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MISTER LIMPIO, AUTOR DEL QUIJOTE, por Víctor Gago

(Libertad Digital-Víctor Gago) No es por arrimar el ascua a la sardina (la cara de idiota no me la quita nadie, después de haber analizado para Red Liberal, una a una, las 125 medidas de Mister Limpio que resultan ser un copypego de un contrato electoral de Ciudadanos de Cataluña), pero me sigue pareciendo más relevante haber identificado la mentira conceptual de esas 125 medidas, que su mentira estilística; su inviabilidad radical, que su emulación retórica; su fraude como contrato electoral, que su transplante como pieza literaria; su populismo, que su plagio.
 
Y eso es, precisamente, lo que nadie ha denunciado desde que Robopop las presentó con pompa y circunstancia en un desayuno informativo de los que recomienda el Ministerio de Sanidad a la infancia.
 
Hay mucha hipocresía en esto del plagio de ideas políticas, en un tiempo que es un erial de ellas, en el que todas se repiten hasta el hastío, todas cortadas por el mismo patrón colectivista y providencial, soluciones para todo y fuente inagotable de dicha para los afligidos de la tierra.
 
Populismo, vaguedades, demagogia y gasto por un tubo, sin explicar jamás de dónde saldrán los recursos para satisfacerlo. Ciutadans, PSOE, incluso PP (véase la promesa de María Dolores de Cospedal en la campaña de Castilla-La Mancha, de establecer una pensión para las amas de casa jubiladas).
¿No es, acaso, lo más eficiente acabar dando cambiazo? ¿A qué escribir variaciones sobre un mismo tema? ¿A qué perder el tiempo, si nadie va a leer la letra pequeña de los contratos electorales? ¿A qué andarse con remilgos sobre la autoría, habiendo un desayuno del que dar buena cuenta?
 
Desde Pierre Menard, autor del Quijote de Borges, sabemos que el autor no existe, que son el tiempo y el espacio los que forjan la originalidad de la obra. No es lo mismo El Quijote escrito en el siglo XVI en la hosca meseta Castellana, que el de un autor postmoderno del siglo XX en Francia. Aunque ambos suenen: "En un lugar de La Mancha..."
El PP, de hecho, ha recurrido este mismo miércoles a un plagio descarado al denunciar las trampas hormonales de El Increíble Pulp.
 
Dice Mercedes Roldós, una simpática e inteligente médico que es diputada popular al Congreso por Las Palmas, que "al empollón lo han pillado copiando". Ahora, lean lo que Roldós leyó en el desayuno, antes de hacer sus pinitos con el ingenio político:
  • "(...) Si malo es que a un Pitagorín al que le pirra hablar ex catedra lo sorprendan copiando en los exámenes, peor aún es perseverar en el error y mentir aún más descaradamente, como, para colmo, pretendió ayer el director de campaña de López Aguilar (...)"

(Pitagorín copia en los exámenes, de Teresa Cárdenes, en La Provincia)

 
Se trata de una práctica habitual: políticos que leen los diarios y escuchan las tertulias radiofónicas como fuente de argumentos para afrontar con suficiente munición las escaramuzas dialécticas del día. Los políticos de todos los partidos rara vez piensan con voz e ideas propias y se limita, la mayoría de las veces, a hablar por boca de ganso.
 
El auténtico plagio es el silencio que unos se han copiado a otros para no hablar de las ideas, las medidas concretas, las políticas públicas que piensan aplicar, expuestas con claridad, precisión y honradez sobre sus fuentes financieras. Si el Doctor Paridad fusiló las ideas de Ciudadanos de Cataluña no es sólo porque sean también las suyas sino, sobre todo, porque nadie (ni intelectuales, ni periodistas, ni políticos del PP) tienen otras o, si las tienen, se atreven a defenderlas.
 

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