La prioridad del Partido Popular para los próximos cuatro años es única y exclusivamente la creación de empleo. Hasta la saciedad lo repitió Mariano Rajoy, que hizo de la austeridad el sello de la casa y de la solemnidad su estilo para reafirmar, una vez más, en que con él en La Moncloa puede “iluminar el camino de la salida de la crisis”.
El jefe de la oposición clausuró el primer Foro para concretar el Programa de Gobierno que los populares presentarán ante la ciudadanía para ganar las elecciones generales. Y si bien no hizo concreciones, Rajoy sí que dejó entrever su hoja de ruta una vez el día anterior su equipo, avalado por el mismísimo Rodrigo Rato, introdujo en el debate público la fijación de salarios en función de la productividad o la simplificación del diseño de los contratos para acabar con la dualidad fijo-laboral.
A ambos puntos se volvió a referir el líder del PP, así como a la necesidad de una nueva Ley de Emprendedores, si bien la medida estrella que se guardaba debajo la manga tenía como objeto la administración pública, actualmente “insostenible”: una revisión de todas las partidas de los Presupuestos Generales del Estado para meter la tijera en aquellas que sean “superfluas”. Y es que, esgrimió, hay que cumplir con uno de los “grandes” requisitos que se propone: el control de las cuentas públicas.
En esa búsqueda de “crear puestos de trabajo”, Rajoy insistió en la necesidad de un contrato indefinido “estándar”, si bien Soraya Sáenz de Santamaría, en conversación informal con periodistas, anunció que el PP se abstendrá en la votación del Congreso sobre la “reforma de la reforma” del mercado laboral porque, aunque no les guste que el contrato temporal se convierta en “la norma general”, temen que los nacionalistas pudieran hacer inclusiones aún más perjudiciales.
“Un marco de regulación especial para autónomos y pequeñas empresas”, se comprometió también Rajoy, en buena lid con lo abordado por los especialistas invitados, como el ex sindicalista José María Fidalgo, en la jornada previa de la cumbre. Y un apunte más: reestructurar el sistema financiero, y en concreto el de las cajas, y que las entidades “asuman su parte de la responsabilidad en la salida de la crisis”, dentro -como no- de un marco de diálogo.
La "emergencia nacional" de España
Un plan de regeneración nacional porque, advirtió Rajoy, el país atraviesa una “emergencia nacional” y es “cuestión de supervivencia” que los socialistas dejen el poder y el cambio se haga realidad. Y, en su ninguneo permanente hacia Alfredo Pérez Rubalcaba -que jamás cita-, siempre habló en general para apuntalar la percepción de que “no han estado a la altura”. “Han fallado a España y a los españoles”.
Enfrente, Rajoy situó al Partido Popular: “No nos vamos a distraer, la prioridad del gobernante es tener claras las prioridades”, proclamó, dejando fuera de su mente otros temas, como pudieran ser las políticas antiterroristas o sociales. Y es que, remachó sin descanso, “el objetivo y la prioridad es crear empleo”.
Algo, continuó, que hicieron y volverán a hacer: “Hoy no toca a hablar del pasado, lo que importa es el futuro”, pero Rajoy no se resistió al recordar el efecto Aznar en la economía. Desmontar, como entonces, “los obstáculos” a través de tres grandes instrumentos: la confianza, el crédito y unas cuentas públicas saneadas.
En conclusión, “hay una salida de la crisis” y se auto-definió como “luz” para salir del túnel: “Con seguridad y sin riesgos, éso será lo que dará confianza”. Reformas y concordia en un proyecto en el que “caben todos”, dijo Rajoy, para a renglón seguido rematar: “El PP no aspira a llevarlo adelante en solitario, espera a liderarlo. El PP se pone al servicio de todos los españoles, también de los que no nos han votado nunca. Esto no es cuestión ni de uno ni de dos ni de tres. Todo el mundo se tiene que poner detrás de un proyecto. En líos, peleas y disputas no me van a encontrar”.