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PNV y Amaiur inician su batalla por la hegemonía nacionalista

Sus resultados dependen del desplome del PSOE y del porcentaje de electorado que PNV y Amaiur pueden canibalizarse mutuamente.

La hegemonía nacionalista en el País Vasco está en juego. Después de treinta años de supremacía electoral peneuvista –acompañada con su omnipresencia en los gobiernos autonómicos, forales y municipales–, el partido que lidera Iñigo Urkullu se enfrenta por primera vez en su historia a un enemigo electoral que puede plantarle cara y arrebatarle una buena parte de su electorado.

Amaiur, la coalición que integra a los tres partidos que conforman Bildu (Batasuna, Alternatiba y Eusko Alkartasuna) y a Aralar pone en serio riego un estatus que los peneuvistas no quieren abandonar. El primer aviso serio ya lo tuvieron el pasado mes de mayo, cuando Batasuna y sus socios consiguieron convertirse en la segunda fuerza política por números de votos y en la primera en número de concejales.

Ayer viernes, la encuesta hecha pública por el CIS sitúa al PSOE como el partido que mayor representación obtendrá en la comunidad vasca el próximo 20-N, un hecho que todavía está por ver, puesto que las encuestas encargadas a empresas demoscópicas privadas les llevan otorgando en los últimos meses un notable descenso electoral que no se ha visto reflejado en el análisis del ente público controlado por el Gobierno Zapatero.

Esta muestra, pronostica un empate entre PNV y Amaiur, las dos candidaturas que pugnarán por obtener los votos del espectro nacionalista. Exactamente, ambas formaciones obtendrían tres escaños. Los batasunos y sus socios obtendrían dos en Guipúzcoa y uno en Vizcaya. Los penevistas justo al revés, uno en Guipúzcoa y dos en Vizcaya. Ninguna de las formaciones obtendría representación ni en Álava ni en Navarra, la comunidad vecina, donde los jeltzales están integrados en la coalición Geroa Bai, conformada tras saltar por los aires Nafarroa Bai.

En la encuesta del CIS ambas formaciones quedarían sin grupo parlamentario propio, algo que no pasa en algunas de las encuestas publicadas por diferentes medios de comunicación en las últimas semanas. Las más favorables al PNV dice que el partido de Urkullu consigue retener los seis diputados que tiene en la actualidad y continuar con su grupo parlamentario en la Carrera de San Jerónimo. Las más favorable para la coalición que encabeza Batasuna, les otorga una horquilla de 4-5 diputados, a las puertas de poder constituir un grupo parlamentario propio.

En todas estas encuestas queda clara una cosa: tanto PNV como Amaiur no sólo basan sus buenos resultados en un desplome electoral del PSE, sino también en el porcentaje de electorado que PNV y Amaiur pueden canibalizarse los unos a los otros. Para que uno de los dos obtenga grupo parlamentario, el otro tiene que tener un serio revés en sus aspiraciones electorales.

Este hecho ha traído consigo un fuerte nerviosismo en Sabin Etxea, la sede central del PNV en Bilbao, donde bajo ningún concepto quieren permitir que su formación política pueda abandonar la situación hegemónica que ha venido manteniendo desde el inicio de la democracia dentro del nacionalismo.

Para evitarlo, el propio Iñigo Urkullu, presidente de la Ejecutiva del PNV y el hombre que dejó de lado el discurso secesionista del ex lehendakari Juan José Ibarretxe, ha recuperado el discurso más identitario del partido, buscando mantener así al electorado más radical, que podría verse cautivado por Amaiur. Tal es la situación, que hasta el líder peneuvista en Guipúzcoa, Joseba Eguibar, ha puesto la venda antes que la herida y ha admitido públicamente la posibilidad de una derrota en su feudo: "puede haber una primera fuerza que no es el PNV".

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