Tengo la suerte de poder presentar hoy ante ustedes a un buen amigo. Un amigo que es, además, un buen político y un leal hombre de partido. Un amigo que, además de buen político y leal hombre de partido, es un hombre de palabra, una gran persona, un hombre honrado y una persona leal a sus convicciones, a su partido y a su país. Jaime Mayor es un hombre en quien se puede confiar. Porque es un hombre de fiar.
Hoy, la verdad, los organizadores del Foro de Nueva Economía me lo han puesto muy fácil, porque no abundan las personas que reúnen tantas buenas cualidades como Jaime Mayor Oreja.
Sus cualidades, además, son reconocidas por todos nosotros: por los que le apreciamos mucho, y por los que -aunque no le aprecien tanto- saben que Jaime es un valor seguro y saben que no sólo pueden recurrir a él en los momentos fáciles, sino, sobre todo, que estará siempre disponible en los momentos difíciles.
Se ha ganado ese aprecio con una trayectoria impecable de trabajo bien hecho, de entrega, de generosidad y de servicio a España.
Cuando ha estado en su mano elegir entre la comodidad personal y el servicio a España, siempre ha puesto por delante, con la máxima generosidad, el interés general. Siempre ha relegado la opción que podía serle más cómoda.
Porque Jaime Mayor era en 2001 el ministro del Interior con mayor respaldo popular que ha habido y empezaba a ver los frutos de una labor impecable. Y es que en España hay un antes y un después en la política antiterrorista. Antes de 1996, cuando Jaime se hizo cargo de la cartera de Interior, no era verosímil una derrota de los terroristas. Desde entonces, lo fue.
Antes de 1996 las víctimas del terrorismo no recibían la ayuda, el respeto, la dignidad, la justicia y la memoria honrada que merecían. Desde 1996, con Jaime Mayor de ministro del Interior, las víctimas comprobaron que otra política era posible.
En 2001 Jaime Mayor hizo factible, por primera vez en la historia de nuestra democrática, intentar construir una alternativa democrática al nacionalismo en el País Vasco. Fue Jaime Mayor quien encendió la antorcha del constitucionalismo en el País Vasco. Fueron Jaime Mayor y Nicolás Redondo quienes plantaron cara al nacionalismo y pelearon por forjar, con determinación y valentía, una alternativa democrática y constitucionalista en su tierra.
Hoy se abre paso en el País Vasco un nuevo proyecto de alternativa al nacionalismo. Pues bien, ocho años después, el objetivo de sustituir democráticamente al nacionalismo mediante el acuerdo entre el Partido Popular y el Partido Socialista debe mucho al liderazgo y la energía de Jaime Mayor y a su radical compromiso con la democracia y las libertades en el país Vasco. De la misma manera, ahora, cuando se vuelve a insistir en la derrota del terrorismo después de años en los que hablar de derrota era "tabú", Jaime Mayor representa esa sólida referencia en la lucha contra los terroristas desde la cual la sociedad española y el Estado de Derecho empezaron a escribir el final de esta barbarie.
Jaime nunca tuvo dudas ni en lo uno ni en lo otro. Ni en la apuesta por la derrota de los terroristas ni en plantear la necesidad de una alternativa sensata al nacionalismo excluyente. Su determinación y claridad de ideas de entonces se confirman hoy, y son una garantía de futuro.
Si la generosidad no fuera anatema en nuestra clase política, todos se lo habrían agradecido a los dos, a Jaime y a Nicolás, cuando por fin ha sido posible la alternativa democrática al nacionalismo en el País Vasco.
Estoy seguro de que si ese agradecimiento se hubiera producido –hecho impensable con los modos y maneras de hacer política a los que estamos acostumbrados-, Jaime habría rechazado todo protagonismo.
Y es que Jaime no es uno de esos políticos que se apuntan como propio cualquier éxito, sea de quien sea; no es uno de ésos que sólo piensan en salir en la foto, en cualquier foto; no es uno de ésos que, sin asomo de pudor, son capaces de esquinar sus principios para apuntarse a la última encuesta ganadora, sea ésta la que sea, y sobre lo que sea. Da igual.
Jaime no es uno de esos, porque Jaime es una persona decente, es un político responsable, es un servidor público honesto, es un hombre de palabra y un compañero leal.
Jaime es un político que defiende los principios y valores en los que cree, aunque no estén de moda. Es un hombre que defiende valores tan importantes, y tan poco de moda en estos días, como la dignidad de la persona y el derecho a la vida.
Jaime es, se lo aseguro, alguien con quien resulta muy sencillo entender lo que significa la claridad moral.
La claridad moral, muchas veces, implica ir contracorriente. Muchas veces implica tener posiciones incómodas y que son, seguro, incomprendidas. Pero implica, sobre todo, hacerlo para defender los principios y valores en los que se cree.
Son muchas las cosas que comparto con Jaime y estoy muy orgulloso de compartir con él. Entre ellas, la determinación por defender a las víctimas del terrorismo. Jaime hizo una impagable labor a favor de las víctimas del terrorismo durante su etapa de ministro del Interior, y continuó esa labor después con el mismo interés y la misma dedicación.
Él sabe muy bien cómo se ha escondido y olvidado a las víctimas del terrorismo siempre que ha faltado la determinación de derrotar al terror. Vivió, en los años 70 y 80, aquellos entierros casi clandestinos de víctimas del terrorismo. Y tuvo la valentía de devolver a las víctimas su papel de referente moral cuando fue ministro del Interior. Nunca le agradeceremos lo bastante esa tarea de respaldo a las víctimas.
Debo decir, además, que todos los militantes del Partido Popular tenemos una deuda de gratitud con el Partido Popular del País Vasco, del que Jaime Mayor fue presidente durante mucho tiempo. Son muchos los que han dado su vida por la defensa de las ideas de nuestro partido en esa parte de España: Gregorio Ordóñez, Miguel Ángel Blanco y tanto otros. Nunca podremos rendirles suficiente tributo de gratitud y admiración.
Jaime Mayor, Carlos Iturgáiz y María San Gil, a la que tanto cariño, aprecio y admiración profesamos Jaime y yo, y que encarna a la perfección los principios y valores por los que merece la pena la actividad política, estuvieron al mando en esa travesía tan difícil, que hoy está en las buenas manos de Antonio Basagoiti.
Por todo eso estoy muy contento de poder presentar hoy a un valor seguro, a un hombre que cree en España y que defiende a España. Un político europeo que quiere que España sea cada día mejor.
Son muchas las cosas que he compartido con Jaime a lo largo de los años. Momentos de grandes esperanzas y también de dolores profundos. Momentos de inquietas incertidumbres y también de éxitos vibrantes.
Pero sobre todo, son muchas las cosas que hoy y mañana compartiré con él. Mirando ilusionadamente al futuro de nuestro país en lo que por él, puede hacer y va a hacer. Un hombre de principios al que todos estamos deseando escuchar esta mañana.