han convertido en una actividad diaria de las fuerzas de seguridad.
El Movimiento para el Cambio Democrático ha denunciado este miércoles que en el día de hoy se han detenido a unas doscientas personas. Frente a estos atropellos, el jefe de la oposición ha realizado un llamamiento a la Unión Africana, a la Comunidad de Desarrollo de África Austral (SADC) y a Naciones Unidas para promover un proceso de transición democrática en el país.
"Pido a la UA y a la SADC que lideren una iniciativa amplia, con apoyo de la ONU, para que se lleve a cabo lo que yo llamo proceso de transición", declaró en rueda de prensa ofrecida poco después de abandonar la Embajada de Países Bajos, según informa Europa Press.
La sombra de Somalia (1992) y de Ruanda (1994) planea sobre Zimbabue. Es cierto que Naciones Unidas, y a diferencia de lo que está ocurriendo con Darfur, ha conseguido que Rusia y China se sumaran el lunes a las críticas contra el régimen de Mugabe. Denunciaron el clima de persecución político y la falta de un ambiente adecuado para celebrar elecciones.
Las manifestaciones están en la buena dirección pero corren el peligro de quedarse en buenas palabras. Los días pasan y la violencia instada por el gobierno de Mugabe va en aumento. Tsvangirai ha solicitado ayuda. Habrá que ver cuál es la respuesta. Si es que llega.