(Libertad Digital) Una vez más, el Congreso de los Diputados ha decidido homenajear a víctimas de las atrocidades de la Guerra Civil a partir del año 1936. Las personas que acudieron a la Sala de Columnas, expresaron su emoción por el reconocimiento de los políticos pero el acto no tardó en convertirse en un alegato contra el Gobierno y un nuevo "No a la guerra" coreado por los presentes. La oposición supo aprovechar la lógica emoción de muchos de los asistentes para lanzar su propia crítica al PP, ausente en el homenaje. Como es habitual, no se hizo mención a otras atrocidades que desde 1934 y después del 36 también dejaron huella en muchos otros represaliados (checas, paseos y sacas que provocaron numerosas víctimas, muchas de ellas enterradas en fosas comunes).
El portavoz del PSOE, Jesús Caldera, subrayó que la sociedad española tiene una "deuda histórica" con estas personas que "dieron lo mejor" de sí mismos por las libertades, y subrayó que querían "honrar a todos sin ofender a nadie" porque "quien se honra es la democracia española, al mismo tiempo que se impide el olvido y la desmemoria". Felipe Alcaraz, de IU, les dijo que su lucha ha sido "impagable" y señaló que "poner pegas" al acto "no es reconciliación", para advertir: "Vamos a perdonar, pero nunca vamos a olvidar". En nombre de CiU, Josep Sánchez Llibre manifestó que los represaliados del franquismo han sido "los grandes olvidados" de la Constitución y auguró que el acto no pretendía "ajustar cuentas con nadie, sino simplemente con la historia y con la verdad".
El discurso de Iñaki Anasagasti (PNV) fue uno de los más aplaudidos, sobre todo cuando proclamó que el "oro" de la República estaba en aquel acto, emulando las palabras del socialista Julián Besteiro: "El oro de la República está en los paredones, en los cementerios y en el exilio". No dejó ahí su proclama el nacionalista vasco. En alusión a las críticas del PP al acto, dijo que prefiere la "naftalina republicana frente a la azul e impositiva". El "No a la Guerra" de muchos los que recordaban el 36 se fundió con el ya conocido por la oposición a la intervención militar que consiguió derrocar el régimen de Sadam Husein.