A estas alturas de la película, con todas las encuestas augurando un resultado histórico para el PP en las venideras citas electorales, nadie pone en duda el liderazgo, apuntalado a base de mucho sacrificio, de Mariano Rajoy. "Es el mejor presidente y el mejor candidato a la Presidencia del Gobierno", dijo este mismo lunes María Dolores de Cospedal.
Al líder de los populares ya no le tose casi nadie, a excepción de los suyos en la Comunidad Valenciana, que desde la semana pasada redoblaron sus presiones a fin de conseguir la proclamación oficial de Francisco Camps, que finalmente llegará en un plazo no mayor a quince días.
Así pues, en el Comité Ejecutivo Nacional celebrado este lunes, ninguno de sus componentes levantó la mano para quejarse por algún proceder en el turno de ruegos y preguntas. Ya ni tan siquiera Manuel Fraga hace uso de este formato, cuando hasta no hace mucho provocaba verdaderos quebraderos de cabeza al presidente nacional.
Esto no quita para que, a ojos de destacados dirigentes populares, Rajoy no tenga fallos, que muchos encuadran en su forma de actuar ante los líos internos, que no es otra que guardándolos en un cajón para desesperación de puertas para adentro. Lo hizo con los ceses de Luis Bárcenas y Ricardo Costa o con el portazo al ex ministro Álvarez Cascos.
El caso de Camps, implicado en la red Gürtel, no ha sido ajeno a este modus operandi. El retraso en la candidatura es "por un tema de tiempos y de plazos", reconoció la secretaria general, en la rueda de prensa posterior a la reunión del citado órgano, compuesto por barones regionales así como por otros pesos pesados.
Precisamente, son los primeros espadas a nivel autonómico quienes, ya en corrillo, insistieron en esa percepción; la de que Rajoy debería de ser más vehemente a la hora de actuar.
Un grupo, el de los barones, que hay que dividir en dos: están quienes ya son presidentes autonómicos y quienes aspiran a ello; líderes éstos últimos que se quedan "impactados" porque "un asunto que ya se podría haber solucionado sigue en el candelero".
Son como la primera y la segunda división. Los que ya mandan se muestran más cautos, pues Camps es uno de los suyos y han compartido mucho. Ejemplo es Ramón Luis Valcárcel, líder murciano, que siempre ha puesto la mano en el fuego por él. Dicho lo cual, "si la pregunta es si nuestra imagen queda deteriorada por esta falta de decisiones, la respuesta es sí", afirma un líder de esta categoría, que reconoce abochornamiento en determinadas ocasiones.
Quienes conforman la segunda línea, los aspirantes, son aún más críticos: "Si iba a ser proclamado sí o sí, lo pudimos hacer hace meses y ahora no estaríamos como estamos, con el caso Gürtel un día sí, otro también, en las páginas de los periódicos", reflexiona uno de esos líderes, que reconoce que su relación con el presidente valenciano es "nula".
"La idea generalizada es que por tres trajes no se le puede hacer caer pero que políticamente no se ha portado como debiera y que puede salir más", resume un dirigente, que ayer estuvo presente en las conversaciones post Comité, y que remata: "Lo que se le pide a Rajoy es que tome decisiones".
Dicho lo cual, todo parece indicar que el horizonte se ha acabado por despejar para el presidente valenciano, que -salvo novedad judicial con enjundia de última hora- será proclamado candidato a fin de ser presentado, junto con el resto de elegidos, en la cumbre de Palma de Mallorca del primer fin de semana de marzo, cuando se presenta el programa marco del PP a las autonómicas.
Esto no quita, admiten fuentes de la dirección nacional consultadas este mismo martes por Libertad Digital, para que en Génova tengan casi asumido que Camps será sentado en el banquillo, por lo que "mucho nos tememos que esto no acaba aquí", remata este destacado popular.