Menú

Alberto Contador gana el Tour de Francia 2007

Bahamontes (1959), Luis Ocaña (1973), Pedro Delgado (1988), Indurain (de 1991 a 1995) y, a falta de la confirmación oficial de Óscar Pereiro como ganador de la pasada edición, Alberto Contador (2007). Después de doce años de sequía, el himno español ha vuelto a sonar en París gracias al ciclista madrileño, el español más joven en conseguir esta gesta. Contador ha estado acompañado en el podio por el australiano Cadel Evans y el estadounidense Levyi Leipheimer. Por su parte, Daniele Bennati se ha impuesto en el esprint de los Campos Elíseos.

Bahamontes (1959), Luis Ocaña (1973), Pedro Delgado (1988), Indurain (de 1991 a 1995) y, a falta de la confirmación oficial de Óscar Pereiro como ganador de la pasada edición, Alberto Contador (2007). Después de doce años de sequía, el himno español ha vuelto a sonar en París gracias al ciclista madrileño, el español más joven en conseguir esta gesta. Contador ha estado acompañado en el podio por el australiano Cadel Evans y el estadounidense Levyi Leipheimer. Por su parte, Daniele Bennati se ha impuesto en el esprint de los Campos Elíseos.
(Libertad Digital) Alberto Contador, del equipo Discovery, se ha convertido en el quinto ciclista español en ganar el Tour de Francia. El primero fue Federico Martín Bahamontes (1959), le siguieron Luis Ocaña (1973); Pedro Delgado (1988) y Miguel Indurain (de 1991 a 1995). Alberto Contador, el español más joven en el apartado de ganadores con 24 años, estuvo acompañado en el podio final del Tour'07 por el australiano Cadel Evans (Predictor Lotto) y el estadounidense Levyi Leipheimer (Discovery).
 
El triunfo en la montaña fue para el colombiano Mauricio Soler (Barloworld); la regularidad para el belga Tom Boonen (Quick Step); por equipos el estadounidense Discovery y en el apartado de jóvenes el flamante ganador de la general, Alberto Contador.
 
Contador, la joya y futuro del ciclismo español, tocó el cielo del Tour a los 24 años, doce años después del fin del imperio Indurain. Subió a escuchar el himno nacional al primer escalón del podio de los Campos Elíseos escoltado por Cadel Evans, y del estadounidense Levy Leipheimer, segundo y tercero respectivamente. La diferencia de 23 segundos sobre el australiano es la tercera más corta de la historia. Lemond le quitó el Tour a Fignon por 8 segundos en 1983 y Koblet a Geminiani por 22 en 1951.


El madrileño de Pinto, "sucesor de Armstrong" según su director y el propio ex corredor del Discovery, se apuntó en el sector dorado del palmarés, el destinado a la alta jerarquía, a la misma edad que Eddy Merckx, Anquetil, Gimondi e Hinault, toda una premonición, y además, junto al amarillo, se llevó el jersey blanco de mejor joven, algo que solo consiguieron antes Fignon y Ullrich y el primer puesto por equipos, todo un festival de podios.

Contador, que iba para veterinario por su afición a los animales, en especial por lo pájaros, cogió al vuelo la primera oportunidad de su vida en la Grande Boucle, en una edición marcada por los escándalos de dopaje, las exclusiones y las sospechas, de las cuáles no se salvó el propio ganador, quien se hartó de aclarar que es un corredor "limpio". Solo un año después de su exclusión "por estar en el momento y lugar inoportuno". El Rabobank excluyó a su corredor Michael Rasmussen por haber incumplido el régimen interno y, en concreto, por haberse saltado dos controles antidopaje.

Abanderó la notable actuación española en el Tour. Nada menos que seis corredores entre los diez primeros, aunque un sólo triunfo de etapa, precisamente el de Contador en Plateau de Beille. Carlos Sastre (CSC) fue cuarto, Haimar Zubeldia (Euskaltel) quinto, Alejandro Valverde (Caisse D'Epargne) sexto, Mikel Astarloza (Euskaltel) noveno y Oscar Pereiro (Caisse D'Epargne) décimo.

El campeón, que firmó el noveno triunfo de un ciclista español y se embolsó 450.000 euros de premio, estuvo acompañado por su madre, dos hermanos, su novia Macarena y la alcaldesa de Pinto. Paseó la prensa dorada por el adoquinado de la principal avenida parisina, que llena de público rindió respeto y pleitesía al héroe del Tour, el segundo español que conquista la Ciudad de la luz en poco más de un mes, cuando el tenista Rafa Nadal impuso su raqueta de oro en Roland Garros.

La golosa etapa de París se la apuntó el italiano Daniele Bennati, del Lampre, con un tiempo de 3h.51.03, a una media de 37,9 kms/hora, por delante del noruego Thor Hushovd (Credit Agricole) y del alemán Erik Zabel, del Milram. Era la segunda victoria de Bennati en la presente edición, después de la alcanzada en Castelsarrasin en la decimoséptima jornada.

