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Martín Villa destaca la "credibilidad de partido serio" del PCE de Carrillo y la "buena relación" que les une

Al evocar el llamado Sábado Santo Rojo de 1977, en el que, como ministro franquista de la Gobernación, promulgó la Orden de legalización del PCE, el hoy presidente de Sogecable-PRISA destaca la "credibilidad de partido serio" de la organización comunista que dirigía en aquel entonces Santiago Carrillo, consejero de Orden Público de la Junta de Defensa de Madrid durante los asesinatos en masa de Paracuellos y Torrejón, entre el 7 de noviembre y el 8 de diciembre de 1936.

Al evocar el llamado Sábado Santo Rojo de 1977, en el que, como ministro franquista de la Gobernación, promulgó la Orden de legalización del PCE, el hoy presidente de Sogecable-PRISA destaca la "credibilidad de partido serio" de la organización comunista que dirigía en aquel entonces Santiago Carrillo, consejero de Orden Público de la Junta de Defensa de Madrid durante los asesinatos en masa de Paracuellos y Torrejón, entre el 7 de noviembre y el 8 de diciembre de 1936.
LD (Efe) Rodolfo Martín Villa, ministro de la Gobernación en 1977 y autor de la resolución que legalizó al PCE ese año, echa de menos, 30 años después de aquel momento clave para la Transición, que en la vida política no exista aquella "complicidad" entre gentes tan distintas que supieron "encontrarse en lo fundamental".

En una entrevista con la agencia oficialista Efe, el actual presidente de Sogecable-PRISA repasó los momentos más difíciles de aquella decisión, las reticencias del Ejército a la misma, algunas anécdotas del momento o la buena relación que, desde entonces, mantiene con el que fuera secretario general del PCE, Santiago Carrillo.

Tras la muerte de Franco en 1975 en España, recuerda Martín Villa, se había abierto un proceso hacia las libertades políticas y ciudadanas que hacía "imposible pensar en un régimen de libertades sin el Partido Comunista en el juego político".

La capacidad de movilización del PCE quedó de relieve en enero de 1977 con la respuesta pública a la matanza de los abogados laboralistas de Atocha.

Martín Villa asegura que "la reacción" del PCE tras este hecho sirvió para "dale una credibilidad de partido serio" lo que contribuyó, "no poco", a que la decisión política de legalizar al Partido Comunista se hiciera realidad meses después, el 9 de abril de 1977.

Recuerda que "se dice" que el presidente del Gobierno, Adolfo Suárez, había prometido a la cúpula militar, reunida a primeros de septiembre, que no habría legalización del PCE, algo que el entonces ministro de la Gobernación no acaba de creer.

"En aquellos días yo despaché con él y me habló de algunas encuestas de opinión que eran muy favorables a que se resolviera ese tema y se resolviera positivamente", relata Martín Villa.

Las conversaciones "previas" que hubo entre Suárez y Carrillo "también colaboraron" en la línea de adoptar lo que fue "una decisión política".

Por ello, porque se trataba de una decisión política, era el Gobierno quien debía adoptarla y no el Tribunal Supremo, protagonista del "momento más difícil" de la legalización.

La sala correspondiente del alto tribunal "devolvió al Ministerio de la Gobernación" el expediente del PCE porque era el que "tenía la competencia para el registro de los partidos políticos".

"La verdad es que mirado con perspectiva, el Supremo tenía toda la razón, la decisión era política y por tanto tenía que tomarla el Gobierno y no el Tribunal, y eso fue lo que con algunas colaboraciones se logró en los últimos días previos a la legalización".

El sábado santo de 1977 fue el día de la legalización del Partido Comunista. Las "prisas de ese día y el nerviosismo" hacen que en el Ministerio de la Gobernación se olviden de algo.

Recuerda Martín Villa que pasados bastantes años, en 1984, escribió un libro sobre la Transición  –titulado Al servicio del Estado– y que la editorial le pidió el texto de la resolución por la que se ordena la inscripción en el registro de asociaciones políticas del PCE, para incluirlo como contraportada.
 
La Orden estaba sin firmar

"Fui al ministerio del Interior -ministerio de la Gobernación en 1977- y hablé con el ministro (José) Barrionuevo para pedirle una fotocopia".

"Hombre, no hay ningún problema, que bajen el expediente", respondió -–egún cuenta ahora Martín Villa– Barrionuevo, quien descubrió, junto al autor del documento, que éste estaba sin firmar.

"Lo firmé en el momento y sirvió para la fotocopia", explica el actual presidente de Sogecable, quien relata así como uno de los papeles claves de la Transición fue firmado "siete años largos después".

Además de anécdotas, aquellos años han dejado a Martín Villa una relación fluida y continuada –"discrepancias políticas aparte"– con Santiago Carrillo, que comenzó en la primavera de hace 30 años.

"Recuerdo que la primera vez que vi a Santiago Carrillo fue en un almuerzo en algún restaurante cerca del ministerio de la Gobernación propiciado por Juan Rosón, Gobernador civil de Madrid, y desde entonces tuvimos una relación personal que seguimos manteniendo", rememora el entonces miembro del Gobierno.

Con la vista puesta en la situación política que vive España, Martín Villa afirma que "echa de menos" esa "especie de complicidad que hubo en la Transición entre gentes, muy distintas personalmente e ideológicamente".

El llamado consenso, o "esa especie de encontrarnos en lo fundamental" falta, a su juicio, en la vida política española, sobre todo en dos o tres cuestiones fundamentales.

El problema autonómico, el terrorismo, las relaciones exteriores y la defensa son, para quien firmó uno de los papeles decisivos de la Transición, asuntos que reclaman esa "complicidad y consenso", cuya ausencia hace a Martín Villa "echar de menos a las personas" que protagonizaron decisiones como las que el 9 de abril se conmemora.
 

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