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La enemistad entre Cospedal y Álvarez Cascos

Aunque ninguno de ellos lo confirma públicamente, su enemistad es vox populi de puertas para adentro. No se han llamado durante todo el conflicto.

Aunque ninguno de ellos lo confirma públicamente, su enemistad es vox populi de puertas para adentro. No se han llamado durante todo el conflicto.

Junio de 2008. Tras su segunda derrota electoral contra Rodríguez Zapatero, Mariano Rajoy desvela el que será su equipo con el que hacer oposición al Gobierno socialista. Un grupo de personas que representaban la marca de ese 'nuevo PP' que el líder del partido quería lanzar a la sociedad, y que tiene en María Dolores de Cospedal el máximo estandarte.

Concretamente, Rajoy la elegía secretaria general de la formación, el puesto de mayor relieve junto con el de la portavocía del Grupo Popular en el Congreso, que recaía en Soraya Sáenz de Santamaría. Entonces, Cospedal recibió una llamada de su antecesor en el puesto: Francisco Álvarez Cascos, número dos del PP desde la refundación en 1990 hasta 1999.

El ex vicepresidente, que ya había abandonado la primera línea de la política nacional, le dijo que contara con él "siempre que lo necesitara", a lo que ella respondió agradecida. Una primera toma de contacto, pues ambas partes reconocen que la relación entre ellos ha sido "casi inexistente", y no derivó en una relación más fluida.

En la designación de Cospedal, Cascos siempre vio una pega de alcance: la dualidad de cargos que ostenta, ya que además de regir la Secretaría General es también presidenta del PP de Castilla-La Mancha. En este sentido, su entorno recuerda que él fue número dos siendo también vicepresidente de Aznar, y que por ello creó la figura de un coordinador general.

Sin embargo, "tampoco es exactamente lo mismo" a ojos de dirigentes cercanos al ex ministro, ya que el cargo de vicepresidente "era a nivel nacional, mientras que Cospedal, en su calidad de presidenta del PP a nivel regional, se tiene que posicionar en contra de otras Comunidades Autónomas". Un extremo que quedó corroborado en la denominada guerra del agua con Ramón Luis Valcárcel (Murcia) y Francisco Camps (Valencia).

A esto hay que sumar que en verano de 2009 Cascos rompía su silencio en una entrevista en la revista Época, en la que mostraba su preocupación por el devenir del Partido Popular. Unas palabras que se sumaban a otras tantas en un periodo complicado del que Cospedal tenía que dar la cara en rueda de prensa.

Estas impresiones, unidas a la falta de pasado común, provocaron un distanciamiento de facto, que quedó confirmado cuando en 2010 Cascos se postuló públicamente a ser el cabeza de cartel por el Principado de Asturias. Entonces, semana tras semana, los periodistas preguntaban a la número dos del PP, que zanjaba con un ya mítico "no hay nada nuevo" sobre el asunto.

Sin embargo, desde la Secretaría General se añadía algo más: Cascos no se había puesto en contacto con Cospedal, lo cual les parecía cuanto menos inadecuado. "Las formas no son las correctas, lo lógico es que llame y nos plantee lo que quiere", decían antaño.

Una falta de comunicación que se repetiría hasta la decisión final. Y es que, según ha desvelado este mismo martes la propia Cospedal, entre ambos no se ha producido ningún contacto telefónico desde que estallara el conflicto. Algo que desde la Secretaría General se justifica asegurando que la toma de decisiones ha recaído "exclusivamente" en Mariano Rajoy.

Sin embargo, desde que estallara el conflicto ha sido vox populi en la sede nacional del PP la enemistad entre Cascos y Cospedal, a pesar de que públicamente ninguno de los dos le ha dado validez. "Si bien es cierto que la decisión ha sido de Rajoy, por detrás Cospedal también ha hecho mucho" para que el ex ministro "quedara excluido", asegura un miembro del aparato.

Es por ello por lo que, unida a la idea de que Rajoy no quería a nadie que le pueda rechistar y quería seguir el camino marcado en el Congreso de Valencia, la otra lectura de este caso venía dada por la fuerza, cada vez mayor, que la número dos del PP ha alcanzado en la formación. "No lo estará haciendo mal. Todas las encuestas nos dan como ganadores por mayoría absoluta en Castilla-La Mancha", sentencian los suyos.

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