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¿13 bombas, 13 terroristas? Un error de suma

Una de las novedades que aporta El País en su sorprendente exclusiva es que el número de presuntos terroristas coincide con el de bombas. Pero el periodista que firma la información no ha hecho bien el cálculo. Según sus propios datos la suma no sería 13 sino 14. Dice así: “Las investigaciones genéticas y dactilares permiten situar a los siete suicidas de Leganés en los escenarios de los crímenes, así como a cinco personas sin identificar, lo que elevaría a 11 el número de integrantes del comando que ejecutó la matanza”.

(Libertad Digital) Note el lector la suma: 5+7 que, para el redactor da un resultado de 11 y no de 12. Al total, le añade otros dos, El Gnaoui y Mohamed Alfallah, “lo que cerraría –dice el autor– el número de 13. Es decir, tantos terroristas como bombas”. Pues no, la suma sería, con esos sumandos, de 14.
 
La información de este lunes publicada por El País arranca de la siguiente forma: “El juez acaba de recibir los últimos informes sobre el 11-M elaborados por los investigadores de las comisarías generales de información y de la Policía Científica...”. Es decir, dos años después, aún quedan datos nuevos por analizar. Esta afirmación choca con lo que este mismo diario decía el 29 de enero en un Editorial titulado Tarjeta Roja y que apremiaba con dureza a Del Olmo a dictar ya un auto de procesamiento.
 
Destacamos uno de los párrafos:
  • Del Olmo tenía previsto antes del pasado verano juzgar [término del todo incorrecto para hablar de un instructor] a un tercio de los imputados, pero el afán de agregar más y más datos ha ido retrasando el procesamiento hasta el extremo de que algunos de los imputados podrían salir de su internamiento antes del juicio, con el consiguiente riesgo de fuga. Algo que ya sucedió en 2002 con Alekema Lamari, que sería luego uno de los autores materiales del 11-M que se suicidaron en Leganés.
Ahora parece que ese “afán de agregar más y más datos” estaría justificado, al menos, a la espera del citado informe de ADN que aporta con tanto detalle el diario. Cabe preguntarse pues, si seguiría vigente otra de las apuestas editoriales de aquel Tarjeta Roja. Decía así:
  • “Alguna vía legal habrá de contemplarse para evitar que se produzca este efecto escandaloso. No basta el argumento, por muy real que sea, de que no se puede ir más rápido en el estudio de dictámenes”.
El “efecto escandaloso” del que habla es la posibilidad de que alguno de los presos preventivos quedara en libertad al caducar el límite de tiempo legal en ese estado. Pero ahora resulta que Jamal Zougham, el primer detenido del 11-M por ser dueño de un locutorio, no ha dejado huella en sitio alguno. El cuadro de síntesis que aporta el diario aparece vacío en las casillas de Zougham. La pieza informativa se cierra así: “Por el momento, sólo le involucran sus relaciones personales, las investigaciones previas, las pesquisas sobre los teléfonos y dos testigos”. Así que ahora tenemos que Jamal Zougham podría librarse del procesamiento, que los que dejaron huellas han muerto en un piso de Leganés o en Irak y que entran en escena cinco desconocidos. Dos años después.

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