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LD (Víctor Gago) Del mensaje de Nochebuena al discurso de la Pascua Militar pronunciado este domingo, el Rey ha mantenido dos ideas fijas: derrotar al terrorismo y restituir a las víctimas.
 
El que acaba ha sido un periodo ominoso para las víctimas, apestadas del Gobierno, marginadas cuando no vejadas por los medios pro-gubernamentales –en la práctica, y en lo que a la negociación con ETA respecta, casi todos– y, como traca de la época, perseguidas y sentadas en el banquillo de la Audiencia Nacional sin que Rodríguez Zapatero, instigador de la denuncia contra el presidente de la AVT por un supuesto delito de injurias al presidente del Gobierno, se haya atrevido a dar la cara en el procedimiento.
 
La Prensa más cercana al Gobierno ha ido a saco, a por la destrucción personal y la estigmatización del grupo. En El País, la campaña ha sido concienzuda y feroz. Un catedrático de Filosofía del Derecho, Francisco J. Laporta, de la Universidad Autónoma de Madrid, postuló la exclusión de las víctimas de la vida pública.
 
En la misma tribuna periodística, el locutor de CNN+, José María Calleja, ha identificado a la AVT con la extrema derecha. También había llamado golpista a una colega suya, la periodista Isabel San Sebastián, por criticar la política de negociación con ETA seguida por Zapatero.
 
El hermano de un ministro del Gobierno de España se burló del presidente de la AVT llamándole "infame tarado" y haciendo el chiste macabro de que "le tocó la lotería el día que ETA asesinó a su hermano y a sus dos sobrinas pequeñas".
 
En el canal de televisión Cuatro, Iñaki Gabilondo empezó uno de sus noticiarios vejando a un poliomelítico que había asistido a una manifestación de las víctimas. Le acusaron de ser un farsante, siguieron con cámaras su forma de andar, lo acosaron hasta cuando iba a abrir la puerta de su coche adaptado, desde el PSOE se buscó su repudio público. Fue tal el linchamiento, que Gabilondo tuvo que pedir perdón un par de días después, pero ni Diego López Garrido ni José Blanco, que participaron en la misma cacería humana, lo han hecho aún. Todo lo contrario: el número dos del PSOE ha acusado a la AVT de inducir a asesinarle.
 
El mandato de Rodríguez Zapatero empezó con dos afiliados del PP detenidos por manifestarse en contra de la negociación con ETA y acaba con el presidente de la AVT sentado por inspiración o mandato de Zapatero en el mismo banquillo de la Audiencia Nacional que los terroristas.
 
Las palabras del Rey, primero en el mensaje de Nochebuena y ahora, incluso con mayor énfasis, en el tradicional discurso de la Pascua Militar, componen apenas una parca y cálida declaración de afecto y un recordatorio explícito de que "nos debemos a las víctimas y a sus familias".
 
Van a ser difundidas con desdén, cuando no a silenciarse directamente, porque los que han participado en el intento de destruir a las víctimas como incómodo testigo de la negociación con ETA no pueden darse ahora por aludidos. Las ignorarán, mirarán para otro lado, les darán la vuelta como a un calcetín, oirán con sus oídos duros de roer y su corazón de piedra. Poco efecto harán en la mitad enferma o podrida, o las dos cosas, de España.
 
Muchas víctimas, en cambio, habrán escuchado esas palabras como un caldo reconfortante en mitad de la noche fría. Lo único justo y digno que han recibido del Estado en estos cuatro años.

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