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INTERVENCIÓN ÍNTEGRA DE JOSÉ MARÍA AZNAR

Por su interés informativo reproducimos íntegramente la intervención de Aznar en la inauguración del curso de verano de FAES.

Querida Claude, querido Mario, queridos amigos y amigas, muy buenos días a todos.
 
Hace hoy tres años y medio tuve el inmenso honor de imponer la Gran Cruz de Isabel la Católica a Jean Francois-Revel. Acabamos de ver imágenes de aquel día. Imágenes que nos recuerdan la energía que desbordaba ese gran pensador de la libertad. Aquel día le dimos las gracias por su capacidad de desbaratar, con fina inteligencia e imbatible optimismo, el servilismo moral y el uso de mitos, tópicos y falsedades que con tanta frecuencia nublan el pensamiento de Occidente.
 
Hoy, poco más de un año después de su fallecimiento, queremos rendirle de nuevo homenaje. Con ese objetivo, Gota a Gota, el sello editorial de la Fundación FAES, ha publicado sus Memorias. Y con ese objetivo nos hemos reunido hoy aquí con Claude Sarrate, su viuda, y con ese gran amigo de Revel y de la libertad que es Mario Vargas Llosa.
 
Revel nos explica al final de sus Memorias por qué las tituló “El ladrón en la casa vacía”. Cuenta que lo hizo porque este libro  suyo recorre la segunda mitad del siglo XX; un siglo “en el que la Humanidad entró creyendo que estaba lleno de riquezas materiales, espirituales, intelectuales y morales; y después de recorrerlo va a salir de él no sólo con las manos vacías, sino despojada de parte de lo que tenía antes de entrar”.
 
Parece un diagnóstico pesimista. Lo sería si Revel se hubiera conformado. Podría serlo si Revel, durante toda su vida, después de desmontar los andamiajes de lo que él llamaba la fábrica de las mentiras, no hubiera ensalzado a los pocos valientes que plantan cara a esta fábrica.
 
Revel explica que sus Memorias no tienen conclusión, porque esa conclusión será inevitablemente el final de su vida, que ocurrió en abril del año pasado. Pero en las últimas páginas de este libro hay algo muy parecido a una conclusión de algo que sí mereció mucho la pena en la Historia del último siglo y en lo que será la Historia del que ahora ha empezado a andar. Mereció la pena, y mucho, el heroísmo de los disidentes. 
 
Me gustaría leerles uno de esos párrafos: “Es preciso -afirma Revel- asignar un lugar único en la Historia de este mismo siglo a los intelectuales disidentes que, desde lo más profundo de la noche totalitaria, hallaron en sí mismos el valor y la lucidez para analizar en sus mínimos detalles la naturaleza de los regímenes que les oprimían. Su valentía personal les convierte en héroes de la lucha por la libertad y la dignidad. Todos pagaron su rebelión con años de cárcel o campos de concentración, exilio interior, heridas infligidas a su ego en hospitales psiquiátricos especiales o pérdida de empleos acordes con sus capacidades”.
 
Revel concluye este elogio unos párrafos después: “El heroísmo de los disidentes redime nuestra ceguera y nuestra cobardía, y demuestra que la especie humana, a fin de cuentas, quizá merezca sobrevivir”.
 
Claro que lo merece. Para esa imprescindible defensa de los disidentes, FAES coorganizó en Praga hace poco menos de un mes una conferencia en apoyo a todos los que están sometidos a las dictaduras, a la intolerancia y al fanatismo. Los trabajos de esa conferencia tendrán continuidad porque estoy convencido de que defender la libertad es y será siempre un deber moral y estratégico.
Para esa tarea podremos apoyarnos en las enseñanzas de Revel; no sólo en la lectura de este relato del siglo XX francés que son sus Memorias, sino en toda su obra.
 
En El conocimiento inútil, ese libro imprescindible que empieza por descubrirnos que “la primera de todas las fuerzas que dirigen el mundo es la mentira”, Revel denunció la responsabilidad de periodistas e intelectuales que ocultaban, por ejemplo, todos los excesos del comunismo.
 Primero encubrían los  crímenes, miraban hacia otro lado. Cuando no podían ocultarlos, los minimizaban. Y cuando no podían minimizarlos, los disculpaban.
 
Y lo hacían con un argumento falso, pero que repetido una y otra vez adquiría apariencia de realidad. Decían que el comunismo tenía buenas intenciones, y que, como ideal humano, resultaba superior al liberalismo. Y en nombre de esta mentira se llenaron las cárceles y los campos siberianos de personas inocentes.
 
Revel advirtió una y otra vez en contra de la perversión en el uso del lenguaje. Nos advirtió en contra de la utilización del lenguaje para ocultar la realidad, para manipularla, en lugar de utilizarlo para mostrarla y comunicarla.
 
