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Astarloa alerta de una nación "débil" y un Congreso "dormido"

Astarloa rompe su silencio: España vive "una auténtica crisis de país" que afecta a los principales capítulos "de una sociedad moderna".

No es ni mucho menos habitual que Ignacio Astarloa se pronuncie sobre la actualidad política nacional. Desde que en el convulso Congreso de Valencia de 2008 dejara la primera plana del PP, su labor se ha instalado en el Congreso de los Diputados, a cual diputado raso, asesorando de aquello de lo que más sabe; justicia y política antiterrorista.

Un silencio roto en la última publicación de la serie Cuadernos de pensamiento político de la Fundación FAES, que dirige José María Aznar. En ella, Astarloa hace un profuso, a la par que demoledor, análisis de en qué circunstancia se encuentra el Tribunal Constitucional, pero también hace un repaso de lo que denomina "la era ZP".

A bocajarro, el parlamentario popular arranca su artículo -titulado El Tribunal Constitucional en tiempos de Zapatero- asegurando que España está inmersa en "una auténtica crisis de país que incluye, por descontado, una seria crisis institucional". El principal culpable: el Ejecutivo socialista.

"El balance de la situación pone a esta España menguante, sin exageración, ante una perspectiva de decadencia en los principales capítulos que definen a una sociedad moderna", continúa el que fuera mano derecha de Mariano Rajoy en la anterior legislatura. Una "crisis económica sin fondo, irrelevancia internacional, retroceso histórico en términos de vertebración cívica" a lo que sumar una "desconfianza en la política y los políticos" que provoca, incluso, "un cuestionamiento de la eficacia de la democracia".

Una herencia política, la del Gobierno, que incluye como proyecto -"Si es que tiene"- el de "la sociedad del gratis total, blanda y hedonista, acrítica y poco comprometida". O en otras palabras, "la de la cultura de la beneficencia. Con hipertrofia de derechos y atrofia de deberes".

Un cuadro de situación que lleva al diputado a asegurar que "se ha procedido al revisionismo del pacto constitucional y de la Transición", lo que ha provocado la "debilidad" de la Nación y con ello "del Estado".

Astarloa pone como ejemplo del mal funcionar de las cosas las Cortes Generales, "una institución hoy dormida, que languidece en una rutina infructuosa, ajena a la toma de decisiones relevantes". "Se está legislando directamente por decreto-ley ante la dificultad de una mayoría exigua para sacar adelante las leyes", denuncia, para resumir en que "no hace falta que el Parlamento se reúna mucho" y por eso "el calendario de sesiones se ha reducido prácticamente a dos días semanales y los tiempos de debate se han acortado, para que los parlamentarios lleguen pronto a casa".

Hecho el diagnóstico general, Astarloa se centra en los problemas del Alto Tribunal, dejando desde el principio claro que, hoy día, "no cumple con la función para la que fue previsto".

Su tesis es extensa a la par que documentada, y viene a criticar la "deslegitimación" y "politización" a las que se ha visto sometido el TC o a las sucesivas reformas legislativas y "continuas trabas que viene sufriendo" para su renovación y "normal" funcionamiento.

Especial apartado le dedica a la sentencia del Estatuto catalán, y en especial "a las alteraciones y presiones ejercidas para que se aprobase" un texto que "alteró gravemente" el marco constitucional.

Por ello, Astarloa viene a pedir a la sociedad, en general, y a la clase política, en particular, que despierte de su letargo y "acometa las reformas profundas que permitan la regeneración, en otras muchas instituciones, del Tribunal Constitucional.

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