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Carta desde una prisión cubana: "Se acabó el abuso y llegó el mismo atropello"

Un año después de la muerte de Orlando Zapata, LD ha tenido acceso a la carta de un preso cubano, escrita mientras Moratinos se reunía con los Castro.

Es un documento poco habitual. Los presos cubanos no se arriesgan a poner por escrito los detalles de la vida en las prisiones, los castigos y la corrupción, por miedo a las represalias. Pero Erik, alias "Hack el viajero", un preso común, lo hizo.

En ésta revela el día a día en Camagüey, pero también cuánto están cambiado las cosas en la isla, en concreto en las cárceles. Cómo están cambiando, a peor.

La carta está fechada en julio del año pasado, en la Prisión de Máxima Severidad Kilo 7 de Camagüey. Fue escrita mientras el entonces Ministro de Exteriores, Miguel Ángel Moratinos disfrutaba en Cuba de la final del Mundial de Futbol junto al dictador Raúl Castro. Por supuesto en aquel viaje Moratinos tampoco se reunió con la disidencia en la isla y prefirió seguir el discurso de que la excarcelación de presos cubanos traería cambios políticos en la isla.

Erik escribe a un amigo, Téllez, pidiéndole ayuda para recuperar sus enseres porque le han trasladado a otra prisión, en otra región, sin previo aviso. Él es habanero y le llevan a Camagüey, a 700 kilómetros. Éste es uno de los métodos de tortura habituales que usa el régimen de los Castro. Alejan al reo de su familia, para que no reciba visitas y además le someten a la incertidumbre de llegar a un centro, a un entorno nuevo, sin amigos y con autoridades y métodos de obediencia y límites de castigo desconocidos.

Raúl Castro aplicó esta misma tortura a Orlando Zapata Tamayo, y ésta fue precisamente la razón por la que comenzó una nueva huelga de hambre, el 3 de diciembre de 2009. Le dejaron un mes y tres días tirado en una celda y como relata su madre "le suspendieron el agua durante 18 días".

La carta de "Hack el viajero" nunca llegó a su destino. Ha pasado de mano en mano, buscando unos ojos que le prestaran atención y unos labios que reprodujeran su contenido. Algunos de los que la han leído se han sentido identificados, otros en cambio, pellizcados en el estómago, dolidos y consternados.

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