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La política energética del Gobierno pone en riesgo el sistema eléctrico nacional

Un estudio del Foro Nuclear estima que España deberá construir al menos, otras diez plantas nuevas, de entre 1.000 y 1.200 megavatios (MW) de potencia, para garantizar la estabilidad y seguridad de la red eléctrica en 2030. “Las energías renovables no aportan estabilidad al sistema”, según los expertos. De mantenerse el actual plan del Gobierno de cierre de centrales e incremento progresivo de las fuentes sostenibles, “más vale que nos pongamos a rezar”, según el ex director general de Red Eléctrica de España, autor del informe, ya que podría suponer “el colapso del sistema”.





Un estudio del Foro Nuclear estima que España deberá construir al menos, otras diez plantas nuevas, de entre 1.000 y 1.200 megavatios (MW) de potencia, para garantizar la estabilidad y seguridad de la red eléctrica en 2030. “Las energías renovables no aportan estabilidad al sistema”, según los expertos. De mantenerse el actual plan del Gobierno de cierre de centrales e incremento progresivo de las fuentes sostenibles, “más vale que nos pongamos a rezar”, según el ex director general de Red Eléctrica de España, autor del informe, ya que podría suponer “el colapso del sistema”.
LD (Manuel Llamas) Según el estudio Mix de generación del sistema eléctrico en el horizonte 2030, auspiciado por el Foro, el sistema eléctrico nacional precisa de un parque nuclear de entre 20.000 MW (megavatios), “la cifra más factible dadas las limitaciones técnicas y sociopolíticas existentes”, y 25.000 MW, el escenario máximo.

Con estas premisas, el estudio señala que los 20.000 MW de potencia "puede ser una cifra razonable" que se alcanzaría mediante el alargamiento o la reposición de la vida útil de las actuales centrales y la puesta en marcha de otros 13.000 MW, equivalentes a unas diez plantas nuevas. Actualmente, existen 7.730 MW de potencia nuclear distribuidos en ocho centrales nucleares. Así, España necesitaría triplicar la generación nuclear existente actualmente en el país en apenas 20 años.

Sin embargo, el Gobierno apuesta por suprimir paulatinamente la generación de energía nuclear en España, al tiempo que pretende incrementar el uso de las renovables en el horizonte próximo, en base a las directrices marcadas desde la UE. Los autores del estudio, Victoriano Casajús y Cristina Martínez Vidal, estiman que una estrategia de este estilo haría peligrar en el futuro próximo la estabilidad del sistema eléctrico español.
 
“El sistema precisa responder con eficacia a las constantes variaciones de demanda que se producen. En apenas dos horas se puede producir un cambio brusco en el consumo que llegue a duplicar la necesidad de potencia distribuida”. Tales oscilaciones precisan de una “regulación de la energía primaria estable”, según Casajús, que fue director general de Red Eléctrica de España (REE). Las turbinas de vapor (convencional y nuclear) aportan dichas garantías, ya que son capaces de elevar su potencia de forma rápida para atender la demanda o ante un problema de falta de generación, y también colaboran a la hora de reponer el sistema eléctrico tras un incidente.
 
Francia y Reino Unido apuestan por la energía atómica
 
Mientras, tal estabilidad no puede ser proporcionada “ni por la eólica ni por la fotovoltaica”. En la actualidad, el sistema dispone de unas fuentes de generación “perfectamente acopladas y acordes con el modelo de producción eléctrica nacional”. Sin embargo, las energías limpias “no se amoldan al sistema de igual modo”, advierte.  De hecho, “ni siquiera las plantas de ciclo combinado generan energía primaria”, lo cual es un “problema” en sí mismo para la propia estabilidad del sistema, según Casajús.
 
Hasta hace apenas cuatro años, España disponía “del mejor mix de generación eléctrica del mundo”, pero ahora, “lo dudo”, señala. Y es que, “no se puede excluir ninguna fuente energética”, algo que chocaría frontalmente con las intenciones del PSOE en caso de ganar los próximos comicios del 9 de marzo. En concreto, el programa socialista recoge la intención de no renovar las centrales existentes, así como impedir la construcción de nuevas plantas. Una estrategia energética que sigue justo la dirección opuesta a la que, en la actualidad, mantienen potencias europeas de la talla de Francia y Reino Unido.
 
Por el contrario, el informe destaca entre sus conclusiones que hay que prever una potencia instalada total para 2030 de, al menos, 125 GW (gigavatios) -actualmente hay 90 GW instalados- con el fin de cubrir tanto la punta extrema como la demanda de energía media estimada para esa fecha. Y es que, el consumo de electricidad se duplicará de 2008 a 2030, por lo que “urge instalar más generación”, según el citado documento. En concreto, en el horizonte de 2030, al menos entre un 50 y 60 por ciento de la generación energética nacional debería proceder de turbinas de vapor e hidráulica. A ello, se podría sumar un 20% procedente de ciclos combinados y otro 20 por ciento de renovables.
 
“Sería altamente arriesgado y peligroso que, por ejemplo, el 60 por ciento de la generación energética procediera de fuentes renovables, como la eólica”. Así, Casajús admite que “rezaría” porque “la inestabilidad del sistema sería enorme”. No descarta que, de aumentar el peso de este tipo de energía en el mix futuro de generación eléctrica sin incrementar las fuentes convencionales, el sistema nacional al completo se desplome, desabasteciendo de electricidad a toda la población y empresas del país. Llegado el caso, “habría que ver quién sale a explicar a la gente lo que ha pasado. ¡Lo que es seguro es que no sería ningún ministro!”, indica.
 
2.500 MW de eólica equivalen a 600 de nuclear
 
Lo ideal, según este experto, es que la nuclear aporte, al menos, un tercio de la generación eléctrica total. En la actualidad, apenas supone el 9 por ciento de la capacidad instalada en el país (82.336 MW). Mientras, la construcción de diez centrales nuevas exigiría una inversión de 26.000 millones de euros (2.000 millones por cada 1.000 MW), además de las inversiones en redes y subestaciones eléctricas, según el documento. Resulta curioso, sin embargo, que “2.500 MW de generación eólica cueste lo mismo que la instalación de 1.000 MW de nuclear”. La diferencia clave, según Casajús, “esos 2.500 de eólica rinden como 600MW de origen atómico”, ya que las fuentes limpias funcionan a pleno rendimiento mucho menos tiempo al año.
 
Por su parte, el presidente del Foro, Eduardo González, ha indicado que las compañías eléctricas tienen capacidad suficiente para acometer dicho esfuerzo inversor y circunscribe el debate sobre la evolución futura de la nuclear al ámbito sociopolítico.”Es una cuestión de regulación, no de capacidad financiera. Las compañías españolas actualmente construyen centrales nucleares en otros países”, afirma.
 
El estudio ha considerado a España como un sistema aislado que funciona "como una autarquía" (por ejemplo, no ha tenido en cuenta la futura conexión con Francia) y con la premisa básica de que no se deben producir interrupciones, es decir, primando la seguridad del suministro, según ha explicado Cristina Martínez.

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