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Las quinielas del 21-N

Que el PSOE perderá las elecciones el próximo 20-N es algo asumido por el propio partido. ¿Pero que pasará si el batacazo es histórico?

El Partido Socialista estableció un plan en el mes de mayo, cuando Alfredo Pérez Rubalcaba fue designado candidato a la Presidencia del Gobierno. Tras semanas de fuertes turbulencias en el seno del partido tras el batacazo electoral del 22-M, el dedo de Zapatero se posó sobre la cabeza de su ministro del Interior, su colaborador, su amigo.

El PSOE cogía de esta manera el toro por los cuernos y establecía un calendario que pasaba por elegir a Rubalcaba, tras un falso proceso de primarias; una Conferencia Política, que ya se ha celebrado; elecciones generales, que en aquél momento situaban en marzo de 2012; y el Congreso Federal, de donde saldrá elegido el nuevo secretario general (hasta ahora continúa siéndolo Rodríguez Zapatero) en julio del año que viene.

Pero las cosas han cambiado y mucho desde entonces. Las encuestas no sólo vaticinan una simple derrota de los socialistas en estos comicios sino el peor resultado de su historia. Rubalcaba lo sabe, por eso su meta no es ganar el 20-N, algo que considera imposible, sino conseguir una derrota dulce, un resultado digno que le permita hacerse con el control absoluto del partido.

¿Y si no lo consigue? El candidato afirmó antes del verano que las preguntas sobre su futuro político las contestaría la noche electoral, una vez hechos públicos los resultados. Ahora, va retrasando ese momento a los días posteriores. Es más, en una entrevista que ha mantenido este viernes, a poco más de una semana para los comicios, ha asegurado que la "noche del 20-N no me iré". De esta manera contestaba a un internauta que le preguntaba si seguiría los pasos de Joaquín Almunia: "¿Dimitirá esa noche como hizo Almunia?". "No, eso no". Y añadía: "En todo caso, yo soy candidato no secretario general del PSOE, así que difícilmente puedo dimitir porque Almunia dimitió de secretario general. Pero esa noche no me iré".

Aún así la debacle electoral planea sobre el PSOE, el último sondeo da a los populares 19 puntos de ventaja, por lo que las quinielas sobre quién ocupará la secretaría general del partido están sobre las mesas.

Un nombre resuena más que otros. Es el de Carmen Chacón, ministra de Defensa y cabeza de lista por Barcelona. Su propósito fue competir en un proceso de primarias, pero se vio forzada a renunciar. La ministra, con tono triste y semblante muy serio, anunció su "paso atrás" el 26 de mayo en la sede socialista de Ferraz. Según dijo, tomaba esta decisión porque la escalada contraria al proceso electoral interno "pone en riesgo la unidad del partido, la imagen del presidente del Gobierno e incluso la estabilidad del Gobierno: eso me ha hecho reconsiderar mi propuesta".

José Bono. Lo ha sido casi todo en política, menos presidente del Gobierno. Y no fue porque no lo intentara. En las últimas elecciones para la Secretaría General del PSOE perdió frente a José Luis Rodríguez Zapatero por nueve votos. Y siempre se muestra con esa espinita clavada, dejándose querer, no descartándose como candidato. El actual presidente del Congreso, además, suele salir en las encuestas como el preferido para suceder a Zapatero y es que enroca con ese sector socialista ‘más moderado’.

Patxi López. El actual lehendakari del país vasco consiguió un hito que fue calificado de histórico: conquistó para los socialistas el palacio de Ajuria Enea tras años y años al dictado de los nacionalistas del PNV. Vende para los suyos el "fin" de ETA y tomó protagonismo en el aparato del partido tras la derrota en las pasadas elecciones autonómicas y municipales, proponiendo la celebración de un Congreso Federal.

Eduardo Madina. Es diputado en el Congreso desde 2004, cuando fue elegido por Vizcaya. En las elecciones de 2008 encabezó la lista de su partido por esta provincia, la cual resultó triunfadora en dicha circunscripción. En abril de 2009 fue nombrado secretario general del Grupo del PSOE en el Congreso. Joven socialista de pro y víctima del terrorismo, siempre proclive –públicamente por lo menos– al proceso de negociación del Gobierno con ETA.

Guillermo Fernández Vara. A pesar de que en su haber tiene haber perdido la mayoría absoluta en Extremadura, su nombre no se puede descartar del todo. Hombre moderado dentro del partido, representa a ese centro descontento con las políticas izquierdistas de Zapatero.

 

Elena Valenciano. Ha tenido una carrera ascendente y fulgurante dentro del PSOE. En su contra tiene el ser mano derecha de Alfredo Pérez Rubalcaba, nada menos que directora de su campaña electoral, así que si el candidato se hunde tras los comicios del 20 de noviembre, como consecuencia ella quedará muy tocada en el seno del partido. Pero a su favor tiene el abanderar el feminismo que el PSOE quiere transmitir.

José Blanco. Hombre fuerte en el PSOE, número dos en el partido y actual ministro de Fomento. Puede deparar alguna sorpresa, aunque el 'caso Campeón' haya hecho que se torne en milagro cualquier posibilidad de suceder a Zapatero en la secretaría general.

 

Javier Solana. Muy bien valorado fuera de nuestras fronteras y con amplio conocimiento de la política exterior. Desvinculado de las trifulcas nacionales y las internas del PSOE, su nombre no puede descartarse totalmente.

 

 

Pedro Sánchez. Prácticamente desconocido para el común de los mortales, pero en su día también lo fue un joven José Luis Rodríguez Zapatero. Joven y persona de confianza de Rubalcaba, irá finalmente de número 11 y no de 14 en las listas por Madrid, que era el lugar en el que le había colocado la Ejecutiva regional de los socialistas madrileños, garantizando así su elección como diputado.

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