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ETA acumula seis millones de euros procedentes de la extorsión a empresarios

Los servicios de información españoles estiman que ETA posee unos seis millones de euros, procedentes en su mayoría de la extorsión a empresarios. El chantaje mediante cartas no ha cesado, como han denunciado reiteradamente parte de los extorsionados y confirmó la operación policial contra la trama de chantaje de la banda. Según las mismas fuentes, el capital acumulado podría durarles dos años. Los receptores de las cartas de septiembre fueron empresarios a los que la banda se dirigía por primera vez. Mientras la extorsión continúa, Batasuna-ETA ha vuelto a recordar sus condiciones al Gobierno sin condenar el ataque a dos policías.

Los servicios de información españoles estiman que ETA posee unos seis millones de euros, procedentes en su mayoría de la extorsión a empresarios. El chantaje mediante cartas no ha cesado, como han denunciado reiteradamente parte de los extorsionados y confirmó la operación policial contra la trama de chantaje de la banda. Según las mismas fuentes, el capital acumulado podría durarles dos años. Los receptores de las cartas de septiembre fueron empresarios a los que la banda se dirigía por primera vez. Mientras la extorsión continúa, Batasuna-ETA ha vuelto a recordar sus condiciones al Gobierno sin condenar el ataque a dos policías.
L D (Europa Press) Los expertos antiterroristas han calculado que el gasto de la banda al año asciende a 3 millones de euros, por lo que estiman que a finales de 2008 la banda agotaría las reservas hasta hoy acumuladas, y que han seguido aumentando gracias a la extorsión. ETA no ha dejado de ingresar debido al cobro del chantaje. Fuentes del empresariado vasco han reconocido a Europa Press que miembros del sector han recibido cartas en el mes de septiembre reclamando, de forma "amable", el pago de diferentes cantidades.
 
Se trata, según los casos conocidos, de empresarios a los que ETA se dirige por primera vez. Para ello, la banda ha optado por el formato que viene utilizando en los últimos tiempos, en el que en lugar de exigir, los terroristas se limitan a "pedir" el pago de las cantidades. Asimismo, hacen referencia al "momento de cambio político que vive Euskal Herria" y se despiden dando las gracias "de antemano", añadiendo "un respetuoso y cálido saludo revolucionario".
 
En este hecho y en la necesidad de realizar tareas de aprovisionamiento económico con vistas a un periodo de alto el fuego, más o menos prolongado, radica que los meses anteriores a la tregua los terroristas optasen por atentar contra objetivos empresariales, según las fuentes consultadas.
 
Las primeras cartas tras el anuncio de alto el fuego fueron recibidas en abril por los empresarios y habían sido redactadas en marzo, sin poder determinarse por el código que las encabeza si fue antes o después del 22 de marzo. Con todo, los sellos de Correos demostraban que habían sido echadas al buzón en los primeros días de abril.
 
Desde entonces no se ha detenido el envío de las cartas, no sólo las que reclamaban plazos "pendientes" sino otras que llegan por primera vez a los empresarios, como es el caso de las enviadas el pasado mes de septiembre. Así, mes tras mes han sido conocidas misivas chantajeando a empresarios asentados en las tres provincias vascas y en Navarra.
 
"Austeridad" en la banda, según fuentes antiterroristas
 
En todo caso, las fuentes consultadas constatan que la banda terrorista pasa por apuros económicos. Los fondos asignados a los miembros de la banda, la mayor parte escondidos en Francia, distan mucho de ser los de hace años y la asignación económica que reciben les obliga a llevar unos hábitos de "austeridad", señalaron responsables de la lucha antiterrorista.
 
Esta situación se vuelve especialmente delicada para los jóvenes que han decidido cruzar la frontera cuando la Justicia les reclama para cumplir las condenas que se les impusieron por actos de terrorismo callejero. A diferencia de lo que ocurría en el pasado, la banda no se hace cargo de ellos, y no sólo por motivos económicos, sino por el temor a ser infiltrada por miembros de las Fuerzas de Seguridad o el Centro Nacional de Inteligencia (CNI).
 
Esto provoca que decenas de jóvenes se establezcan en el sur de Francia con la única ayuda de organizaciones no gubernamentales del entorno de ETA y, en ocasiones, con las visitas de sus familiares. Estos, según han podido detectar los servicios de Información, llegan a viajar al país vecino con comida.

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