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TRASHUMANCIA

Unas 1.500 ovejas recorrieron el centro de Madrid para reivindicar las vías pecuarias

Alrededor de 1.500 ovejas merinas recorrieron entre decenas de curiosos y por duodécimo año consecutivo las calles del centro de la capital para reivindicar la conservación de las vías pecuarias y la defensa de este práctica milenaria. Encabezadas por cinco pendones de más de diez metros de altura y cincuenta kilos de peso tradicionales de la provincia de León, el rebaño relegó a los vehículos para adueñarse durante tres horas del asfalto bajo al atenta mirada de decenas de madrileños y turistas.

L D (EFE) Cámara en mano, ya fuera fotográfica o del teléfono móvil, numerosas personas inmortalizaron una imagen que se repite ya desde hace doce años, sobre todo los más pequeños, que animados por sus padres se atrevieron a tocar la lana de los animales, mientras cuatro camiones del SELUR limpiaban del asfalto las "huellas" del paso del ganado.

A las nueve y media, el cortejo de ganado ovino, perros mastines, caballos y hasta una pareja de bueyes anclados a un carro como representación simbólica de la antigua forma de transportar la madera, iniciaba su recorrido junto a la catedral de La Almudena.

A continuación, y tras hacer parada obligada en la plaza de la Villa, donde el dueño de las ovejas, Julio de la Losa, entregó al concejal del distrito Centro, Luis Asúa, los 50 maravedíes como pago simbólico por al utilización de las dehesas y los prados de la Villa, el rebaño "visitó" la Puerta del Sol, Cibeles y la Puerta de Alcalá, donde aún se conserva un mojón que recuerda los derechos de los pastores a utilizar estas vías para el traslado de su ganado.

Desde este punto, las ovejas regresaron a la Casa de Campo siguiendo el mismo recorrido por la Cuesta de la Vega y el paseo de Virgen del Puerto. A pesar de que el son de castañuelas, gaitas, panderetas y bailes tradicionales de Cantabria, Castilla y León y Extremadura animaba las fiesta, las protagonistas asistían "tímidas" al espectáculo, según comentó a Efe Marcelino, uno de los pastores, que aseguró que las ovejas "no están acostumbradas a ver tanta gente alrededor ni tampoco a caminar sobre asfalto, por eso se juntan entre ellas".

Así, mientras Marcelino, como el resto de pastores, no paraban de dar de comer pan a las ovejas para que continuaran caminando, el dueño, Julio de la Losa, se lamentaba de la pérdida de las vías pecuarias e incluso de la tradición del pastoreo. "Ahora tengo 1.500 ovejas merinas pero hace años llegué a tener 14.000", aseguró este pastor, que en primavera lleva desde Extremadura a su rebaño para pasar el verano en lugares del norte donde hay más pasto.

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