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Doce terroristas cargados con trece mochilas llenas de explosivos viajaron en dos coches hasta Alcalá para perpetrar el 11-M

Más de 340 páginas han firmado Olga Sánchez y Javier Zaragoza sobre la factura del 11-M. Comienza con las horas previas al atentado. Según la fiscal, al menos una docena de terroristas se desplazaron en dos coches "con trece mochilas o bolsas", aparcaron cerca de la estación de Alcalá de Henares y subieron a los trenes para colocar las bombas. Además de ir apretados los coches eran la Renault Kangoo, vacía hasta que llegó a la sede policial de Canillas, y el Skoda Fabia que apareció cerca de la estación pero tres meses después. Desde el PP, Acebes y Zaplana han criticado a la fiscal por verter opiniones al relacionar el 11-M con la guerra de Irak. Además, el caso del ácido bórico cobra interés con el levantamiento de la imputación a los peritos.

Más de 340 páginas han firmado Olga Sánchez y Javier Zaragoza sobre la factura del 11-M. Comienza con las horas previas al atentado. Según la fiscal, al menos una docena de terroristas se desplazaron en dos coches "con trece mochilas o bolsas", aparcaron cerca de la estación de Alcalá de Henares y subieron a los trenes para colocar las bombas. Además de ir apretados los coches eran la Renault Kangoo, vacía hasta que llegó a la sede policial de Canillas, y el Skoda Fabia que apareció cerca de la estación pero tres meses después. Desde el PP, Acebes y Zaplana han criticado a la fiscal por verter opiniones al relacionar el 11-M con la guerra de Irak. Además, el caso del ácido bórico cobra interés con el levantamiento de la imputación a los peritos.
L D (Agencias) El escrito de conclusiones provisionales elaborado por la Fiscalía de la Audiencia Nacional presenta una versión de los atentados del 11-M acorde con la versión oficial. Pese a que deja innumerables incógnitas en el aire, como el episodio de las tarjetas telefónicas, el escrito aborda la autoría islamista sin posibilidad alguna de conexión con ETA.
 
La Fiscalía dice que el ataque terrorista fue perpetrado por al menos una docena de terroristas -de los que diez han sido identificados- que dejaron las mochilas con bombas en su interior en los vagones de los trenes unos 40 minutos antes de que hicieran explosión.

Lo sorprendente llega cuando se hace el relato: "en las primeras horas de la mañana del día 11 de marzo de 2004" los miembros de la célula se desplazaron en dos vehículos "con trece mochilas o bolsas" hasta la estación de tren de cercanías Alcalá de Henares. "Una vez aparcados ambos vehículos en sus inmediaciones se introdujeron en los trenes, dejaron las bolsas o mochilas con los artefactos alrededor de las 7 de la mañana en los vagones conforme habían acordado y los abandonaron en paradas anteriores a los lugares en los que habían previsto que se accionaran los explosivos". Mucha carga para dos vehículos de los cuales uno, el Skoda Fabia, no apareció en las proximidades de la estación de Alcalá hasta tres meses después, el 15 de junio de 2004. Pese a las informaciones documentadas en contra, la fiscal dice que ambos vehículos tenían restos de Goma 2- ECO, explosivo que, también según la Fiscalía, aleja definitivamente a ETA de la masacre.

Las mochilas, prosigue el escrito de la Fiscalía, contenían trece artefactos confeccionados con Goma 2-ECO conectados por detonadores a otros tanto teléfonos móviles, con un sistema de iniciación eléctrica y activación temporizada, consistente en una alarma-despertador programada para explosionar sobre las 7.40 horas. Según el escrito de conclusiones provisionales, varios de los artefactos fueron colocados en las plataformas de acceso a los vagones, debajo de los asientos plegables –se pliegan cuando se levanta el pasajero por lo que quedarían a la vista cuando el supuesto terrorista abandonara el vagón– o junto a las papeleras; mientras que otros fueron situados en los portaequipajes o, en el caso de algunos de los vagones de dos pisos, junto a las escaleras que comunican uno y otro.
 
