Menú
SEGÚN UN ANÁLISIS DEL PROGRAMA MUNDIAL DE ALIMENTOS

Las subvenciones a los biocombustibles multiplican por tres el precio de los cereales

Un estudio del Programa Mundial de Alimentos (WFP, en sus siglas en inglés), advierte de que los incentivos que aplican los gobiernos de los países más ricos a las inversiones en biocombustibles están presionando fuertemente al alza el precio de los cereales, llegando a triplicarlo en los últimos tres años.

Un estudio del Programa Mundial de Alimentos (WFP, en sus siglas en inglés), advierte de que los incentivos que aplican los gobiernos de los países más ricos a las inversiones en biocombustibles están presionando fuertemente al alza el precio de los cereales, llegando a triplicarlo en los últimos tres años.
(Libertad Digital) El mecanismo es sencillo, según explica en este estudio el director ejecutivo del WFP, Josette Sheeran, y que recogen Dennis T. Avery y Alex A. Avery: “Estamos quemando la comida en nuestros automóviles”. La creciente tendencia de las autoridades de los países más ricos por subvencionar y promocionar con ayudas públicas la producción de biocombustibles ha presionado al alza el precio de los alimentos.
 
Las grandes producciones agrícolas han incrementado la producción de este tipo de cultivos en detrimento de los tradicionales (los destinados a la alimentación), provocando la carestía de éstos llegando incluso a triplicar los precios de los cereales en los últimos tres años.
 
El WFP trata de alimentar a más de 70 millones de personas en 78 países mediante contribuciones voluntarias. Unas contribuciones que no crecen frente a unos costes que han ascendido a millones de dólares cada semana. Unos datos poco alentadores para los habitantes del tercer mundo que sufren la hambruna. En muchos países, éstos dedican el 60 o incluso el 80 por ciento de sus recursos en alimentos. Una proporción que podría volverse crítica con un aumento desorbitado de los precios.
 
Este encarecimiento se puede ver en productos como el maíz que ahora cuesta unos 5 dólares por fanega (43 kg), cuando hace tres años costaba 1,82 dólares. Una proporción aplicable a los precios del trigo, la soja, el arroz o incluso el algodón.
 
Esta tendencia ha provocado efectos como que Pakistán se esté planteando imponer de nuevo el racionamiento de alimentos. Una medida que no tomaba desde 1980. Por otro lado, la inflación de los productos alimenticios en China alcanza ya el 18,2 por ciento. En Yemen, el precio de la mayor parte de pan importado y otros artículos alimenticios se ha doblado durante los últimos meses provocando incluso que se formen revueltas durante los repartos de ayuda humanitaria.
 
Desde otros organismos, en cambio, argumentan que el encarecimiento de los cereales se debe a la explosión demográfica de naciones como China e India. Un argumento sin peso, para Dennis y Alex Avery, que recuerdan que ambos países se han aprovisionado de grano y carne durante los últimos quince años para hacer frente a ese crecimiento demográfico.
 
El Financial Times, en una editorial, sostiene estas mismas tésis. “Los biocarburantes no alimentarán al hambriento”, reza este editorial que señala el fuerte cambio estructural que han provocado los biocarburantes. Según dice, en apenas dos años, EEUU ha desviado aproximadamente 40 millones de toneladas de maíz para producir bioethanol (aproximadamente el 4 por ciento de la población mundial).

En Libre Mercado

    0
    comentarios