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Dirigentes del PNV insultan a la viuda de Puelles: "Estaría sedada a tope"

Los duros discursos de Francisca Hernández, la viuda del último asesinado por ETA Eduardo Puelles, y del lehendakari Patxi López no han gustado nada a algunos dirigentes del PNV, que llegan poco menos que al insulto para descalificarlas este lunes en El País.

(Libertad Digital) Pese a la representación cuasi teatral a la que se presta después de cada asesinato de ETA, al PNV no le acaba de gustar que las críticas a los terroristas se hagan sin matices ni ambages. Eso fue lo que hizo Francisca Hernández, viuda de la última victima de la banda el policía nacional Eduardo Puelles , tras la manifestación de repulsa del sábado en Bilbao: "Son asesinos, no son políticos , no son presos políticos, eso es mentira".


La respuesta de los nacionalistas vascos no se ha hecho esperar y este lunes, y protegidos en el anonimato, utilizan las páginas de El País para insultar a la viuda: "Supongo que estaría sedada a tope" y proponer que las palabras de los principales afectados por la barbarie etarra sean arrinconados en los actos en memoria de sus propios familiares: "Es mejor que las viudas no hablen".

Según el rotativo de Prisa, las palabras han sido pronunciadas por "un miembro de la ejecutiva del PNV" que prefiere mantenerse en el anonimato, es de suponer que por la escasa corrección política de acusar a Francisca Hernández de que sus palabras son fruto de la sedación.

Patxi López, también criticado

El lehendakari Patxi López también ha sido blanco de las críticas a posteriori del PNV. La misma fuente anónima de El País asegura que "tuvo un exceso de épica para intentar llegar a la piel de los concentrados" y advierte de que "hay que tener cuidado con ese tipo de mensajes que elevan la temperatura de la gente".

El propio líder del partido, Iñigo Urkullu, dedica el artículo de su blog de este lunes a marcar distancias respecto a los actos del sábado. En su texto, con el título "Sentimientos y sensaciones encontradas" divide a los participantes en la marcha entre los que "fuimos  a expresar sí nuestra cercanía con la familia de Eduardo", de un lado, "y luego una minoría  – y creo que ha sido la primera vez que, ya de manera descarada después de determinadas situaciones en torno al 12 de julio de 1997, ha ocurrido en las decenas de manifestaciones organizadas en Euskadi con tal motivo-  que pareciera que tenía como su principal objetivo buscar su cuota de protagonismo personal y político".

Hay recordar que el 12 de julio de 1997 es la fecha del asesinato de Miguel Ángel Blanco, al que el político vasco parece no atreverse a citar, así que la inmensa respuesta ciudadana a la barbarie etarra fue para Urkullu una búsqueda de "cuota de protagonismo personal y político".

No extraño, por tanto, que las creencias del líder peneuvista se puedan resumir en un párrafo con un aspecto que llama la atención:

"No creo en los discursos intencionados de quienes quieren hacer creer que este Pueblo nunca se ha manifestado hasta este sábado pasado en contra de ETA. Creo en la prudencia, en la cautela ante cuestiones de vida-muerte. Creo, eso sí, en los discursos firmes, contundentes y deslegitimadores de la violencia y de su justificación.  Creo en la contundencia policial contra ETA, contra la vulneración de derechos fundamentales (…)  Y creo en la necesidad del diálogo diferenciando lo que haya de ser diferenciado en cuanto a pacificación y política…"

Esa frase final sobre el diálogo es, precisamente, lo que muchos ciudadanos perciben como la diferencia entre el discurso firme que dice apoyar Urkullu y las componendas que, vistas estas declaraciones, está claro que el PNV echó de menos el pasado sábado.

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