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José Bono, la historia de un enfrentamiento con Zapatero

La historia de José Bono en los últimos años en el PSOE ha sido sumamente controvertida y digna de estudio. Presidente de Castilla La Mancha se presentó a la secretaría general del partido en abierta confrontación con el entonces desconocido Rodríguez Zapatero y Rosa Díez. Perdió por un puñado de votos en unas elecciones salpicadas de escándalos y con el mismísimo Tamayo (el del escándalo de la CAM) como compromisario de ZP. A partir de ahí, el enfrentamiento entre las posturas de ambos ha sido continuo pese al nombramiento del manchego como ministro de Defensa.

La historia de José Bono en los últimos años en el PSOE ha sido sumamente controvertida y digna de estudio. Presidente de Castilla La Mancha se presentó a la secretaría general del partido en abierta confrontación con el entonces desconocido Rodríguez Zapatero y Rosa Díez. Perdió por un puñado de votos en unas elecciones salpicadas de escándalos y con el mismísimo Tamayo (el del escándalo de la CAM) como compromisario de ZP. A partir de ahí, el enfrentamiento entre las posturas de ambos ha sido continuo pese al nombramiento del manchego como ministro de Defensa.
(Libertad Digital) Hombre del viejo profesor, Tierno Galván, el dimitido José Bono ha mantenido una guerra abierta con las posiciones del presidente del Gobierno. Su salida de la presidencia de Castilla La Mancha para integrarse en el Gobierno de Zapatero fue una sorpresa que recogió mil y un análisis. Al igual que con Rodríguez Ibarra, sus posiciones socialistas más tradicionales le han enfrentado con las posturas reformistas de Zapatero.
 
Sin embargo, su tiempo al frente del Ministerio de Defensa ha sido muy controvertido por su actitud con el Ejército, su persecución de su antecesor, Federico Trillo, sus intentos de acercamiento a Estados Unidos en contraposición a la política de Zapatero, el accidente del Cougar en Afganistán, la Ley de Defensa y la nueva Ley de Tropa y Marinería que se aprueba, precisamente, este mismo viernes.
 
Pese a que ha recogido severas críticas por las reformas emprendidas en su Ministerio y su actitud para con los miembros del Ejército (este mismo jueves arremetía contra los Guardias Civiles expresando su temor a una manifestación con gente armada, por la movilización convocada por la Asociación), el enfrentamiento más relevante lo ha mantenido por las posiciones de fondo del actual Gobierno, Estatuto de Cataluña al frente. Como en los demás casos –Ibarra, Guerra, Chaves...– ha salido derrotado. Quizás, esto haya sido una de las razones de una salida forzada edulcorada con algunos otros cambios ministeriales.
 
El estreno de Bono al frente de Defensa fue épica. Acompañado de artistas y cupletistas su toma de posesión fue digna de una fiesta de pueblo en cualquier libro de tradiciones. Su discurso, largo; sus intenciones, bondadosas para con sus antecesores. Los hechos posteriores confirman que nada de eso era verdad. La persecución a Trillo será recogida en los libros de análisis político.
 
Pero si hubo un hecho que puso de manifiesto la verdadera cara del católico ministro de Defensa a ojos de la sociedad fue la primera manifestación de la AVT en defensa de las víctimas del terrorismo. Su aparición junto a su hijo sin previo aviso a las autoridades acabó con una operación en la que fueron detenidos por orden de Interior (Alonso, su sucesor) como dos miembros del PP acusados de supuesta agresión al ministro. Desde entonces, su operación de cercanía a este sector de la población cayó en picado.
 
No más brillante fue su actuación tras la muerte de 17 soldados españoles en Afganistán. Pese a que en las primeras horas no pudo descartar la opción más obvia, un ataque en una zona en guerra, eso tenía implicaciones políticas muy negativas para el Gobierno con "deseos infinitos de paz". De modo que hizo lo que estuvo en su mano para imponer la tesis del accidente, incluso imponiendo a hierro a los militares la ley del silencio.
 
La piedra final para quemarse del todo fue la aprobación y tramitación del Estatuto de Cataluña. su “firme” oposición contrastó con la inutilidad de la misma y sus choques con los socios parlamentarios del PSOE, ERC, contrastaba a su vez con el cambio de himnos, retirada de banderas y la, finalmente, aprobada cesión del Castillo de Montjuic.
 
En definitiva, el ministro de Defensa era un hombre quemado políticamente que podría haber forzado su salida provocando una crisis de Gobierno con anterioridad a la esperada crisis que Zapatero preparaba para el mes de mayo y que se presumía de bastante mayor calado. ¿Se producirá ésa última? El tiempo lo dirá.

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