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DISCURSO ÍNTEGRO DE ZAPATERO

Compañeras y compañeros,
 
Amigos invitados,
 
Quiero trasladaros en primer lugar un saludo cordial. Un saludo que además, en el caso de los delegados, es una enhorabuena por ser delegados al Congreso Federal del partido Socialista Obrero Español.
 
Quiero hacer una referencia singular a un grupo de delegados: los delegados del exterior, de América Latina y Europa, que están aquí con nosotros. Me siento orgulloso de que estén con nosotros  y me siento más orgullosos de que en esta etapa hayamos dedicado una política a acordarnos de los españoles que están más allá de nuestras fronteras: con el Estatuto de la Ciudadanía de los españoles en el Exterior y con la aprobación de la nacionalidad para los nietos de los españoles que tuvieron que salir de España por las graves crisis económicas y por la dictadura, por la falta de libertades. Me siento orgulloso de ello.
 
Ese Estatuto de Ciudadanía y ese reconocimiento a los nietos de españoles para que tengan la nacionalidad española, porque son hijos de España, nunca lo habría hecho la derecha, porque la derecha nunca se acuerda ni de los que menos tienen ni de los que están más lejos.
 
Amigas y amigos,
 
Celebramos el trigésimo séptimo Congreso del Partido Socialista Obrero Español. Treinta y siete veces en ciento veintinueve años nos hemos reunido en un congreso ordinario. Trece veces hasta el final de la República, trece veces en el exilio, y con esta, once veces en democracia. Siempre nos hemos reunido bajo las mismas siglas, siempre bajo los mismos valores, siempre con la misma voluntad, siempre con el mismo coraje que va a presidir este  Congreso Federal del PSOE.
 
Somos el mismo partido que en 1888, en Barcelona, se reunió por primera vez en un Congreso. A aquel congreso asistieron 18 delegados. Al segundo congreso, que se celebró en Bilbao dos años más tarde, asistieron 12 delegados. Ese es nuestro origen. Un pequeño grupo de personas que supieron estar a la altura de sus propios sueños.
 
Lo más impresionante, cuando volvemos la vista a aquellos primeros congresos, no es que fueran doce o dieciocho delegados. Lo más impresionante es que eran trabajadores. Personas comunes que decidieron hacer algo extraordinario. Decidieron que nuestro país y su destino no podían estar en unas pocas manos, sino que debían pertenecer a todos los hombres y mujeres que lo habitan. No era fácil. Pero los nuestros son de esos sueños que no se abandonan, que se persiguen toda la vida.
 
En pos de un sueño de libertad, de igualdad, de justicia social, aquellos socialistas decidieron no dejar las cosas como estaban, y pusieron en marcha la más importante fuerza política de nuestra historia, el PSOE, la fuerza del cambio. La fuerza del progreso social, de la transformación de nuestro país en una sociedad más justa, más solidaria, más libre. Desde entonces, los socialistas hemos atravesado buenos y malos momentos; y la historia de nuestros congresos se funde con la historia de nuestro país, fuimos 977 delegados en 1932, durante la Segunda República, y 157 delegados en 1950, en el exilio. Ahora somos 995 delegados.
 
Los socialistas crecemos con la libertad y con la democracia; y hacemos crecer la democracia y la libertad. Esa es la sencilla lógica de nuestro empeño más que centenario. Por eso ahora somos un partido fuerte, porque hemos trabajado tenazmente para que los ciudadanos y ciudadanas sean fuertes; por eso ahora nuestra causa está más segura, porque hemos dado la solidez de las leyes a los principios de libertad, de igualdad y de solidaridad.
 
Compañeras y compañeros.
 
Es del trabajo realizado durante los últimos cuatro años, en pos de nuestros objetivos como socialistas, de lo que debo dar cuentas esta tarde en cumplimiento de nuestras normas. Hace ya muchos años que vi por primera vez hacer lo mismo a Felipe González en esta tribuna. Y de él aprendí, aprendimos todos, que la defensa de la gestión de la Comisión Ejecutiva Federal no se resume en presentar la victoria electoral.
 
