El médico (el Gobierno) erró en el diagnóstico (su política económica) durante dos legislaturas que se han hecho eternas. Así piensa Mariano Rajoy, que en un intento desesperado por recuperar la confianza en la marca España llamó a las instituciones europeas a borrar la era Zapatero. A resetear el disco duro y a empezar de cero con “una gran nación, fiable y que cumple”.
Para convencer a la Unión Europea, el candidato del PP rememoró la época dorada de José María Aznar en La Moncloa. Lo hizo en constantes ocasiones, con empeño. “Si hubo un Gobierno que generó las condiciones de confianza, ahora también puede ser así”, exclamó, para volver a mirar a Bruselas al decir que “eso es lo que importa” y “lo que deben de tener en cuenta todos”.
Entonces, además de unos índices de empleo similares a los de una potencia económica, a los representantes españoles se les respetaba en Bruselas e, incluso, “se les temía”. El país tenía “el papel que le corresponde”, entre otras cosas, “por su Producto Interior Bruto”. Y de ahí que se comprometiera a recuperar ese cupo en el mundo, “a participar y no que nos den órdenes”.
Una tutela de la UE que preocupa especialmente a Rajoy, entre otras cosas por esa necesidad imperiosa de cumplir con el límite del déficit público, y que las fuentes consultadas insisten en que requerirá de grandes sacrificios. Su receta: austeridad y tomar desde el principio medidas concretas, a fin de que el mundo compre la fotografía del cambio.
El líder del PP utilizó un tono muy didáctico para explicar la situación. A los más de 3.000 simpatizantes que se dieron cita en el Palacio de Festivales de Santander -muchos se quedaron fuera-, les dijo con familiaridad qué es la prima de riesgo y por qué sus picos -450, y subiendo- son nefastos para las empresas patrias, que no pueden financiarse.
“Esto significa que financiarnos nos cuesta muchísimo más que a un alemán, a un francés o a un holandés, y que nuestras empresas están en una inferioridad descomunal y les cuesta más producir”, expuso Rajoy el profesor. Añadió que “hoy hemos conocido también que hemos pagado por financiarnos el precio más alto desde hace quince años”. Y que todo se debe a que hay “desconfianza dentro y fuera, menos gente invirtiendo y créditos más caros”.
Ahora bien, hecha la clase de matemáticas, se volvió a vestir de presidente: “Eso es lo que nosotros vamos a romper, cambiando las políticas, los equipos y las actitudes a la hora de gobernar”. “¡Lo vamos a romper!”, insistió dejando claro el titular.
“Si equivocamos el diagnóstico no podremos acertar en las medidas. Hay que poner fin a la etapa de ocurrencias, frivolidades y rectificaciones”, y frente a ello aseguró que el PP representa “rigor, seriedad y compromiso” o, en otras palabras, “gobernar con valentía, firmeza y huir de la demagogia”.
En plena tormenta financiera y con el túnel completamente a oscuras, Rajoy recalcó: “No queremos vivir en un país instalado en la zozobra, en la desconfianza en la incertidumbre y con dudas para el futuro”, y por ello llamó “a ser muchos, y ser más, si lo que queremos es mandar un mensaje de confianza a Europa y al mundo” para “sacar esto adelante”.
“Habrá que ser muy perseverantes, muy constantes y actuar con laboriosidad, y con valores que algunos, por su frivolidad, se han tomado a chirigota, como el de decir la verdad”, aseveró un Rajoy que quiere que el 20-N llegue ya y que lamenta el tiempo perdido.
Pese a todo, el que es presidente virtual, el mismo que gestiona ya el traspaso de poderes con Rodríguez Zapatero, se reafirma en que su Gobierno podrá sacar a la nación al atolladero. Y lo cree así porque la base, España, “cumple sus compromisos, es una de las grandes potencias del mundo”. No es “miedo” sino “acaso preocupación”, y a ello se pondrá nada más pisar suelo de La Moncloa.