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Josef Fritzl preparó el calabozo de Amstetten un año antes de secuestrar a su hija

Josef Fritzl planeó y construyó el "calabozo" antes de encerrar allí a su hija durante casi un cuarto de siglo. "Hizo los planes con antelación. En 1983 ya estaba construido", dicen las autoridades, que intentan esclarecer cómo proveía de alimentos a los cautivos."Necesitamos a toda costa saber cómo funcionaba el gas, la electricidad. Cómo fueron tratados, si fueron torturados". A medida que avanzan, los agentes tienen una impresión "mucho peor" del suplicio, y necesitan hacer pausas debido a lo limitado de la renovación del aire. Paralelamente, antiguos inquilinos hablan en la prensa de los extraños hábitos de Josef.

El sótano del terror
Josef Fritzl planeó y construyó el "calabozo" antes de encerrar allí a su hija durante casi un cuarto de siglo. "Hizo los planes con antelación. En 1983 ya estaba construido", dicen las autoridades, que intentan esclarecer cómo proveía de alimentos a los cautivos."Necesitamos a toda costa saber cómo funcionaba el gas, la electricidad. Cómo fueron tratados, si fueron torturados". A medida que avanzan, los agentes tienen una impresión "mucho peor" del suplicio, y necesitan hacer pausas debido a lo limitado de la renovación del aire. Paralelamente, antiguos inquilinos hablan en la prensa de los extraños hábitos de Josef.
L D (EFE) De acuerdo con las declaraciones de Elisabeth Fritzl, de 42 años, fue en 1984 cuando su padre la atrajo hasta el sótano, la golpeó y la maniató, manteniéndola encerrada los 24 años siguientes, en los que la violó sistemáticamente y la dejó embarazada de siete hijos. "Hizo los planes con antelación. En 1983 ya estaba construido" el calabozo, explicó a Efe Franz Polzer, jefe de la Oficina contra el Delito de Baja Austria.
 
Según el agente, Fritzl (un técnico electricista hoy jubilado y en prisión preventiva tras ser detenido el pasado domingo) pidió en su momento la autorización pertinente para reformar el edificio donde tiene su domicilio en Amstetten. "Los planos que presentó fueron aprobados, pero no incluían las habitaciones que ahora hemos descubierto. Sin embargo, ya estaban construidas en 1983. Fue muy hábil", dijo Polzer en sus declaraciones telefónicas.
 
La tesis policial es que, tras obtener la autorización para llevar a cabo la reforma, construyó más de lo permitido, pero tapó luego lo que no estaba en los planos, por lo que en la habitual inspección realizada posteriormente no se descubrió nada. "Imagínese la pared de un sótano y le dicen que ahí se termina. Pero detrás de la pared había más", señaló Polzer.

"Es muy complicado de explicar, pero el lunes informaremos a la prensa y presentaremos un plano para que todo se entienda mejor", anunció. Polzer indicó que unos 30 agentes participaron el sábado en las pesquisas que se llevan a cabo en el zulo subterráneo y en otras investigaciones, aunque con menos personal.

Según la fuente, "lo más importante para nosotros ahora es esclarecer con detalle cómo se construyó este calabozo y analizar todo lo que encontramos en él para averiguar cómo vivían sus habitantes, de lo que disponían y de lo que no disponían"."Necesitamos a toda costa saber cómo funcionaba el gas, la electricidad. Cómo fueron tratados, si fueron torturados", insistió.
A medida que avanzan en sus pesquisas, los agentes tienen una impresión "mucho peor" de cómo fue el suplicio de Elisabeth y sus hijos en el zulo subterráneo de 60 metros cuadrados y 1,70 metros de altura, sin ventanas y con un pequeño ventilador. "Han sobrevivido, pero están todos enfermos. Nunca fueron vistos por un médico. Todos tienen problemas con la dentadura", dijo Polzer.

La renovación del aire en ese lugar es mínima y, de hecho, los expertos que efectúan las investigaciones necesitan hacer pausas para salir a tomar el aire.
Interrogatorios
 
Mientras, prosiguen los interrogatorios a vecinos, familiares e inquilinos del edificio de la casa de los Fritzl y, sobre todo, las declaraciones de muchos de ellos a los medios, que Franz Polzer, jefe de la Oficina contra el Delito de la Baja Austria, ni afirma ni desmiente. La Policía ya afirma que "nada se puede hacer" si esas personas "no se acuerdan de nada" cuando son interrogados por la Policía, pero luego hablan con la prensa.

Los agentes deberán escuchar los testimonios de unas cien personas que residen o han vivido en el edificio de tres pisos propiedad de los Fritzl en la localidad de Amstetten, donde tuvo lugar el peor caso de abuso conocido en Austria.

Desde el viernes, los medios de comunicación se hacen eco de los recuerdos de Sepp (Josef) Leitner, un camarero que entre 1990 y 1994 alquiló un estudio de 30 metros cuadrados en la planta baja de la casa de los Fritzl y quien ahora dice que está seguro de que pagó, sin saberlo, las cuentas de la luz de los "inquilinos" del calabozo subterráneo. Señala que vio "con frecuencia" cómo Josef Fritzl llegaba de noche a la casa, descendía de su vehículo Mercedes con bolsas de la compra y se dirigía directamente a la entrada del sótano por el jardín.

Otro antiguo inquilino, Alfred Dubanovsky, declaró al diario "Österreich" del sábado que conocía a Elisabeth de la escuela (ambos tienen la misma edad) y que la adolescente de entonces le confesó que no aguantaba más la vida en el hogar de sus padres. "Recordando, algunas cosas me parecen ahora raras", entre ellas ver a Josef Fritzl empujando "una carretilla con alimentos en el sótano, y su esposa lo ayudaba en ello", indica.

Dubanovsky añade que está "casi seguro" de que la mujer de Josef Fritzl, Rosemarie, sabía algo del secreto de su marido."Además, se iban de vacaciones por separado. Uno siempre se quedaba en la casa. Un poco raro, ¿no?", comenta.Sin embargo, las autoridades han reiterado que no tienen el más mínimo indicio que lleve a suponer que Rosemarie estaba al tanto de esta horrible historia. Además, en sus declaraciones ante la Policía, la propia Elisabeth, desde un principio, ha exculpado a su madre del martirio que sufrió en los últimos 24 años

Los médicos, por su parte, han resaltado el estado de "shock" en el que se encuentra Rosemarie, junto a Elisabeth y los niños, en un hospital local y bajo protección.


 
 


 



 

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