Es nuestro trabajo, y no nuestra victoria, lo que debe ser sometido a la consideración de los delegados y delegadas a este Congreso. Un trabajo que quienes formamos parte de la ejecutiva hemos tenido la responsabilidad de dirigir. Pero que es el trabajo de muchos compañeros y compañeras, y también de muchas otras personas. Personas que, sin ser afiliados al Partido, piensan como nosotros, comparten nuestros valores, y entregan cada día buena parte de su tiempo, de sus energías, a la misma causa que nosotros.
 
A lo largo de nuestra historia, muchas personas han padecido sufrimientos e injusticias por defender nuestros mismos ideales. No recordamos quién fue el primer socialista que fue asesinado por defender nuestras ideas. Pero nos acordamos muy bien del último: un trabajador, un socialista vasco, que se llamaba Isaías Carrasco.
 
En honor a esas personas que tanto han sufrido y sufren aún, nunca me escucharéis exagerar retóricamente las dificultades frente a las que nos encontramos. Sin embargo, soy consciente de que la causa del socialismo es siempre exigente, siempre aparecen resistencias y complicaciones; por eso sé que no hubiéramos avanzado tanto en estos cuatro años sin contar con el trabajo y la lealtad de tanta gente.
 
Por eso os doy las gracias de todo corazón y os ruego que se las hagáis llegar a vuestros compañeros en las agrupaciones y en vuestros lugares de trabajo, a vuestros vecinos, a vuestros familiares y amigos. Os pido que nuestra gratitud llegue a todos, desde los que han dedicado grandes esfuerzos, hasta los que un día sencillamente dijeron una sola palabra a nuestro favor. Ninguno de los riesgos que hemos debido asumir lo hubiéramos podido tomar sin contar con su crédito. Ninguno de los avances que hemos llevado a cabo hubiera podido ser sin su compromiso, sin su confianza.
 
Os aseguro que con un partido como el nuestro, con los valores, la gente y la experiencia de nuestro partido; con un país como el nuestro, con su toda sus capacidad de prosperar, con todo su espíritu de tolerancia y de superación; os aseguro que con un partido y un país así, pensar que somos capaces de afrontar con éxito las adversidades, que somos capaces de resolver los problemas, es decir, ser optimistas es algo más que un acto de racionalidad. Es una exigencia moral, un rasgo de decencia, y hasta de elegancia. Nadie nos ha elegido para que nos quejemos, sino para que seamos la expresión política de la pujanza de nuestra sociedad y del valor de sus ciudadanas y ciudadanos. Para eso nos han elegido.
 
Tendremos que asumir riesgos, deberemos actuar, aún siendo conscientes de que nunca se está completamente preparado; deberemos actuar aún sabiendo que nunca se dan todas las condiciones favorables. No nos podemos permitir el miedo a fracasar. El único miedo que podemos permitirnos es el miedo a no intentarlo, el miedo a dejar pasar la oportunidad para siempre, el miedo a no haber hecho cuanto pudimos y cuando pudimos.
 
Compañeras y compañeros,
 
Gobernar un país exige estar a la altura de ese país. Hay que estar a la altura de sus posibilidades, de las ambiciones, de los valores de sus ciudadanos. Eso es lo que nosotros tratamos de hacer cada día con humildad y constancia, es lo que tratamos de hacer en cada proyecto que abordamos. Estoy convencido de que pecar de optimismo respecto a las posibilidades de su propio país, es un pecado venial. El pecado mortal es desaprovechar esas potencialidades, ignorar nuestras propias fuerzas, nuestras propias virtudes como país. El pecado mortal es entregarse, apartarse junto al camino y decir no puedo más y aquí me quedo. Ese es el pecado mortal y nosotros no vamos a cometerlo.
 
Quien gobierne nuestro país debe tener bien presente que gobierna una sociedad moderna, democrática, tolerante. Un país cuyas generaciones vivas acumulan una variada experiencia, una experiencia que las inmuniza contra la intransigencia, y que las sensibiliza ante muchas realidades de nuestro mundo. La experiencia de la guerra y de la paz. De la dictadura y la democracia. Del atraso y del desarrollo. De la pobreza y de la prosperidad. De la emigración y de la inmigración. Del analfabetismo y de la investigación de vanguardia. Del cierre y de la apertura al mundo. Del pesimismo y del optimismo. Un país que ha aprendido a mirarse en un futuro probable en lugar de en un pasado imposible. Un país, en definitiva, en el que se puede y debemos confiar.
 
