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Jesús Posada será presidente del Congreso y Pío García, del Senado

El exministro Posada se convierte en tercera institución del Estado. Alonso, íntimo de Soraya, será portavoz. García Escudero, presidente del Senado.

El exministro Posada se convierte en tercera institución del Estado. Alonso, íntimo de Soraya, será portavoz. García Escudero, presidente del Senado.

Parecía que estuviera jugando con los nervios de los suyos. Hasta en tres ocasiones, Mariano Rajoy puso la miel en los labios para después retirarla. Incluso en un momento determinado, cuando ya estaba a punto de soltar los nombres de los elegidos, se le dibujó una media sonrisa en el rostro al regresar con la cantinela de la necesidad de “valentía, coraje, determinación, prudencia y sentido común” ante los retos que a partir de ahora afronta el PP.

Pero, una vez hizo sufrir, llegó el momento del anuncio. Y, pese a lo que él mismo se encargó de vender, se dejó la previsibilidad en casa para pronunciar un nombre que, en las quinielas, aparecía de relleno. Jesús Posada será presidente del Congreso y no el catalán Jorge Fernández, como todos daban por hecho en las horas previas. Los otros contrincantes al puesto, Ana Pastor y Alberto Ruiz Gallardón, ven abiertas de par en par las puertas a un Ministerio, según las fuentes consultadas.

Posada es un histórico del PP, muy vinculado a José María Aznar, con quien empezó a tener puestos de responsabilidad en las Cortes de Castilla y León: fue procurador y también consejero de Fomento antes de sustituirle como presidente. Además, fue dos veces ministro, de Agricultura, Pesca y Alimentación y de Administraciones Públicas. Tras su paso meteórico por la primera línea, se mantuvo de diputado, discreto pero cumplidor. Ahora Rajoy le premia su lealtad en los peores momentos -nunca formó parte del sector crítico- convirtiéndole en tercera institución del Estado.

“Tiene un conocimiento exhaustivo del Congreso, es como si fuera su casa. En el Grupo todo el mundo le conoce y todo el mundo le respeta”, arguyeron portavoces autorizados pocos minutos después de que Rajoy propusiera su nombre. “No tendrá que ganarse a los chicos como le ocurrió con Soraya Sáenz de Santamaría”, cuyo nombramiento, en un contexto radicalmente distinto y muy adverso, fue mucho más complicado.

Con Posada en el sillón de honor de la Cámara Baja, en Génova se entona el “todo puede pasar” de cara al Consejo de Ministros, a pesar de que apartado el sorpresón, el resto de nombres eran esperados. Entre ellos, el de Alfonso Alonso, que dirigirá como portavoz al Grupo Popular en la Carrera de San Jerónimo. Se podría decir que fue petición de la mismísima Sáenz de Santamaría, ya que tendrá que tener una comunicación permanente con él una vez ocupe -como así se espera- la Vicepresidencia.

La confianza de Sáenz de Santamaría en Alonso es “total”; de hecho, ya estuvo en su círculo íntimo en la anterior legislatura, en la que formaba parte de la dirección de su grupo. De él se destaca su capacidad de negociación en una etapa en la que, a pesar de la mayoría absoluta, Rajoy intentará buscar el máximo de los consensos. De hecho, en el PP no se cansan de recordar que “la peor etapa, la más difícil desde el punto de vista legislativo”, fue cuando Aznar obtuvo la mayoría suficiente.

En la Mesa de esta Cámara, cinco de los nueve asientos serán para el PP: Celia Villalobos, íntima de Rajoy y esposa de su gurú de cabecera Pedro Arriola, asciende a vicepresidenta, puesto que también ocupa Dolores Monserrat, en calidad de cupo catalán. Como secretarios repetirá Ignacio Gil Lázaro y entra Santiago Cevera, que vería así limitadas sus opciones de entrar en el nuevo Ejecutivo.

El Senado se convierte en “la casa de Pío”

La designación de Pío García Escudero como presidente del Senado estaba cantada. Y eso que, en el último momento, algunas voces le situaron al frente de la cartera de Fomento. Sin embargo, el protagonista no quería líos y siempre apostó por lo seguro; ser el sustituto de Javier Rojo. Su entorno llegó a decir: “Ésa es su casa, en la que quiere seguir”.

Rajoy no le quitó el caramelo, pese a que siempre ha considerado que en otro lugar podría dar más juego -consideró brillante su etapa como atacante de José Luis Rodríguez Zapatero-. Quien no será portavoz es Antolín Sanz, mano derecha de García Escudero y su apuesta personal. Sin embargo, el presidente en ciernes prefirió a Manuel Barreiro, de su plena confianza. Tanto que es presidente del PP de Lugo; un gran aliado en terreno gallego, “que siempre se ha partido la cara por él”.

En cuanto a la Mesa de la Cámara Alta, tan sólo se repartían siete puestos, de los cuales cuatro -la victoria en el Senado fue brutal en el caso de los populares- estuvieron bajo la batuta de Rajoy: en la vicepresidencia estará el histórico y querido Juan José Lucas mientras que las secretarías recayeron en Ramón Rabanera y Matías Conde.

Nadie rechistó ante las “propuestas” del futuro presidente, que fueron refrendadas de inmediato por la Junta Directiva. Los aplausos, que se sucedieron en paralelo a la retahíla de nombres, incluyeron caras de asombro en el caso de Posada -como la de Gallardón-, que captaron las cámaras de televisión. “No me lo puedo creer, de verdad. No me lo puedo creer”, se le escuchó a un alto cargo.

La petición de Rajoy a los elegidos

A los elegidos, Rajoy les hizo varias peticiones ante el “momento de gran complejidad” que afronta el país. Lo primero: dar ejemplo. El mismo día que Francisco Camps acudía a los juzgados, reclamó “responsabilidad y sensatez tanto en el manejo del dinero público como en las actitudes personales”. Ninguna mención hizo del que en su día fue su valedor, el expresidente valenciano. Segundo: “Explicar muy bien las cosas, decirle muy bien a los españoles porqué se toman las cosas”. Y tercero: diálogo, altura de miras, porque “nos estamos jugando el futuro, no una legislatura”.

“Si somos capaces de hacer las cosas bien, España va a salir adelante y va a estar en el lugar donde le corresponde”, concluyó un Rajoy hinchado de poder y que pone al PP, una vez más, en un estado permanente nerviosismo. A partir de hoy, el qué hay de lo mío se hace aún más intenso mientras el hermetismo del jefe se hace infranqueable.

En los nombramientos de este lunes, algunas llamadas -tal y como adelantó este diario- se produjeron el domingo, pero para algunos la tensión no se disipó hasta una vez amanecido “esta misma mañana”. Y, por último, estuvieron quienes creían que iban a recibir la llamada, pero el teléfono nunca sonó. “Efecto sorpresa, como Aznar”, apuntó, a la salida, un barón del partido. Otros, ministrables, se agarraron a esa “previsibilidad” del resto de cargos para definirse en el mercado.

Sea como fuere, todo parece indicar que un Rajoy más defensor que nunca de su estilo no dirá nada a nadie hasta que dé su lista de elegidos al Rey don Juan Carlos, y eso no será hasta el día veintiuno. Y para ello aún queda lo que para muchos será una larga agonía.

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