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De tostadoras y pines luminosos, por J. Arias Borque

 

 
L D (J. Arias Borque) El Congreso del PP de Madrid sólo tiene en su jornada inaugural un nombre propio, el de Esperanza Aguirre. Y precisamente ese fue el nombre que más se pronunció durante toda la jornada. Ni siquiera el alcalde de la capital, Alberto Ruiz Gallardón, quien siempre ha aspirado a ser el niño en el bautizo, la novia en la boda y el muerto en el entierro, pudo robarle un solo minuto de protagonismo.  
 
De hecho, Gallardón no se quiso dejar ver en exceso por el Palacio Municipal de Congresos de la capital de España. No estaba el horno para muchos bollos, y es que pocos se cortaron a la hora de criticarle por su última bravuconada sobre la privatización del Canal de Isabel II. "No entiendo por qué está en contra de que nuestra empresa de aguas sea igual que la de Barcelona o Valencia", decía un compromisario pepero mientras se bebía un café en uno de los bares aledaños al auditorio. "Es que fuera no le conocen, ven su verborrea por televisión y piensan: Yo quiero tener un alcalde como el de Madrid. Pero no le conocen, no le tienen que sufrir", comentaba su interlocutor.
 
Sólo hay una cosa que ha podido quitar protagonismo a la presidenta madrileña y ha sido, precisamente ella, la que ha promocionado en su solapa el producto. Para las tradicionales chapas políticas con la cara del candidato, en este caso la de Aguirre (con el lema espp, léase el juego de palabras), han causado furor unos pins que a través de un imán se adosaban a los laterales de las chapas y se iluminaban con pequeños leds. Para hacerse una idea, eran la versión diminuta de las gafas y anillos que los chinos venden en la noche española entre los jóvenes que toman copas en los pubs. El Know-how de la venta a personas con alcohol en sangre traspasado a la política. Ver para creer. Y todo por sólo 2,50 euros.
 
Por ahí iban los compromisarios peperos contentísimos con sus pins. Con una guitarra, o con un osito, o con un delfín, o con un corazón.  Pero no crean que los jerifaltes regionales no se unieron a la moda. Pío García Escudero llevaba un osito, Francisco Granados presumió en la sala de prensa de un corazón flechado, e Ignacio González, una guitarra. El mismo pin con lucecitas que González llevó la presidenta regional, que no se quitó durante toda la jornada. Cambió de vestimenta (por la mañana, traje de chaqueta, por la tarde, vestido estampado) pero mantuvo el pin.
 

 
Pero no sólo de pins vive el hombre y las tostadoras tuvieron su parte de gloria en la boutique popular. Aunque no se sabe si se vendían las sobras del pedido de Navidad, fue el regalo del PP de Madrid a los periodistas que cubren la actualidad del partido, o si son parte ya de la mercadotecnia de la formación política. Por el módico precio de veinte euros, cualquier compromisario popular puede desayunar tostadas con el logo del partido en el pan de molde. ¿Sabrán mejor así?
 
Esta vez no hubo sala Chill Out sin música como en el Congreso Nacional de Valencia, pero sí hubo música.  Algunas de las canciones de Pereza, Conchita, Kate Ryan o Shakira animaron los tiempos muertos y sirvieron para acompañar a los oradores hasta el estrado. Hasta las hijas de Zapatero podrían haber disfrutado con la banda sonora del Congreso, y es que tampoco faltó Melendi, el artista preferido de las dos niñas presidenciales.
 

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