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Cameron se niega a avanzar en el conflicto de Gibraltar: "No hay cambios"

No hubo avances sobre el conflicto. Rajoy introdujo el asunto, pero Cameron se mostró inflexible. Muy serio, el presidente admitió las diferencias.

No hubo avances sobre el conflicto. Rajoy introdujo el asunto, pero Cameron se mostró inflexible. Muy serio, el presidente admitió las diferencias.

Mariano Rajoy consiguió que en el corazón político del reino británico, en el décimo de Downing Street, se escucharan sus reivindicaciones respecto al peñón de Gibraltar. Entiende que todos los tratados internacionales le dan la razón cuando pide negociar en exclusiva con Londres la soberanía de la colonia. Y que, si los asuntos a abordar son domésticos, también tienen que estar las autoridades locales del Campo. Así se lo hizo saber a su homólogo, en el marco de sus relaciones bilaterales.

Sin embargo, Cameron no cedió a las peticiones patrias. De hecho, ni tan siquiera abrió el puño para iniciar una senda negociadora entre ambos Estados. El primer ministro fue tajante, al término del almuerzo de trabajo: “Reino Unido no ha cambiado su posición. Los gibraltareños tienen que decidir su futuro. No hablaremos de Gibraltar sin los gibraltareños. Esto hay que tenerlo claro”.

Con unas palabras tan gruesas encima de la mesa. Aún más, hechas públicas ante los medios de comunicación, la delegación española solo pudo responder afirmando que seguirán presionando en este sentido. “Como no hay acuerdo, seguiremos hablando”, sentenciaron fuentes solventes, que derivaron esta conversación en los titulares de Exteriores. O, en otras palabras, en el reivindicativo José Manuel García-Margallo.

El plan del Ejecutivo pasa por plantear dos asuntos concretos: el de la soberanía, a largo plazo, y el de la cooperación, donde pretende que las instituciones locales españolas no queden excluidas. En voz de un asesor de Exteriores, “lo importante es que se nos ha escuchado. Ahora tendremos que trabajar de forma discreta. Ahora bien, no cejaremos”.

A preguntas de este diario, Rajoy no pudo hacer otra cosa más que admitir “posiciones diferentes”. Lo hizo utilizando un tono muy serio, y gastando poco de su exposición. Los ministros “continuarán hablando el futuro. Vamos a seguir hablando en el futuro”, añadió, recalcando que España no cierra puerta alguna. La Embajada admite que se habían creado “grandes expectativas” cuando la administración británica “se había mostrado inflexible”. Pese a todo, “siempre es bueno que escuchen claramente lo que pensamos”, extremo que no ocurría con José Luis Rodríguez Zapatero.

Ante la falta de avances, tanto Cameron como Rajoy pusieron el énfasis en las buenas relaciones bilaterales. En “el buen tono”. De hecho, el conflicto del Peñón apenas abordó unos minutos de la reunión, centrada casi en exclusiva en la situación económica de la Unión Europea.

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