En las clasificaciones complementarias el maillot verde, único aliciente en juego de la etapa, fue a parar al belga Tom Boonen (Quick Step), que es la primera vez que lo consigue, el colombiano Mauricio Soler (Barloworld) se llevó el maillot de lunares de la montaña, por equipos la medalla de oro fue para el Discovery y el premio Sùpercombativo 2007 recayó en Amets Txurruka, del Euskaltel. Terminaron la presente la edición del Tour de Francia 141 de los 189 corredores que partieron de Londres e pasado día 7.
 
Un Tour marcado por el dopaje
 
La edición de 2007 del Tour de Francia será recordada por la victoria del español Alberto Contador, pero también por la convulsión a la que ha sumido la carrera el fenómeno del dopaje, que ha sacudido la prueba a golpes de escándalo. El triunfo del corredor madrileño de 24 años, representante de una nueva generación de ciclistas, puede ser un bálsamo para un deporte en crisis.

Los interrogantes que se ponen a su triunfo, por su presencia en el equipo en el que se gestó la "Operación Puerto", el mayor escándalo de dopaje de España, son un síntoma de que el dopaje ha gangrenado el ciclismo en su totalidad y ha fagocitado el Tour de 2007. Los casos a de Alexandre Vinokourov y Michael Rasmussen son los mejores ejemplos de ese clima, que rescató de la memoria imágenes de 1998, cuando el ciclismo descubrió, de la mano del "caso Festina", la sórdida cara del dopaje.


El Tour de 2007 bajo la pesada herencia del de 2006, cuando el ganador, el estadounidense Floyd Landis, fue declarado positivo cuatro días después de haber posado de amarillo en los Campos Elíseos de París.

Resueltos a que esa imagen no volviera a repetirse, los organizadores del Tour declararon una guerra sin cuartel al dopaje, una guerra cuya principal arma era una carta que todos los ciclistas debían firmar y que les comprometía a dar un año de salario si eran declarados positivos y a entregar su ADN para, eventualmente, determinar su implicación en casos de dopaje.

Con esta base, el mundo del ciclismo pretendió iniciar una nueva andadura. "Estamos en el año 1 del nuevo ciclismo", aseguró el director de la prueba, Christian Prudhomme, convencido de haber hecho todo lo posible para asistir a un ciclismo limpio. La fachada duró algo más de una semana, en la que el Tour transcurrió serenamente por carreteras planas, sin interés deportivo y sin sobresaltos extradeportivos. Hasta que, a mediados de la segunda semana, la caravana descubrió que el alemán Patrik Sinkewitz había sido controlado positivo un mes antes del inicio de la prueba.

El primer positivo afectó a un ciclista que se había retirado de la prueba y a un control hecho antes del inicio de la misma, lo que parecía librar al Tour del escándalo. Pero la decisión de las televisiones públicas alemanas ARD y ZDF de dejar de transmitir el Tour amplificó su efecto y restituyó el ruido de dopaje sobre el pelotón. Sin tiempo para recuperarse del golpe, la carrera volvió a tambalearse cuando se supo que su líder, el danés Michael Rasmussen, se había saltado dos controles antidopaje antes del inicio del Tour.

Los organizadores comenzaron a temer que la sombra del dopaje, esta vez en forma de sospecha razonable, volviera a manchar el podium de París y tuvieron pesadillas con un "dejá vu". Comenzó una campaña de acoso contra el danés, que se defendió de forma torpe e insegura, apoyado en su respeto a las reglas de la UCI, hasta que, poco a poco, se fue ahogando en sus mentiras.

En medio de esa tensión, cuando el pelotón reposaba en Pau, se conoció que el kazako Alexandre Vinokurov había sido controlado positivo por una transfusión de sangre homóloga durante la contrarreloj que ganó en Albi. "Vino" era el favorito de la prueba hasta que se cayó en la quinta etapa y comenzó una historia de coraje y sufrimiento. El kazako se ganó a la parroquia a base de sudor, lágrimas y sangre. Pero ésta no era sólo suya y fue expulsado junto con todo el Astana.

El "nuevo ciclismo" había fracasado y los responsables del Tour se vieron obligados a reconocer que nada había cambiado. Con su ciclista más carismático eliminado por dopaje y con el maillot amarillo desacreditado, el Tour navegaba a la deriva. La presión sobre Rabobank fue en aumento para que impidieran que Rasmussen llegara a París. "Si hubiéramos sabido que había faltado a dos controles por sorpresa no habría participado", dijo Prudhomme, que culpó a la UCI de no haber informado de esa situación. Rasmussen fue finalmente retirado por el equipo Rabobank en medio de la tremenda presión de los organizadores y justo después de que, con su triunfo en el Aubisque, cimentara su victoria definitiva.

Ese mismo día se aireaba que el italiano Cristian Moreni había dado positivo por testosterona, un caso que afectaba a un equipo francés, el Cofidis, como muestra de que el dopaje corroe, sin fronteras, a todo el pelotón. Por la mañana, Moreni y el resto de los componentes de los equipos franceses y alemanes se habían manifestado antes del inicio de la etapa en contra del dopaje. Triste paradoja para el Tour.

Temas

En Deportes

    0
    comentarios