España vive un periodo de "interinidad" tras el adiós de José Luis Rodríguez Zapatero, y eso no es bueno para la marcha de la economía. Éste es el diagnóstico del jefe de la oposición, que ha instado a disolver las Cámaras de representación y a convocar a los ciudadanos a las urnas.
Una buena noticia, dijo Mariano Rajoy en su primera valoración al anuncio del presidente, es "un cambio político". Lleva nueve meses solicitándolo, desde que solemnizara la petición de elecciones anticipadas en el último Debate sobre el estado de la Nación. Desde entonces, "las cosas han ido a peor" como demuestra la última subida del paro.
El líder del PP eligió como escenario para tomar la palabra los estudios centrales de la Cadena Ser, donde fue tratado como próximo inquilino de La Moncloa. Allí le recibieron sus más importantes iconos radiofónicos: Carles Francino, Gemma Nierga, Àngels Barceló y Montserrat Domínguez. La primera frase que le consiguieron arrancar es que se ve con "ganas" de ser presidente.
Tras un micrófono de la emisora de Prisa, Rajoy insistió en la idea machacada hasta la saciedad desde el sábado por parte de los suyos: "España necesita unas elecciones anticipadas". "Las cosas habrán cambiado para el PSOE pero no para los españoles", añadió el líder popular.
Para Rajoy, las cosas "no han cambiado sustancialmente" porque Zapatero sigue llevando las riendas, y piensa agotar la legislatura. No ha habido interlocución entre ambos, según desveló. Si le llama, le deseará "suerte en su futuro personal" pero le recriminará acto y seguido su actuación en estas dos legislaturas.
El jefe del PP fue desgranando la estrategia trazada por su equipo, y adelantada por Libertad Digital, hasta llegar al punto más espinoso: la hipótesis de una moción de censura. "Ganaríamos en iniciativa y conseguiríamos que el PSOE no se recupere", esgrimió un barón regional del partido, en conversación informal.
De hecho, el debate se instalaba con fuerza en el seno de la formación, una vez constatado que la exigencia de elecciones suena a rancio, a tenor de que llevan meses dando la matraca con el asunto. Rajoy fue contundente, y especialmente vehemente, al cortar de raíz el runrún: "En estos momentos de grave crisis económica frivolidades las justas. Una moción de censura no sirve absolutamente para nada", sentenció.
Rajoy se observó incómodo, pero eso no le quitó a su discurso una firmeza inusitada para rechazar un golpe de efecto en las Cortes: "La presentaría y la perdería", se quejó, para a renglón seguido esgrimir que es "un nuevo brindis al sol, no tiene utilidad ninguna" y sólo sirve para "generar confusión".
"Bastantes cosas hemos visto ya", remató el líder del PP, que recordó una conversación también desvelada por este diario: "Yo dije que presentaba una moción de censura para al día siguiente disolver las Cortes" pero, como tal extremo -a priori- no se producirá, agregó que no le parece "lo más oportuno".
No todos piensan igual en el Partido Popular, más aún cuando en las filas de la formación se observa que el debate parlamentario está "agotado" y los cara a cara de Zapatero y Rajoy en las sesiones de control son "mero trámite". El grito de guerra de este sector es "recuperar la iniciativa", pero ya advierten que no le toserán al líder. Donde manda patrón no manda marinero, y más en la recta final de la legislatura.
Sobre la idoneidad de que regular por ley un límite presidencial de dos legislaturas, Rajoy se mostró disconforme: "Si una persona ha sido buen presidente, la gente tiene derecho a votarla o no", argumentó. A lo que en el PP incluyen que las salidas de José María Aznar y Zapatero no son para nada similares; el primero se marchó enarbolando la bandera de la bonanza económica y el segundo la del desempleo.
Tanto Aznar como Zapatero, recordó Rajoy, no fueron elegidos por primarias, por lo que indicó al PSOE que no le acusen de falta de democracia interna. "Cada partido puede organizarse como estime oportuno, pero ni Zapatero, ni González, ni tampoco Aznar o Suárez fueron elegidos por primarias", recalcó. Tampoco quiso entrar en debate sucesorio que ahora se abre. Su objetivo es ver las zancadillas y codazos en las filas enemigas desde el burladero.
Lo que sí que hará el PP es mantener su labor de oposición, momento en el que fue especialmente enfático en su denuncia sobre el caso del chivatazo a ETA. "Nosotros tenemos una función, que es la de controlar al Gobierno. El bar Faisán es un caso que afecta a los principios democráticos, lo menos que tiene que hacer el Gobierno es explicarlo". Por ello, adelantó que esa será la "ofensiva" de su partido, que no la de hacer sangre en herida ajena. Mantiene, de momento, su apoyo a la política antiterrorista porque no cree, como Jaime Mayor Oreja o el citado Aznar, que exista una negociación en ciernes.
Rajoy rechazó el copago en Sanidad y Educación, escondió su postura en materia nuclear apelando al consenso y evitó cifrar en un tanto por ciento el empleo que esperar crear si se convierte en presidente. En clave interna, defendió por enésima vez a Francisco Camps y puso énfasis en sus buenas relaciones con su predecesor. Fue firme sobre la Ley del Aborto -la cambiará, según avanzó- y admitió que todavía no tiene fijada postura sobre el Matrimonio Homosexual, recurrido ante el Tribunal Constitucional.
En conclusión, "las cosas no han cambiado" desde el anuncio de Zapatero, que -ni mucho menos- "da seguridad". La postura del PP, tampoco: primero ganar las elecciones del 22-M, y después a esperar acontecimientos.