Amigas y amigos,
 
Es para ese país, para esa España, experimentada y nueva, para la que trabajamos. Nuestro proyecto nace de la gente común, de sus valores y de sus esperanzas. Nos parecemos a España porque somos una parte importante de España, la España que teniendo un pasado duro y difícil, ha sabido construir el futuro con libertad y generosidad. Nuestro proyecto no es más que continuar construyendo ese país próspero y solidario, libre y pacífico.
 
No se puede entender la vocación de España en el mundo sin conocer la experiencia internacional de nuestro pueblo, de nuestras generaciones vivas. Sólo si se conoce el profundo sentimiento antibelicista de los españoles en el último siglo, puede entenderse que nuestro país sólo puede sentirse cómodo en una política de paz y seguridad amparada por la legalidad internacional.
 
A los españoles no nos gusta el aislamiento, ya lo vivimos demasiado tiempo, nos gusta sentirnos parte de Europa, del mundo, y asumimos con orgullo y responsabilidad  nuestras obligaciones. Estamos en Afganistán, en el Líbano, en la antigua Yugoslavia, formamos parte de la comunidad internacional, asumimos riesgos como corresponde a un país con una ciudadanía comprometida con los valores de la paz y de la legalidad.
 
Cuando incrementamos de manera más que considerable nuestro esfuerzo en cooperación para el desarrollo, no hacemos otra cosa que estar a la altura de nuestra sociedad civil, una sociedad que se vuelca cada vez que una desgracia en cualquier parte del mundo provoca el sufrimiento de los seres humanos. Esa es la política exterior que corresponde a la España que representamos, a la España democrática que contribuye a la justicia en el mundo y a la paz. Un país que tiene muy vivo el recuerdo de la ayuda recibida, y que sabe que debe ayudar a otros. La España de la Alianza Contra el Hambre, de la Alianza de las Civilizaciones. La España que trabaja por el pan y la paz en todos los lugares del mundo. Es ahí donde estamos los españoles, es ahí donde está el Gobierno de España.
 
Nos han criticado. A esto le llaman buenismo, y les disgusta el buenismo. ¿Cuál es la alternativa que proponen? Os lo diré, la alternativa que nos proponen es olvidar quienes somos, olvidar qué nos tocó vivir, olvidar todo lo que aprendimos de nuestra historia. Perder nuestras raíces para poder jugar mejor a la política especulativa, para servir al mejor postor, para gastar todo nuestro crédito en cualquier operación de riesgo. Eso fue lo que hicieron en el pasado, y eso es lo que volverían a hacer en el futuro si pudieran. Aunque no van a poder.
 
Nuestro país respeta la diversidad, porque es un país diverso. Hemos sufrido cambios sociales importantes, casi en una o dos generaciones hemos pasado de una sociedad agraria a una sociedad de servicios; del mundo rural al mundo urbano; hemos emigrado de Andalucía o Extremadura a Madrid, al País Vasco o a Cataluña, y en muchas ocasiones a Francia, Suiza o Alemania. Hemos aprendido que las costumbres cambian con el tiempo y en el espacio. Y eso nos ha hecho un país más sabio, más tolerante, y hemos ampliado la libertad en nuestras vidas. Ya nadie está dispuesto a perder esa libertad, y nadie está dispuesto a que otros que vienen a nuestro país no puedan disfrutar de esos derechos.
 
Por eso llevamos trabajando todos estos años por consolidar las libertades y los derechos de los ciudadanos de nuestro país. Cuánto ruido por una palabra, cuántos reproches por llamar matrimonio a las uniones de personas del mismo sexo.
 
Hicimos bien en resistir aquellas críticas que nos pedían que cediéramos, que cambiáramos el nombre, porque con el nombre heríamos la sensibilidad de algunas personas. Yo creo que a las personas sensibles, lo que les hería y les hiere, es la historia de injusticias, crueldades y humillaciones que han sufrido los homosexuales. Lo que a las personas sensibles les hiere, es la mezquindad de quienes todavía pretenden mermar el pequeño y simbólico reconocimiento que supone la palabra matrimonio para ellos. Estoy convencido de que eso es lo que sienten las personas sensibles, es decir, la inmensa mayoría de la población.
 