Ese mecanismo lo conocemos muy bien. Es la manipulación en el uso del lenguaje que sirve, por ejemplo, para denominar proceso de paz a la negociación política con unos terroristas; es el mecanismo que permite definir como alto el fuego permanente lo que sólo es una tregua parcial utilizada por una banda para rearmarse; es el que se usa para presumir de verificación de ese supuesto alto el fuego cuando lo que se ha hecho realmente es cerrar los ojos y mirar para otro lado. Es el perverso mecanismo que sirve para hablar de normalización política cuando se trabaja en la ruptura de la Constitución; el mismo que sirve para hablar de territorialidad cuando se planea la secesión.
 
Es el vergonzoso método de ocultación de la realidad que consiste en presumir de una etérea paz futura mientras se entrega a plazos la libertad presente.
 Contra esa mentira combatió Revel toda su vida. Contra la mentira y contra la ceguera voluntaria de aquella parte de la sociedad que no se atreve a plantar cara a esa mentira. Y por eso hoy hemos querido que la inauguración del Campus FAES 2007 se dedicara a rendirle homenaje.
 
En sus Memorias, Revel denuncia la pasividad y la comprensión de los intelectuales europeos con los excesos que el comunismo cometía en la mitad de Europa. El Muro de la vergüenza fue derribado en 1989 y nos mostró con su derribo (porque no se cayó solo) la miseria que provoca la utopía socialista. Si duró tanto en pie fue porque contó con el silencio cómplice de unos y la pasividad de otros. Y es que para derrumbar todos los muros de la mentira hay que atreverse a llamar a las cosas por su nombre.
 
En esos años se atrevieron a llamar a las cosas por su nombre  líderes como Ronald Reagan, Margaret Thatcher o Juan Pablo II, denostados por la izquierda por dejar a la intemperie las monstruosidades cometidas por el comunismo en Europa; crímenes tan crueles, tan premeditados y tan fríamente calculados como los del nazismo. En otoño publicaremos en Gota a Gota “El Presidente, el Papa, y la Primera Ministra”, una biografía comparada de la actuación de estos tres líderes en esos años que queremos que sirva para elogiar su trabajo en favor de la libertad, en favor de los valores del liberalismo y de Occidente.
A partir de esta tarde, el primer curso del Campus de este año se va a ocupar de la defensa de los valores de Occidente. Permítanme que utilice una frase de
 
Revel para ilustrar el propósito de este primer curso.
Nuestro homenajeado escribió: “Los persas de Herodoto pensaban que todo el mundo se equivocaba menos ellos; nosotros, occidentales modernos, no estamos lejos de pensar que todo el mundo tiene razón menos nosotros. Esto no es un desarrollo del espíritu crítico, siempre deseable; esto es su abandono total”.
 
Contra ese abandono al que lleva el relativismo y la corrección política, y a favor de la defensa de los valores de la Ilustración, de la libertad, de la democracia liberal, de la igualdad frente a la ley de todos los ciudadanos, del Estado de derecho, de la igualdad entre hombre y mujer y que son los valores de la civilización occidental, está dirigido este primer curso.
 
Son valores por los que merece la pena dar siempre la batalla y ser muy consciente de que nunca se puede dar la guerra por ganada, porque -como hace muy poco le he leído a Mario- a la hidra del totalitarismo se le reproducen sus tentáculos pese a todas las enseñanzas y desmentidos de la Historia.
Los últimos tentáculos, los que han surgido tras la caída del Muro, son la renacida amenaza del populismo en Latinoamérica, que mencionaba Revel en el vídeo que contemplamos antes, y la creciente amenaza del islamismo radical en todo el mundo. A ambas dedicaremos parte de los análisis de este primer curso del Campus.
 
Homenajeamos a un liberal como Revel porque somos liberales. El liberalismo de Revel es el de Aron, el de Tocqueville, el de aquellos que ven en la democracia la renuncia a construir un régimen ideal y mítico. El liberalismo, afirmó Revel, y no puedo estar más de acuerdo, se ha construido sobre la experiencia histórica, sobre la comprobación, día a día, de lo que funciona, de lo que nos hace libres y de lo que no. De lo que proporciona bienestar económico y social y de lo que no.
 
El liberalismo que vivió, defendió y amó Revel no promete ningún hombre nuevo, ni ningún paraíso sobre la tierra. Esos experimentos ya sabemos a qué conducen. Y no vale limitarse a censurar los excesos totalitarios ya archivados por la Historia mientras se elude la más mínima crítica a los ataques a la libertad que vemos a diario.
 
Dedicaremos el segundo curso del Campus al mayor ataque a la libertad que sufren hoy, a diario, las democracias. Es la amenaza del terrorismo. En España sabemos muy bien cuánto daño es capaz de hacer el terrorismo, y también sabemos muy bien el increíble daño adicional que la ocultación, la mentira y el doble lenguaje de quienes no son capaces de plantar cara al terrorismo con la determinación de derrotarlo causa a la libertad de todos.
 