Las tarjetas y los teléfonos
 
La fiscal dice que las tarjetas telefónicas del 11-M fueron adquiridas "por personas no suficientemente acreditadas". Resalta además que "sólo el teléfono móvil que incorporaba el artefacto desactivado en la Comisaría de Vallecas presentaba las modificaciones necesarias para ser utilizado como sistema de activación". No se tiene constancia por el momento de cómo era el resto de los teléfonos pues no quedaron muestras para analizar pero, según la fiscal eran como el de Vallecas y por lo tanto deberían presentar modificaciones. Además, en la mochila encontrada por el policía municipal Barrero se hacía mención a un móvil con modificaciones. De hecho, este episodio arrojó irregularidades al comparar las declaraciones del guardia y las de los policías que se hicieron cargo finalmente de la mochila. Tantas, que los cables que supuestamente salían del móvil llegaron a cambiar de color delante del juez al que presentaron dos dibujos –uno simple y otro detallado– de la mochila.
 
Dice Olga Sánchez que aunque los teléfonos hallados en Leganés "no presentaban modificación alguna", teniendo en cuenta lo simples que eran esas manipulaciones, "cualquier teléfono móvil podría ser potencialmente utilizado para activar un artefacto".

Sin noticias de ETA
 
La fiscal Olga Sánchez dedica un epígrafe a desvincular los atentados de ETA y para ello aporta seis conclusiones. La fiscal comienza su explicación arremetiendo contra la labor del Gobierno anterior y haciendo suya la versión del PSOE de que Aznar mintió y que acabó con la victoria socialista en las elecciones de 2004.
 
Olga Sánchez dice en su escrito que aún cuando en las primeras comparecencias de los responsables del Ministerio del Interior ante los medios de comunicación, los días 11 y 12 de marzo de 2004, se atribuyó la autoría del atentado a ETA, las investigaciones llevadas a cabo por la Comisaría General de Información y otras unidades especializadas bajo la dirección de juez Juan Del Olmo "arrojaron ya desde los momentos inmediatamente posteriores al atentado múltiples evidencias incriminatorias que vinculaban la acción criminal con el terrorismo internacional 'yihadista'".
 
Seguidamente, la fiscal explica qué hechos le han llevado a la conclusión de que ETA no tuvo nada que ver en el 11-M. Se basa en el hecho incontestable de que lo dijo ETA. "ETA, un día después de los atentados, a través de la llamada telefónica al periódico GARA y a la televisión vasca ETB, negó cualquier relación con el citado atentado terrorista", dice la fiscal. La fiscal concluye que  la Goma 2 Eco fue la empleada en la masacre y señala que "la Policía, la Guardia Civil y la Ertzaintza informaron que no se tiene constancia de la utilización por ETA, en los últimos diez años" de este explosivo, por lo que se deduce que no es posible que la banda la pudiera volver a utilizar.
 
Olga Sánchez rechaza también cualquier relación entre ETA y los islamistas porque, aunque informes policiales constataban que en las prisiones de Zaragoza y Córdoba aparecieron en las celdas de algunos presos islamistas ejemplares de los diarios Gara y Berria, algunos de fechas muy recientes, los presos explicaron que eran para "usarlos como manteles". La fiscal no aporta ningún otro dato para dar credibilidad a la declaración de los presos que su propia palabra.
 
En cuanto a los informes de la Comisaría General de Información de diciembre de 2004 sobre las posibles conexiones de la "caravana de la muerte" de ETA y la "trama asturiana" que facilitó los explosivos, la fiscal dice que los análisis concluyen la inexistencia de relación entre ambos grupos. Según la fiscal Sánchez, también dieron "resultado negativo" los "análisis" de las conexiones entre islamistas y ETA denunciadas en informaciones de prensa.
 
En uno de los anexos del escrito de la fiscal se incluye un informe elaborado por la Policía Nacional sobre un preso común de la cárcel de Soto del Real (Madrid), quien aseguraba que había sido "forzado" por una coordinadora de presos de la Universidad del País Vasco para poner en contacto al procesado por los atentados del 11-M Antonio Toro con el recluso de ETA Pedro Celaraín, para que el minero asturiano le vendiese 150 kilos de explosivos. El relato, concluye el informe, "carece de credibilidad" y "obedecería a un interés" del preso "por obtener beneficios penitenciarios o alguna otra razón desconocida". En esta ocasión, al contrario que lo declarado por los anteriores presos de que utilizaban el GARA como "mantel", este relato no tenía credibilidad.

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