De todo aquello hoy queda la alegría de las parejas que se casan, la normalidad lentamente conquistada, la felicidad privada y la decencia pública. Somos un país más avanzado, donde hay más gente más libre y más feliz, porque nadie tiene derecho a decirle a nadie cómo o con quién debe vivir. Esa es la igualdad que han conquistado las parejas homosexuales, la misma libertad que las parejas heterosexuales para casarse con quien quieran. Y esto es irreversible.
 
Cuando facilitamos el divorcio entre matrimonios que ya están rotos, hicimos lo que quiere la inmensa mayoría de la sociedad española, una sociedad decente, que no humilla, que no se empeña en prolongar el sufrimiento de las personas aludiendo a unas creencias que esas personas no comparten. Es verdad que en España hay otro proyecto político, pero en él no cabe la mayoría de los ciudadanos para ser libres e iguales.
 
Si hubiéramos cedido, si en lugar de interpretar con acierto el sentir de la sociedad española nos hubiéramos plegado al capricho de una minoría no muy representativa y poco coherente, hubiéramos perdido una gran oportunidad para todos, y la hubiéramos perdido por mucho tiempo. Es algo que debemos tener bien presente en el futuro a la hora de recibir críticas. Porque siempre vamos a recibir críticas estemos en lo cierto o nos equivoquemos, por eso tenemos que tener claro cuándo no podemos tomarlas en consideración. No nos van a detener.
 
Estos últimos tiempos hemos escuchado muchas de esas críticas, se ha criticado la creación del Ministerio de Igualdad, se ha criticado a la ministra de Igualdad, pero no es el ministerio ni la ministra lo que de verdad les molesta, es la igualdad plena entre hombres y mujeres. Lo que de verdad les molesta es que las mujeres alcancen los mismos niveles de libertad que los hombres, lo que de verdad les molesta no es la ministra ni el ministerio, sino perder su poder sobre las mujeres, les molesta que no sean dependientes ni estén sometidas a ellos. No daremos un paso atrás, seguiremos trabajando por la igualdad plena de las mujeres, y daremos muchos pasos adelante. Este es mi compromiso.
 
Amigas y amigos,
 
Si hay algo que nuestro pasado nos ha hecho valorar a los españoles es la convivencia. Desde que los españoles comprendimos que las reglas de la vida política democrática se basan en la competición y no en el enfrentamiento; desde que comprendimos que somos competidores y no enemigos, hemos cimentado la convivencia en el diálogo y la legalidad. Diálogo y legalidad como base de la acción política y de la vida social. El diálogo, la búsqueda del acuerdo, forman parte de la esencia de nuestra democracia.
 
Durante todo este tiempo nosotros, los socialistas, hemos sido leales a esos principios de diálogo y legalidad que inspiran a la sociedad española. Hemos sido leales a los valores  y a los procedimientos democráticos. Y durante estos años nos hemos esforzado en mejorar la calidad de nuestra democracia para mejorar la calidad de nuestra convivencia.
 
Hay quienes nos han criticado –espero que ahora menos porque hablan ya de diálogo-, porque decían que uno dialoga cuando no tiene una posición. Así es fácil entender su escasa propensión al diálogo. Consideran que el diálogo es una debilidad, es un error. Sin embargo os digo que es un poderoso instrumento de convivencia, pero también un activo importante para el avance económico y social.
 
Hemos dialogado con empresarios y sindicatos de muchos temas. Hemos dialogado y acordado sobre aspectos relacionados con los salarios, las pensiones, la salud laboral; y también en relación con la inmigración. Cada uno de nosotros, patronal, sindicatos y gobierno, acudimos al diálogo con nuestra posición de partida, y todos salimos del diálogo con un acuerdo. Es así como hemos conseguido el periodo de más paz laboral y el crecimiento y la prosperidad de estos cuatro años. Y no vamos a renunciar a ese instrumento.
 
Amigas y amigos,
 
Nuestro proyecto es un proyecto de paz y cooperación, de igual libertad, de convivencia y diálogo. Nuestro proyecto es, ante todo, un proyecto de integración y de cohesión social.
 
Cuando llegamos al gobierno la derecha había enfrentado al Gobierno con los territorios, y a los territorios entre sí. Esa es su particular forma de unir España. Los socialistas hemos trabajado y trabajaremos para dar cabida a las aspiraciones de todos, para mejorar la convivencia, para unir. Y hemos avanzado. Hemos hecho retroceder electoralmente a quienes han defendido las posiciones más radicales, a quienes han buscado el enfrentamiento. Hemos sido capaces de mantener un diálogo abierto, con todos aquellos que deben contribuir a la cohesión, a la convivencia y a la unidad de nuestro país.
 
