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El País dice que Manzano "ayudó a solucionar el caso del 11-M"

Sordos a las confesiones del propio Manzano, los defensores de la “versión oficial” del 11-M siguen atacando a los que buscan la verdad. Así, un artículo en El País reivindica la labor de Manzano y pide a las víctimas que “se querellen contra sí mismos por fraude procesal”.

Se trata de un “análisis” firmado por José Yoldi y que compara a los abogados que buscan la verdad sobre el peor atentado de la historia de España con Leónidas y los famosos 300 espartanos que defendieron con su vida el paso de las Termópilas. Una metáfora que quizá no está demasiado bien pensada o que delata algo escondido en el subconsciente de su autor pues, al fin y al cabo, los espartanos son recordados como héroes porque su sacrificio sirvió para que Grecia siguiese siendo libre.

El artículo hace un repaso por aquellas decisiones judiciales que sirven para defender su tesis, por ejemplo, habla de que:

“Las sentencias de la Audiencia Nacional y del Tribunal Supremo establecieron que todo el explosivo intacto recogido en los escenarios del 11-M -mochila de Vallecas, Renault Kangoo, casa de Morata de Tajuña, piso de Leganés, artefacto del AVE en Mocejón- era dinamita Goma 2 Eco, procedente de Mina Conchita; que lo que estalló en los trenes era dinamita, aunque no se le puede poner nombre comercial”.
Un párrafo en el que el autor “olvida” que el Titadyn también es una dinamita y que las distintas sentencias lo que admiten es que no se puede certificar con seguridad el tipo o los tipos de explosivo usados en el atentado.

Y, por supuesto, también “olvida” el trabajo de reputados expertos como Antonio Iglesias que demostró con sus análisis científicos que en los trenes había Titadyn en, al menos, uno de los focos de la explosión.

Sánchez Manzano

Sin embargo, los “olvidos” de Yoldi que más llaman la atención son los de la declaración de Sánchez Manzano ante el juez y la sentencia en la que se desestimaba su querella contra El Mundo y Federico Jiménez Losantos, entre otros, sobre todo porque se produjeron hace muy poco: la semana pasada. 

Sin embargo, pese al poco tiempo transcurrido no hay ni una mención a cómo el ex comisario jefe de los Tedax admitió que en su laboratorio se destruyeron multitud de pruebas recogidas en los trenes o a cómo el juez consideró en su sentencia (que condena al Manzano al pago de las costas) que el trabajo de investigación de El Mundo alrededor del 11-M es de una gran profesionalidad y completamente veraz.

En lugar de eso, se critica al abogado José María de De Pablo, abogado de la Asociación de Ayuda a las Víctimas del 11-M, porque “lejos de perseguir a los terroristas, se ha enfrascado en un proceso en el que busca la prisión para dos policías de los Tedax que ayudaron a solucionar el caso del 11-M”.

Además, califica como “una locura” la acusación que se hace a Sánchez Manzano de “ocultar pruebas, no querer investigar los atentados y de falso testimonio”.

El último olvido: las víctimas

Pero el peor de los olvidos del largo artículo de Yoldi es que los que han interpuesto la querella contra Sánchez Manzano no son la “acorazada conspiranoica” que “cabalga de nuevo”, sino las propias víctimas de la masacre de la Asociación de Ayuda a las Víctimas del 11-M, ya que sin olvidar este detalle no es razonable que se escriba una frase como “nos harían un favor si se querellasen contra ellos mismos por fraude procesal”.

Errores groseros

Pero no sólo es que el análisis de Yoldi se discutible, es que hay errores en el artículo que hacen dudar de que sus conocimientos sobre la cuestión sean demasiado profundos.

Por ejemplo, en un momento del artículo asegura que De Pablo "quiso colar en el juicio que en un piso de los yihadistas se había encontrado un temporizador de ETA, en lugar de un programador de lavadoras, por lo que fue reprendido por el tribunal". La realidad es que este es un hecho con el que De Pablo en ningún momento ha estado relacionado, sino que fue algo que le ocurrió al abogado José Luis Abascal, y tampoco de la forma en que lo cuenta Yoldi.

Por otro lado, habla de "Ana, la jefa de laboratorio", cuando en realidad la jefa del laboratorio se llama Marian.

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