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Las tropas españolas cumplen una década en Afganistán

Más de 20.000 miembros de las Fuerzas Armadas han estado en la misión afgana, que ha costado más de 2.500 millones de euros.

La última semana de enero de 2002, hace ya más de diez años, dos aviones de transporte C-130 Hércules del Ejército del Aire español aterrizaron en el aeropuerto de Kabul, la capital de Afganistán. A bordo, 26 militares, avanzadilla del que fue el primer despliegue de tropas españolas en el país asiático.

Integrado por 350 militares, ese primer destacamento estaba compuesto por unidades de mando, comunicaciones y apoyo logístico, ingenieros, un equipo de desactivación de explosivos y otro de apoyo al despliegue aéreo.

Desde aquel momento, más de 20.000 militares españoles han pasado en estos diez años por la misión afgana, lo que ha supuesto un coste de más de 2.500 millones de euros para las arcas de la administración española. De hecho, las cuentas del Ministerio cifran en casi 450 millones el coste de la guerra afgana tan sólo en 2010.

En este periodo, se han dejado la vida 98 militares, la gran mayoría de ellos en los accidentes del Yakolev-42 en Trebisonda (Turquía) en 2003 y del helicóptero Cougar en Shindand (Afganístan) en 2005, en los que perecieron 62 y 17 militares, respectivamente. A esto, se suman otros 13 fallecidos en ataques talibanes con fusilería, minas y coches o furgonetas-bomba, así como cuatro muertos por causas naturales (infartos) y dos por accidente de tráfico.

En julio de 2004, el Gobierno Zapatero autorizó un aumento de nuestro contingente hasta 540 militares. Desde entonces, la presencia de tropas españolas se ha ido multiplicando hasta alcanzar los más de millar y medio de efectivos que están actualmente desplegados en el país asiático, exactamente, 1549 militares. Este número no ha variado desde la llegada de Rajoy a La Moncloa.

Este aumento de tropas ha sido consecuencia de una política socialista encaminada a situar a España como un aliado de confianza en el panorama internacional. Por un lado, ante Estados Unidos, como forma de compensar la huida de Irak y los continuos desplantes que hubo con el Gobierno norteamericano mientras George W. Bush ocupó la Casa Blanca. Por el otro, ante el resto de países aliados, para compensar una política exterior errática que se dedicó durante algunos años a alagar exclusivamente a regímenes dictatoriales como el de Fidel Castro o Hugo Chávez.

Durante estos años han sido diversas las polémicas que se han generado en torno a la presencia de militares españoles en el país asiático. La principal de ellas ha orbitado sobre la misión real que se lleva a cabo. Durante los años de Gobierno Aznar, España participó en la misión Libertad Duradera que consistió en una guerra abierta para derrocar al Gobierno talibán que decidía los destinos de Afganistán y que protegía al ideológo de los atentados terroristas del 11-S, Osaba Ben Laden. Tras esto, comenzó la misión ISAF, de interposición de la paz por la fuerza, incluyendo los combates por anular los últimos vestigios del régimen islamista.

Con el cambio de partido en La Moncloa y la llegada de Zapatero al poder, se pasó a un periodo donde se vendió y promocionó la misión ISAF de la OTAN como algo exclusivamente humanitario y destinado a la reconstrucción del país. Para ello, no dudaron en ocultar los continuos combates que las tropas españolas han mantenido en el país asiático con los talibanes. No en vano, ningún medio ha conseguido obtener fotografias sobre estos enfrentamientos.

El repliegue comenzará después de este verano, en octubre o noviembre, cuando el 10 por ciento del contingente desplegado, unos 150 militares, regresará a España. El siguiente paso de la retirada escalonada será en 2013, cuando abandonen el país asiático el 40 por ciento de las tropas, unos 600 efectivos. El resto, otros 750 militares, hará lo propio durante el año 2014.

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