España es diversa y plural. Lo es en su conjunto y lo es en cada una de sus partes. Por eso la integración es una tarea de todos, del conjunto y de las partes. Esa es nuestra posición, la posición de los socialistas. Y eso es lo que quieren la mayor parte de los ciudadanos. Siempre he estado seguro de que si mantenemos nuestros principios, nuestros valores, conseguiremos la comprensión y el apoyo mayoritario de los españoles en los temas territoriales; siempre he tenido la convicción de que si preservamos la diversidad y la pluralidad, fortaleceremos la unidad de nuestro país.
 
Estos días una parte de la derecha ha descubierto con extrañeza –como consecuencia de nuestro éxito en la Eurocopa- que la bandera es de todos. Ahora dicen que una parte de los españoles hemos perdido los complejos. No lo entienden. Es respeto, no complejos. Respeto a un símbolo que sólo debe ser usado cuando nos representa a todos. Eso es lo que han hecho con alegría los españoles y eso es lo que hemos sentido todos los ciudadanos. Deben dejar de usar los símbolos de todos, los sentimientos de todos, como si fueran sólo suyos; y sobre todo, deben dejar de usarlos contra otros españoles. Seguro que así harán un gran servicio a la unidad de nuestro país.
 
Y espero que no hagan con la lengua de todos lo que tanto tiempo han hecho con la bandera de todos. La lengua de todos y las lenguas de todos, porque todas las lenguas están en la bandera de todos.
 
Compañeras y compañeros,
 
Defendemos la integración de nuestra sociedad, la cohesión social –quizá como la aspiración más sentida de nuestro proyecto político-. Porque no podemos ser verdaderamente libres si somos vulnerables a la pobreza, a la enfermedad, a la falta de formación y de recursos para la vida. Por eso en este periodo nos hemos ocupado especialmente de jóvenes, para que tengan un trabajo más estable, mejores becas y más posibilidades de formación. O de los mayores, con mejores pensiones, con mayor asistencia. Nos hemos ocupado ante todo de las mujeres que más sufren, de aquellas que tienen y han tenido más dificultades para acceder al trabajo, para ser iguales, para tener derechos, para vivir una vida digna. Hemos llegado a la gran mayoría de los sectores sociales que necesitan más apoyo, más reformas y una mayor igualdad de oportunidades.
 
No podemos ser verdaderamente libres si nuestra pobreza e indefensión nos hacen dependientes de otros, aunque sea de la buena voluntad de otros. Por eso hemos convertido las ayudas en derechos, para que nadie dependa ni del capricho ni de la buena voluntad de nadie, para que todos seamos igualmente libres y ciudadanos dignos en nuestro país.
 
Cuando hemos mejorado la situación económica de quienes menos tienen, cuando hemos subido el salario mínimo, cuando hemos incrementado las pensiones, cuando hemos desarrollado leyes de apoyo a quienes no puede valerse por sí mismos, hemos mejorado el bienestar de las personas, hemos incrementado su libertad, hemos aumentado la cohesión de nuestra sociedad, la hemos hecho más solidaria, más unida. Y, a pesar de lo que digan ahora, no vamos a recortar el gasto social, lo vamos a mantener y a incrementar en la medida que podamos.
 
Da igual el momento económico que tengamos, porque la derecha siempre ha expresado la misma posición política. Creciendo fuertemente la economía, dijeron ‘no’ a la subida del SMI, diciendo que iba a originar destrucción de empleo; dijeron ‘no’ a subir el SMI a 600 euros, a eso dijeron no. Dijeron ‘no’ a que se suba en esta legislatura a 800 euros….y cuando subimos las pensiones…
 
Y cuando entra el debate económico nos advierten y nos generan miedo sobre el futuro de las pensiones y de nuestra Seguridad Social. Pues bien, yo garantizo en nombre del gobierno de España que nuestra Seguridad Social está fuerte y sólida y que nuestras  pensiones mínimas van a seguir creciendo para que nuestros mayores tengan más posibilidades.
 
