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Rajoy, presidente del Gobierno

El sexto presidente de la democracia española ha sido investido con 187 votos a favor. La sorpresa: la abstención de Amaiur.

Siete años después, por fin lo consiguió. Tras dos derrotas electorales y una turbulenta convivencia interna, Mariano Rajoy se vistió con el traje de sexto presidente de la democracia. Desde hace meses, mucho antes del veredicto de las urnas, él ya se consideraba el elegido. Nunca lo disimuló, con unas encuestas que no dejaban lugar a interpretaciones.

 

Sin embargo, Rajoy, hombre de Estado al que le gustan las cosas bien hechas, ansiaba ese momento en el que el Congreso de los Diputados le daba su plácet. Ese momento en el que se cierran las puertas del hemiciclo y sus señorías, en una votación pública por nombramiento, le llaman a ser jefe del Gobierno durante cuatro años. Así fue, no hubo sorpresas.

 

El ya presidente recibió el voto afirmativo de 187 diputados (los 185 del PP, el de UPN y el de FAC). Mayoría absoluta; el segundo candidato investido con más apoyo parlamentario de la historia, después después de Felipe González en 1982. En contra han votado PSOE, CiU, IU, UPyD, ERC, BNG, Compromís y Geroa Bai. La sorpresa estuvo en las abstenciones, ya que la proetarra Aamaiur se sumó al PNV y Coalición Canaria.

 

El candidato que fue presidente antes de tiempo lo consiguió, y ahora tendrá el difícil reto de ejecutar su plan de regeneración, con un país en depresión. Siempre pensó que la agonía debió durar menos tiempos, pero, sin echar la vista atrás y con un traspaso de poderes que se hizo eterno, llegó el día; un martes veinte de diciembre de 2012. Se abre una nueva etapa política.

 

Aún queda un último trámite, no menos importante: jurar ante el Rey, que lo hará el miércoles antes del mediodía. Tras ello, se trasladará al palacio de La Moncloa, que hoy desaloja su último inquilino, José Luis Rodríguez Zapatero. Según las fuentes consultadas, el presidente anunciará quienes serán los ministros de su gabinete en una rueda de prensa por la tarde; mantuvo finalmente la incógnita sobre cuál será la estructura del Ejecutivo, por lo que todas las opciones siguen abiertas.

 

Volviendo a la fotografía del momento, Rajoy recibió la esperada noticia al son de la tranquilidad que le caracteriza. El primero que le felicitó fue Zapatero, al que dedicó desde la tribuna cariñosas palabras de despedida. El segundo, Alfredo Pérez Rubalcaba, que se postula como su rival en la bancada socialista. Tras ellos, fueron desfilando los diferentes portavoces parlamentarios, mientras los dirigentes populares le seguían aplaudiendo convirtiendo el ruido en música de fondo. El particular besamanos se prolongó durante largos minutos.

 

Ya en los pasillos, hizo su primera valoración para insistir en “lo difícil” de la situación sin perder la esperanza. También recalcó que España no saldrá solo con la acción del Gobierno, sino que es tarea del conjunto nacional. Sobre la estructura del Ejecutivo, que no la dirá hasta mañana, tras despachar con el monarca, “como dice la Constitución, el ordenamiento jurídico y el sentido común”.

 

Segundo presidente del Gobierno del PP, sus últimas palabras desde la tribuna, aún como candidato, fueron dirigidas a los suyos, tras esa difícil travesía por el desierto: “Gracias a ellos estoy hoy aquí. No voy a defraudarles”. Se definió con fuerzas, con ganas e ilusión, y aseguró que no se saltará el guión, representado a las claras en su Programa de Gobierno.

 

“Cuanto más seamos tirando en la buena dirección, mejor. España es un gran país y la sociedad española es mi principal motivo de esperanza”, concluyó el nuevo presidente.

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