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Lavandera revela que dos policías le amenazaron de muerte si contaba que Toro comerciaba con explosivos para ETA

El que fuera confidente de la Policía Francisco Javier Lavandera denuncia en un libro que saldrá a la venta esta semana que se siente perseguido y que quieren matarle para que no pueda declarar en el juicio del 11-M. "Saben lo que sé y quieren cerrarme la boca sin importarles el escándalo que supondría que me pasara algo". Y recuerda, como adelanta El Mundo, que "lo han intentado en varias ocasiones". Lo que sabe es lo que cuenta a lo largo de las páginas de "A tumba abierta", que Antonio Toro le ofreció servir de correo para transportar explosivos a ETA y que era para la banda terrorista para quien estaba buscando "alguien que montara bombas con móviles". Así lo denunció a la Policía, pero según relata, fue amenazado de muerte por dos agentes si seguía vinculando a Toro con los etarras.

El que fuera confidente de la Policía Francisco Javier Lavandera denuncia en un libro que saldrá a la venta esta semana que se siente perseguido y que quieren matarle para que no pueda declarar en el juicio del 11-M. "Saben lo que sé y quieren cerrarme la boca sin importarles el escándalo que supondría que me pasara algo". Y recuerda, como adelanta El Mundo, que "lo han intentado en varias ocasiones". Lo que sabe es lo que cuenta a lo largo de las páginas de "A tumba abierta", que Antonio Toro le ofreció servir de correo para transportar explosivos a ETA y que era para la banda terrorista para quien estaba buscando "alguien que montara bombas con móviles". Así lo denunció a la Policía, pero según relata, fue amenazado de muerte por dos agentes si seguía vinculando a Toro con los etarras.
(Libertad Digital) Como ya anunció este fin de semana, El Mundo publica un adelanto de "A tumba abierta", el libro en el que Francisco Javier Lavandera "ha decidido contarlo todo". La información de Fernando Múgica, que la pasada semana firmó una extensa entrevista al ex minero y también confidente Emilio Suárez Trashorras, sostiene que Lavandera deja al descubierto "los secretos que ha guardado hasta ahora sobre la trama asturiana". En esas páginas, Lavandera explica que el cuñado de Trashorras y también imputado en el sumario del 11-M, Antonio Toro, le ofreció que trabajara como correo para transportar explosivos a ETA. También le preguntó si conocía a alguien que supiera montar bombas con móviles para la banda terrorista. Cuando lo contó a la Policía, dos agentes le amenazaron de muerte para que no siguiera relacionado a Toro con los etarras.
 
En el libro, Lavandera se muestra convencido de que quieren matarle por lo que sabe. "Quieren matarme. Están decididos a impedir que yo llegue a declarar en el juicio del 11-M. Saben lo que sé y quieren cerrarme la boca sin importarles el escándalo que supondría que me pasara algo. Lo han intentado en varias ocasiones". Y acto seguido, Fernando Múgica recuerda que hace dos meses, el pasado julio, le dispararon cinco tiros. También han aparecido muertos los animales que cuidaba en una granja. Antes, en diciembre de 2005, su mujer murió ahogada mientras varios agentes de Policía la contemplaban desde la orilla. Al poco tiempo, recibió en su casa un sobre con las fotografías de la autopsia: "Un recuerdo de tu mujer, para que no la olvides", decía una nota manuscrita anónima.
 
Amenazas y presiones para su silencio
 
Dice lavandera que pese a la presión "les va a salir mal la jugada. Yo sigo vivo y con más fuerza que nunca". Reconoce que "hay cosas" que no le ha dicho aún al juez y explica que "ha sido por miedo a las amenazas constantes".
 
Recuerda en las páginas de "A tumba abierta" que en el verano de 2001, sin su conocimiento, el agente de Información de la Guardia Civil de Gijón, Jesús Campillo, le grabó una conversación en la que denunciaba que Antonio Toro buscaba a alguien que supiera fabricar detonadores para bombas con teléfonos móviles. La transcripción de esa cinta fue publicada por El Mundo en otoño de 2004. Ahora sostiene Lavandera que ya había denunciado los mismos hechos a la Policía. Entonces concretó los negocios de Toro con ETA y que era la banda terrorista la que buscaba a alguien que montara bombas con móviles. "Lo que muy pocos saben es que yo había explicado más cosas a los policías de las que quedaron grabadas en la cinta. Eran detalles muy importantes que callé más tarde ante la Guardia Civil para salvaguardar mi propia vida".
 
Apunta que calló ante la Guardia Civil porque, tras su primera declaración, varios policías le advirtieron que "si volvía a repetir a alguien lo que les había contado podía considerarme un hombre muerto". "La Policía me amenazó de muerte si contaba que Antonio Toro estaba directamente relacionado con ETA. Fue él quien me dijo que los explosivos con los que quería comerciar eran para ETA. Me ofreció trabajar como correo para ETA y hasta quiso contratarme para matar a una persona y me aseguró que sería ETA quien pagase, y muy bien, aquel asesinato". De Suárez Trashorras cuenta que le llegó a decir que "ya le habían encajado 200 kilos a ETA". Tampoco habló ante el juez "porque la protección que me ofreció cuando se desveló el contenido de la cinta no me pareció suficiente".
 
 

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