No, no hacen análisis o previsiones económicas, porque lo que están pensando es en hacer negocio con una buena parte de nuestras políticas sociales y siempre dirigiendo el mandato a que se sacrifiquen los trabajadores, los que menos renta tienen, los que cobran el SMI. Y os diré, ya ese cuento no se lo cree nadie, por eso vamos a mantener nuestras políticas sociales y de empleo.
 
Siempre que crece menos la economía hablan de que hay que flexibilizar el mercado de trabajo. Ya sabéis para qué, para que los trabajadores y los que tienen más bajos ingresos tengan menos seguridad y menos derechos.
 
Hicimos un acuerdo entre empresarios y sindicatos para fortalecer la estabilidad en el empleo, para que se convirtieran contratos precarios en contratos estables. Mantendremos esa posición y, por supuesto, desde el Diálogo Social fortaleceremos los derechos laborales de los trabajadores. Y quien quiera proponer o intentar algo distinto que se suba a la tribuna del Parlamento y, si tiene valor, que lo diga y que no hablen por detrás ante los medios de comunicación.
 
Quiero recordaros que hemos duplicado el presupuesto para ayudar a acceder a una vivienda, que en estos 4 años 650.000 familias han tenido algún tipo de ayuda a la vivienda y que hemos establecido una Renta Básica de Emancipación para los jóvenes. Y hemos duplicado el destinado a proteger a la familia. Es así como se defiende, se apoya y se protege a la familia: con los permisos de paternidad, con la mejora de la conciliación de la vida laboral y familiar, y con la  una ayuda por el nacimiento de un hijo. Pero ya sabéis lo que pasa tantas veces en la vida: unos se apropian de la familia y otros somos los que apoyamos de verdad a las familias.
 
Compañeras y compañeros,
 
Nos podemos sentir orgullosos del trabajo realizado para mejorar la situación de muchas personas vulnerables en nuestro país y para ampliar sus derechos. Derechos que no habían tenido en todo el periodo democrático, derechos que no cuesta tanto alcanzar, como permitir que las personas que no pueden hablar como la mayoría, tengan el derecho a utilizar su lenguaje, la lengua de signos que hemos reconocido oficialmente, por primera vez, en nuestro país.
 
Amigas y amigos,
 
Han sido nuestros valores el hilo que sostiene nuestras políticas. Nuestro ideal de paz y solidaridad, de tolerancia y libertad individual, de una ciudadanía con igual libertad, de convivencia y diálogo, nuestro ideal de integración y cohesión social, dan coherencia a nuestra acción de gobierno y dan sentido a nuestro compromiso público. Es la lealtad, la profunda lealtad a esos valores, lo que nos une con una amplia mayoría de ciudadanos y ciudadanas de este país, una inmensa mayoría que se hace fuerte con nosotros y que nos hace fuertes a nosotros.
 
En los momentos difíciles, cuando hay que asumir retos difíciles, verdaderamente arriesgados, son los valores los que nos guían y sostienen. Fueron nuestros valores de paz, de diálogo, de respeto a la legalidad, los que nos guiaron durante el intento de proceso de paz. Hicimos lo que era nuestra obligación, lo hicimos convencidos y esperanzados. Merecía la pena intentarlo. Ya no es posible. De nosotros se espera que demostremos el valor para afrontar riesgos, sobre todo cuando algo tan importante como la vida y la libertad de las personas está en juego.
 
Por ello, proclamo: admiro el valor de los socialistas vasco y la tarea de Alfredo Pérez Rubalcaba para ese fin.
 
Amigas y amigos,
 
Es posible que en 1888 Pablo Iglesias y sus pocos compañeros se preguntaran, como soñando, sobre lo qué harían si en lugar de ser 18 delegados, fueran 995 como nosotros; imaginaros si la mitad de ellos fueran concejales, alcaldes, diputados, si entre ellos hubiera ministros del Gobierno de España. Estos días estamos reunidos para dar una respuesta a esa pregunta, para estar a la altura de nuestros ideales, de los mejores ideales de nuestro partido, de este partido que tanto ha dado sirviendo a España.
 
De nosotros se esperan nuevas ideas, más proyectos, se espera que seamos valientes al pensar y al actuar, se espera que nos atrevamos. No es una idea nueva decir que hacen falta nuevas ideas. Pero lo cierto es que debemos dar respuesta a situaciones diferentes a las que hemos conocido.
 
