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Steegmans sorprende a Boonen en la segunda etapa del Tour

El belga Gert Steegmans, del Quick Step, se ha impuesto al esprint en la segunda etapa del Tour de Francia, disputada sobre 168,5 kilómetros entre Dunkerque y Gante, por delante de su compañero y amigo Tom Boonen. La jornada se ha visto marcada por la caída masiva registrada a dos kilómetros de meta y que afectó al suizo Fabian Cancellara (CSC), quien mantiene el liderato a pesar de llegar herido.

El belga Gert Steegmans, del Quick Step, se ha impuesto al esprint en la segunda etapa del Tour de Francia, disputada sobre 168,5 kilómetros entre Dunkerque y Gante, por delante de su compañero y amigo Tom Boonen. La jornada se ha visto marcada por la caída masiva registrada a dos kilómetros de meta y que afectó al suizo Fabian Cancellara (CSC), quien mantiene el liderato a pesar de llegar herido.
L D (EFE) Steegmans, ex compañero del australiano Robbie McEwen en el Lotto, le ha ganado el pulso a Boonen, quien había soñado con alzar los brazos en casa, ante sus paisanos. Pero en el reducido esprint de 20 corredores que se salvaron de una impresionante montonera, el alumno sorprendió al maestro con un alarde de fuerza que abrió la fiesta del Quick Step en la ciudad que alberga la sede del equipo.

Se trata sin duda la victoria más importante de Steegmans, de 26 años, que en su segunda participación en el Tour ya conoce los laureles de la victoria, aunque fuese a costa de Boonen, quien le prestó las zapatillas hace unos años para una contrarreloj, cuando el anonimato hacía pasar penurias al conquistador de Gante, profesional desde 2003 y hasta el momento con sendas etapas en la Vuelta a Bélgica y Cuatro días de Dunkerque como parte más florida de su palmarés.

Steegmans confirmaba el delirio con un tiempo ganador de tres horas, 48 minutos y 22 segundos, a una media de 44,27 kilómetros por hora. Con el mismo registro se han presentado en la meta Boonen y el italiano Flippo Pozzato (Liquigas). McEwen ha sido sexto, lejos esta vez de la pomada, mientras que Erik Zabel entraba en séptima posición y Óscar Freire en la novena. Todos ellos se han salvado de la espectacular montonera que se formó a dos kilómetros de la llegada, en un momento de nervios en el que "todo el mundo se siente esprinter y quiere estar delante", como relataba Ernesto Valverde (Caisse d'Epargne).

El español ha salido ileso del accidente, pero hubo quien tuvo menos suerte, como el líder Cancellara, quien se vio envuelto en medio del amasijo de bicicletas que tapaban a los héroes del día. El suizo llegó maltrecho, pero sus lesiones no le impidieron subir al podio a recoger la prenda dorada. "Creo que voy a seguir en carrera", decía Cancellara, quien por lo tanto saldrá camino de Francia con 13 segundos de ventaja sobre el alemán Andreas Kloden (Astaná) y 21 respecto al británico David Millar (Saunier Duval), segundo y tercero, respectivamente.

Ha sido una etapa de transición, diseñada para la fiesta de los esprinters y que pudo acabar en tragedia. Por suerte no fue así. Son sustos producidos por el nerviosismo habitual en las primeras etapas. Todos quieren ir delante para evitar, precisamente, lo que sucedió, con la consecuencia inversa. El asfalto mojado, las rotondas y la alta velocidad final son ingredientes para el suspense.

Tres debutantes en el Tour, el español Rubén Pérez (Euskaltel), un ex corredor de pista, el francés Cedric Hervé (Agritubel) y el alemán Marcel Sieberg (Milram) se echaron la ilusión a la espalda y protagonizaron una escapada desde el kilómetro 18 hasta 3.000 metros de la línea de llegada. Su valentía no les condujo a la gloria, pero al menos lucieron sus respectivas camisetas casi cuatro horas por las inmensas llanuras francobelgas, dato que no deja de ser el objetivo de los más modestos, de los que vienen a esta carrera a aprender.

No era día ni lugar para las rebajas de sentimentalismo, por mucho que los anónimos cumplan su papel de animadores en unas etapas que sólo escriben su historia en los últimos 100 metros. El Quick Step se jugaba la victoria ante su afición, en un país donde el ciclismo es casi una religión, y la victoria era vital para dar gusto a todos esos incondicionales, sobre todo flamencos, que llenaron la recta de llegada de banderas amarillas La carrera se volvió loca una vez anulada la fuga. Los favoritos se pusieron delante y los lanzadores pusieron el tren a toda máquina. El Quick Step soltó dos cartas, una de ellas marcada y con Boonen como figura estelar. Era la rueda a seguir y a ella se ciñeron sus rivales.

Nadie contaba con Steegmans, un clon físico de Boonen (1.90 de altura y 82 kilos) que aprendió a montar en bici muy cerca de Gante. Pero el ex lanzador de McEwen apareció por la derecha de su compañero como un cohete y, brazos en alto, presentó su credencial como miembro de la jerarquía mundial de velocistas. Entre belgas ha quedado la gloria en Gante, la ciudad natal del presidente del COI, Jacques Rogge.

La tercera etapa entra definitivamente en Francia con un recorrido de 236,5 kilómetros entre Waregem y Compiegne, el más largo de la presente edición. Se trata de otra opción clara para los velocistas.
 
 

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