El Real Madrid se queda con la miel en los labios ante un Zaragoza que jugará su undécima final de Copa (4-0)

(Libertad Digital) Se había vendido que la remontada era posible, pero pocos creían en la capacidad del Madrid para convertir el sueño en realidad. Si el camino hacia una gesta así hay que empezarlo a toda velocidad, los blancos cumplieron esa premisa a la perfección. Arrancaron con muchísimas revoluciones, se llevaron por delante a su adversario en el primer ataque y firmaron el 1-0 a los 57 segundos, con un zapatazo espectacular de Cicinho desde fuera del área. El Zaragoza, convencido de lo imposible de la misión madridista, apenas se alteró. Y el nivel de adrenalina se disparó en el Bernabéu cuando aún no se habían cumplido cinco minutos. Robinho aprovechó un pase de Ronaldo dentro del área y batió a César con un disparo raso y cruzado. La explosión de júbilo en las gradas fue aún mayor con el tercer tanto, obra de Ronaldo tras una magnífica asistencia de Beckham, cuando se llevaban diez minutos.

Aturdido por la avalancha que se le vino encima, el equipo maño fue un juguete roto en manos de los hombres de López Caro. Sólo un remate de cabeza de Cani que Casillas salvó bajo palos (m.11) puso en peligro la integridad madridista. El capitán zaragocista y Diego Milito, autor de cuatro goles en la ida, apenas ofrecieron muestras de su calidad, mientras que Ewerthon tuvo que luchar arriba contra el mundo. Sergio Ramos y Woodgate fueron inexpugnables para los zaragocistas. El balón fue del Real Madrid y al Zaragoza parecía que le quemaba. La afición madridista respondió a las mil maravillas y empujó como nunca.

Zidane se multiplicó en la media-punta, Cicinho y Beckham en la banda derecha, y Robinho por el flanco izquierdo. El Madrid apabulló al Zaragoza y no consiguió los cinco goles soñados antes del descanso por muy poco. César salvó a su equipo de forma providencial en el minuto 21, tras un disparo de Zidane dentro del área, y Baptista dio un buen susto al portero zaragocista sólo unos segundos después con un potente derechazo desde unos veinte metros. Ronaldo y Robinho también rondaron el gol en la recta final del primera parte y el Zaragoza se fue a los vestuarios con el miedo en el cuerpo mientras el Madrid lo hacía convencido de la remontada.

El cuadro de Víctor Muñoz no cambió en el arranque del segundo acto. Agazapado atrás, pareció encomendarse al reloj y a la lotería de una contra asilada como única estrategia para seguir con vida en la Copa. Con el balón en exclusiva y con la inercia de la ilusión, el equipo blanco acorraló a un rival temeroso que se vio empujado al borde del abismo cuando Roberto Carlos, a los quince minutos de la reanudación, firmaba el 4-0 con un cañonazo desde el borde del área. Al grito de "illa, illa, Juanito maravilla", los jugadores del Real Madrid afrontaron la última media hora de partido con un ímpetu que no se veía en el Bernabéu desde hacía mucho tiempo.

Agotado por el esfuerzo pero decidido a morir en el intento, el Madrid acosó al Zaragoza hasta la extenuación. El equipo aragonés, intimidado, no daba una a derechas. Marcó un gol en una contra, obra de Ewerthon, pero se lo anularon por un fuera de juego que no era y tuvo que sufrir el asedio de los blancos hasta el último segundo de un duelo con muchísima intensidad. Ronaldo, en el minuto 82, estuvo a punto de marcar, pero el quinto gol se le resistió al Real Madrid y el Zaragoza estará en la final de la Copa del Rey por undécima vez en su historia. El público del Bernabéu agradeció el esfuerzo del Real Madrid y despidió a los galácticos puesto en pie con una gran ovación.