Los socialistas de 2008, nos sentimos, nos sabemos, herederos de los delegados de aquellos primeros congresos. Treinta y siete veces nos hemos reunido para dar, cada una de esas veces, un nuevo impulso que haga avanzar el proyecto que iniciara Pablo Iglesias. Sabemos que, con errores, nuestra historia está hecha con principios y con valores en los que nos reconocemos plenamente.
 
Otros, cuando se reúnen, en lugar de un impulso dan un giro, o un salto. Pero, pasan los años y siempre están en el mismo sitio. Es verdad que, de vez en cuando, cambian de nombre. Ese es su único cambio.
 
Compañeras y compañeros, con qué tranquilidad se puede decir que nosotros hemos sido, somos y seremos socialistas. Nosotros hemos sido, somos y seremos un partido de izquierdas. Con qué tranquilidad se puede decir, sin tener que buscar ningún disfraz. Sin tener que girar, o dar vueltas o saltar. Y podemos decir que hemos sido, somos y seremos un partido socialista, porque hemos preservado los principios y la coherencia.
 
Ya les conocéis. Siempre andan buscando que no celebremos nuestra victoria. Por eso este debe ser un Congreso también de celebración de nuestra victoria, un congreso de alegría por el respaldo mayoritario de 11 millones de ciudadanos. Quieren que no celebremos nuestra victoria porque quieren que nos frenemos. Pero no nos vamos a frenar, vamos a pisar el acelerador del cambio, vamos a seguir impulsando nuestro proyecto con ánimo, con ideas, con fuerzas y con coherencia.
 
Amigas y amigos,
 
Hace ocho años que me distéis, en un congreso como este, vuestra confianza. Es verdad que podría resumir mi tarea en un solo dato: el incremento de apoyo electoral en más de tres millones de votos y el haber pasado de la oposición al Gobierno, tener más Comunidades Autónomas gobernadas que el PP, más alcaldes, más concejales. Pero, con ser valioso, no es lo más valioso.
 
Lo valioso de verdad es todo lo que hemos hecho por nuestro país, por los que no tenían derechos, por los que no eran iguales, por los que tenían más dificultades para llevar una vida digna. Eso es lo más valioso de lo que ha pasado en este tiempo.
 
Una de las cosas más valiosas que ha pasado en este tiempo es algo en lo que siempre pongo énfasis, porque sé que lo sentís. Porque todo socialista sienten las dificultades de los que están cerca y de los que están lejos. Lo que más valoro de este periodo es que, en poco tiempo, España se ha puesto a la cabeza de los países desarrollados en la lucha contra el hambre y contra la pobreza para acabar con ese titular maldito que todos los medios de comunicación del mundo podrían escribir cada día: ayer han muerto 20.000 niños por desnutrición en el mundo.
 
Cada contribución, esfuerzo y compromiso que hagamos en esa dirección nos va a hacer ante la historia, ante el mundo, grandes y digno. Esa es la manera para que nuestro país salga del rincón de la historia y sea reconocido en todos los lugares del mundo.
 
Porque, si hay algún desafío –y tenemos muchos- que existe en la sociedad global en la que vivimos, es la miseria, la pobreza, la ausencia de salud, de educación, de posibilidades para millones y millones de seres humanos. En ello nos va nuestra dignidad y parte de nuestro bienestar. En ello nos va nuestra condición y por ello sé que interpreto vuestro sentir al afirmar y comprometerme a que, aunque evolucione la economía de forma diferente en este periodo, no vamos a detener el incremento de la ayuda al desarrollo. Lo vamos a seguir incrementando por responsabilidad como país y por coherencia con nuestros valores e ideales.
 
Estas son las cosas valiosas, que merecen la pena. Las cosas valiosas por las que uno se puede sentir orgulloso de ser delegado a un congreso del PSOE. Haber otorgado derechos a quien no los tenía, haber hecho iguales a quien estaba discriminado, haber apoyado a quien menos capacidad económica tiene, estar en la solidaridad con los que sufren de manera denigrante en el mundo. Esto es lo que merece la pena.
 
