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López Aguilar deja Canarias a los ocho meses para abrazarse a un escaño o un Ministerio

El líder del PSC se despidió este jueves del Parlamento de Canarias para abrazarse a su acta de diputado en el Congreso. Juan Fernando López Aguilar lo deja como llegó hace sólo ocho meses: furioso, verborreico y enfrentado al mundo, pero sin cumplir el encargo que le hizo Zapatero, cambiar la mayoría de gobierno en Canarias. Jerónimo Saavedra ya ha apuntado que si López es nombrado ministro, debería discutirse "sin miedo" su continuidad al frente del partido. En el PSC, respiran aliviados.

El líder del PSC se despidió este jueves del Parlamento de Canarias para abrazarse a su acta de diputado en el Congreso. Juan Fernando López Aguilar lo deja como llegó hace sólo ocho meses: furioso, verborreico y enfrentado al mundo, pero sin cumplir el encargo que le hizo Zapatero, cambiar la mayoría de gobierno en Canarias. Jerónimo Saavedra ya ha apuntado que si López es nombrado ministro, debería discutirse "sin miedo" su continuidad al frente del partido. En el PSC, respiran aliviados.
LD (V. Gago) Primer y último debate de Juan Fernando López Aguilar sobre el estado de Canarias. Hace ocho meses, se sentó por primera vez  en su escaño ultraperiférico, después de haber ido forzado por José Luis Rodríguez Zapatero a las Elecciones autonómicas.
 
Las ganó por mayoría simple –26 escaños, a 5 de la absoluta– pero la mayoría de los votantes no lo apoyó, sino que dio su papeleta a CC o a PP, que forman el actual Gobierno regional presidido por Paulino Rivero (CC).
 
López Aguilar se ha despedido como llegó, en medio de bronca, desfogándose en una erupción volcánica de invectivas y profecías deslegitimadoras de una Canarias en la que él no gobierne.
 
"El problema no es que yo me marche, sino que Usted se queda", fue lo más amable que le dijo a Paulino Rivero durante el clásico debate de la situación regional, celebrado este miércoles y jueves en la Cámara autonómica, y que concluye este viernes con la tradicional aprobación de resoluciones.
 
El nivel del presidente estuvo a la altura del ambiente de bronca tabernaria del debate.
 
La susceptibilidad de López Aguilar, que hace días se comparaba con Galdós y llamó "ruines y mequetrefes" a quienes le envidian en las Islas, se disparó cuando Paulino Rivero citó a Chikilicuatre, el bufón enviado por el público de TVE al festival de Eurovisión, como parentesco estético del jefe de filas del PSC.
 
Fue el acabóse: "Esa alusión grotesca es una infamia que el Parlamento no merece y que pone al presidente del Gobierno a su propia altura ante los canarios", dijo López Aguilar, que acusó a Rivero de "desfondar el prestigio del Parlamento con esa degradación inaudita".
 
Está claro que al líder del PSC no le gusta Chikilicuatre, a pesar de haber llegado a Eurovisión lanzado por el canal de televisión más próximo al calor del astro socialista, La Sexta, y de haber sido votado por una mayoría tan democrática como la que eligió a Zapatero el pasado 9 de marzo.
 
La fuga de López Aguilar obliga a recomponer el PSOE en Canarias.
 
Deja un partido que es mayoría en el Parlamento, pero que ha cavado una fosa impracticable entre sí y el resto del mundo. Deja un estilo crispado, descalificador y con rasgos de megalomanía.
 
Su experiencia propone una curiosa paradoja: llevar al PSOE a uno de sus mejores resultados electorales en las Islas y, al mismo tiempo, alejarlo más que nunca de la posibilidad de gobernar.
 
En Canarias, sin capacidad de pactar es inútil hacer carrera política. Y el hecho es que López Aguilar no ha cumplido con el encargo que le hizo Rodríguez Zapatero, que no era ganar las elecciones, sino gobernar. Teniéndolo todo a favor –mayoría, conexión con el Gobierno central–, ha carecido de lo fundamental, inteligencia para entender la peculiar estructura política del terreno que pisaba.
 
El alivio por el adiós de López Aguilar apenas se disimula entre sus propias filas.
 
Alguien tan querido en el PSC como su presidente, Jerónimo Saavedra, ha hecho elocuentes comentarios esta semana, en la cadena SER.
 
El alcalde de Las Palmas de Gran Canaria, recién llegado de Salzburgo donde coincidió con su colega de Madrid, Alberto Ruiz-Gallardón y con el director de El País, Javier Moreno, en el montaje de La Valkiria de Wagner, por Sir Simon Rattle, dijo que "si Juan Fernando es nombrado ministro, habrá que debatir sin miedo sobre su continuidad como secretario del PSC". Lo que el ex ministro Saavedra ha querido decir es que podría darse una incompatibilidad operativa entre la responsabilidad orgánica en una federación regional del PSOE y la responsabilidad de gobierno.
 
La presencia de Juan Fernando López Aguilar es una de las incógnitas sin despejar del próximo Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero. Empiezan a cubrirse huecos en las apuestas de los distintos diarios, y aunque López Aguilar estuvo situado en las quinielas iniciales, sin embargo, las últimas ni lo nombran.
 
Quizá sea el mejor indicio, a su favor, de que el destierro terminará con un regreso a la gloria.

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