No pisa la Comunidad Valenciana desde que Mariano Rajoy fuera elegido presidente del PP allá por junio de 2008. Y su intención es no volver a hacerlo, aunque se le complican las cosas: Francisco Camps está moviendo los hilos para que sea ella quien represente a Génova en el mega-acto que tiene previsto celebrar a finales de agosto, y que justifica en el inicio del curso político.
La última vez que Camps hizo una convocatoria de características parecidas, en mayo, la dirección nacional se escudó en el carácter regional de la cita para no asistir a la misma. No fueron, incluso, aquellos que representan a la región en el Congreso de los Diputados: Esteban González Pons, número dos por Valencia, y Federico Trillo, el primero por la lista de Alicante.
De hecho, un portavoz autorizado de Génova asegura que tal extremo "mantiene hoy su vigencia" pues "es imposible acudir a todos los actos de inicio de campaña" que celebra el PP a nivel regional y local.
"Me imagino que sí que vendrán; siempre ha venido alguien", señaló este mismo sábado el barón regional, en forma de presión. Sin embargo, en esta ocasión estaba más preocupado de tender puentes con la secretaria general del PP: "las palabras de Cospedal se merecen mi más sincero agradecimiento", enfatizó, para acto y seguido hacer extensible esta gratitud tanto a la dirección nacional como a todos los militantes y simpatizantes de la formación.
Amor público... enemistad en privado
Sin embargo, que nadie se lleve engaño. Lo de Camps y Cospedal es un amor únicamente público, y ni eso. Fuentes consultadas por Libertad Digital recuerdan que, tras la imputación de Camps por cohecho pasivo, la orden de Rajoy fue "defenderle hasta las últimas consecuencias", y en ello está su número dos. Sólo un "maremoto judicial" hará cambiar la orden del líder, según un miembro de su equipo.
Así las cosas, la relación entre ambos dirigentes sigue siendo la misma que hace una semana, o que hace un mes: ninguna. De hecho, estas mismas fuentes aseguran que el presidente y la secretaria de general "dejaron de hablarse" desde el caso de Ricardo Costa, cuando Camps le mantuvo en su puesto pese a que Cospedal ya le había dado por cesado.
A partir de entonces, el trabajo de Cospedal ha sido de despacho y con el único fin de convencer a Rajoy de que el partido resistiría y no tendría problemas en volver a ganar con mayoría absoluta sin Camps al frente. Así lo reconoce, incluso, un miembro del equipo del barón, que en una reciente conversación informal con este periódico calificaba a la número dos como "el verdadero problema" de su jefe. "Sin duda, es ella quien quiere acabar con el presidente", afirmaba rotundo.
Los de Cospedal, por su parte, ponen el énfasis en su lucha contra la corrupción, y sacan pecho al recordar que todo dirigente del PP castellano-manchego imputado ha sido fulminado al instante, no como en el caso del presidente valenciano.
Sea como fuere, y a la espera de que llegue, o no, ese "maremoto judicial" que pudiera servir de punto de inflexión, en el PP se ha instalado la idea de que Camps será el candidato; de hecho ya ejerce como tal. Eso no quita, eso sí, para que Rajoy ya no le muestre ninguna preferencia. "Mientras que sus líos no lleguen a Madrid y Paco aguante el chaparrón, todo irá bien", resumía, gráfico, un popular a caballo entre la capital y Valencia.