Y os diré cuál ha sido mi mejor recurso para conseguir todo eso. Mi mejor recurso, mi fuerza, mi optimismo, ha sido vuestro apoyo y vuestro cariño. Si algo me ha hecho asumir riesgos, y sabéis que los he asumido y los asumiré si es necesario, ha sido saber que contaba con vosotros. Y no sabéis hasta qué punto he sentido vuestro apoyo permanente, entregado, generoso, todos y cada uno de los días; y sobre todo en la última campaña electoral, acto a acto, viendo vuestro esfuerzo, vuestra entrega, vuestras ganas de ganar y vuestra convicción sobre lo que estábamos haciendo. Vosotros sois toda mi fuerza y todo mi optimismo. Muchas gracias a todos.
 
Es ese apoyo el que me hace salir como si fuera la primera vez que subo a esta tribuna. Con el mismo ánimo, con iguales ganas, pero con más fuerza. Con el mismo respeto a vosotros, con el mismo respeto a nuestro partido y a su historia, con el mismo respecto a nuestra democracia y a nuestra libertad interna, con el mismo respeto a quienes no piensan como nosotros. Pero con más fuerza para cambiar las cosas. Hemos cambiado muchas, pero nada nos ha hecho cambiar de nuestro ideal más sentido: la justicia social.
 
Entramos fuertes en este Congreso y vamos a salir más fuertes. Es la fuerza del cambio, de esa aspiración de cambiar las cosas, que nos da sentido como proyecto político. De cambiar las cosas desde los mismos principios y desde los mismos valores. Cambiamos las cosas porque nosotros no cambiamos. Esa es la clave. Porque somos leales a los ideales del socialismo democrático, a los ideales que soñaron tantos como nosotros, a los ideales que están presentes en millones de españoles, a los ideales por los que merece la pena comprometerse, arriesgarse, entregarse, a los ideales que nos hacen sentirnos orgullosos de la tarea emprendida, del camino por recorrer y de nuestra organización. Una organización fuerte y sólida, y que haremos más fuerte y más sólida en todas y cada una de las Comunidades Autónomas. Esa tarea la tenemos por delante.
 
Una organización con una dirección al frente, esta Ejecutiva, de la que os aseguro sólo puedo decir palabras de elogio, de gratitud y de cariño. Han trabajado incondicionalmente en apoyo del Gobierno, han trabajado sin descanso para apoyar a todas las organizaciones, han sido fuertes y valientes, han dado la cara. Y de entre ellos, José Blanco, ese magnífico secretario de Organización.
 
Hace ya algunos años acudí por primera vez como delegado a un Congreso Federal, rebosaba emoción como hoy.
 
Hace ya algunos años os pedí la confianza para dirigir el Partido y lo hice convencido de ofreceros un tiempo de victorias electorales como hoy estoy convencido de que las tendremos en el futuro.
 
Hace cuatro años ganamos las elecciones y hace tres meses también y ganamos porque confiamos en España, como hoy confiamos en España y en su futuro. Ganamos porque confiamos en España y también porque respetamos que España es de todos.
 
Compañeras y compañeros,
 
Entre nuestras prioridades más importantes para el trabajo de estos tres días y dar respaldo a la tarea que tenemos que acometer está fortalecer las bases del  diálogo social que queremos acordar con empresarios y trabajadores este mismo mes para llegar a un acuerdo social que permita fortalecer las políticas sociales ahora que son incluso más necesarias que nunca. Para estimular y apoyar a los empresarios y emprendedores para que sigan invirtiendo y creando empleo. Para mantener un esfuerzo en infraestructuras e investigación y reducir nuestro consumo energético para ganar el reto del cambio climático. Para volver la mirada a la agricultura y el mundo rural, que va a ser imprescindible. Para hacer un esfuerzo más intenso por seguir mejorando nuestro sistema educativo, y dedicar una especial atención a la Formación Profesional. Y, por supuesto, para extender los derechos de los ciudadanos propios de una España laica.
 
Amigas y amigos,
 
Confío es este país y confío en este partido.
 
Y eso es lo que hoy, mañana y pasado debemos transmitir a los ciudadanos con nuestro trabajo: confianza. Confianza por nuestra unidad, por nuestra fuerza como proyecto, por nuestro compromiso social, porque sabemos el rumbo que tenemos que llevar adelante. Confianza por nuestro país, por sus ciudadanos, por sus trabajadores y representantes, por sus empresarios. Confianza.
 
Compañeras y compañeros,
 
Gracias, todas las gracias. A trabajar, y también conviene que consumáis.

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