Como dejó escrito Revel, “Comprender demasiado tarde es como no comprender. O, en todo caso, no a tiempo para actuar útilmente”. Analizaremos la amenaza del terrorismo con la voluntad de que no sea demasiado tarde para plantarle cara y derrotarle. Intentaremos estudiar lo que hay que hacer para no formar parte de ésos que Revel encuadraba en “un cementerio de lucideces retrospectivas” porque no tuvieron el valor necesario de tomar decisiones a tiempo.
 
El tercer curso del Campus, como cada año, lo dedicaremos a la libertad económica. Nuestro homenajeado de hoy se movía con soltura entre la Historia, el arte, la cultura y el periodismo. No era ningún experto en Economía, pero como introducción a este tercer curso del Campus quería leerles un par de frases suyas extraídas de “La Gran Mascarada”, el libro en el que Revel disecciona con fino humor cómo la izquierda fue capaz de hacer reflotar su mito de utopía socialista justo después de que se desplomaran los regímenes del socialismo real en Europa y dejaran al descubierto toda la miseria que habían creado en nombre de su hombre nuevo.
 
Revel nos cuenta que “uno de los juegos de manos del arte de eludir la realidad consiste en achacar al liberalismo los estragos debidos a la economía administrada”. Increíble pero cierto. Mario Vargas Llosa acaba de escribir un prólogo para “El regreso del idiota” -que es la segunda parte del “Manual del perfecto idiota latinoamericano”- en el que relata esta falaz triangulación de responsabilidades. No lo hemos publicado en Gota a Gota, pero también se lo recomiendo vivamente. Como escribe Mario, “el verdadero progreso es inseparable de una alianza irrompible de dos libertades, la política y la económica. En otras palabras, de democracia y mercado”.
 
En el curso de economía del Campus analizaremos el estado de esa alianza irrompible definida por Mario. Algo tan simple como la foto aérea de las dos Coreas vistas desde el satélite debería servir para demostrar lo obvio. Si la cámara se acerca un poco más, y fotografía a los coreanos del norte y del sur, lo que surge es una pregunta aún más obvia: ¿Cómo es posible que el antiliberalismo no esté aún totalmente desacreditado?
 
Revel ofrece una respuesta: “Junto al miedo a la competencia, el miedo a la responsabilidad es el otro motivo que lleva a aferrarse a una sociedad estatalizada”. El motivo que aduce es muy simple: “Todo lo que es colectivo es por naturaleza irresponsable y como tal es considerado incluso en las sociedades que sólo están colectivizadas en parte”.
Y la responsabilidad, que debe acompañar siempre al ejercicio de la libertad, nos lleva al último curso del Campus de este año. En él analizaremos los movimientos migratorios en Europa y la demografía en los países desarrollados.
 
La clave, también aquí, pasa por tratar a cada inmigrante como una persona que, en el ejercicio de su libertad, decide iniciar una nueva vida, y ganarse la vida, en otro país, con otra cultura y otras costumbres. Con un enfoque liberal, cada inmigrante asume la responsabilidad de aceptar y cumplir las normas del país de acogida. Enfrente, con un enfoque antiliberal, los inmigrantes son tratados como un colectivo; y como un colectivo acaban  demasiadas veces condenados al gheto del subsidio y del desprecio al diferente.
 
En Europa tenemos experiencias suficientes de cómo la inmigración puede ser un motor de crecimiento o un problema por falta de integración. Y la diferencia está en el origen. Reside en la distancia que hay entre tratar a cada inmigrante como lo que es: una persona libre y responsable, que debe cumplir la ley y adaptarse a las normas desde el momento de su llegada, o tratarlo como parte del colectivo de los distintos, y después envolverlo todo con los disfraces del multiculturalismo, el relativismo o el buenismo.
Queridos amigos, ya termino.
 
A estudiar estos importantes asuntos vamos a dedicarnos las próximas dos semanas. Lo haremos con el objetivo de que los hechos se impongan y que la mentira deje de ser, como advertía Revel, la primera fuerza que dirija el mundo.
Quienes aquí estamos reunidos sabemos que la verdad tiene más fuerza que la mentira, y la biografía intelectual de nuestro homenajeado es la demostración más evidente de que la verdad y la libertad, cuando plantan batalla, acaban ganando a la mentira y al servilismo.
 
Aquí estamos para eso, para dar esa batalla de las ideas con el fin de ir venciendo poco a poco. Tenemos el ejemplo de Revel que, como decía el vídeo que vimos antes, lograba convertir a sus lectores en adeptos. Estoy seguro de que su ejemplo de vitalidad y de fortaleza moral e intelectual harán aún más fructífero el trabajo de los próximos 15 días. Pongámonos a ello.

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