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Las grabaciones de Zouhier se manipularon para incluir una conversación con su controlador

La conversación "casual" entre Rafá Zouhier, uno de los acusados en el 11-M, y su controlador en la Guardia Civil, el agente "Víctor", sirvió para apuntalar la versión oficial y causó la detención del imputado. Sin embargo, una vez que Zouhier estaba ya en comisaría su teléfono siguió recibiendo llamadas. En las actas policiales se recoge una conversación que supuestamente habría tenido Zouhier con "un hombre español" en mitad de su interrogatorio, y en la que él habría reconocido su implicación en los hechos. Pero lo más curioso es que en los listados telefónicos del móvil de Rafá Zouhier no existe ninguna llamada ni entrante ni saliente a la hora que marca el acta de la Policía.  

La conversación "casual" entre Rafá Zouhier, uno de los acusados en el 11-M, y su controlador en la Guardia Civil, el agente "Víctor", sirvió para apuntalar la versión oficial y causó la detención del imputado. Sin embargo, una vez que Zouhier estaba ya en comisaría su teléfono siguió recibiendo llamadas. En las actas policiales se recoge una conversación que supuestamente habría tenido Zouhier con "un hombre español" en mitad de su interrogatorio, y en la que él habría reconocido su implicación en los hechos. Pero lo más curioso es que en los listados telefónicos del móvil de Rafá Zouhier no existe ninguna llamada ni entrante ni saliente a la hora que marca el acta de la Policía.  
L D (Luis del Pino) Cuando se producen los atentados del 11-M y comienzan las primeras investigaciones, la atención de los servicios policiales se dirigió de manera inmediata, gracias a la providencial mochila de Vallecas, hacia un locutorio de Lavapiés, propiedad del marroquí Zougham, que sería detenido el 13-M junto con otras cuatro personas. Las primeras pesquisas policiales se dirigían, por tanto, directamente a la célula española de Al Qaeda liderada por Abu Dahdah, personaje con quien Zougham había mantenido en el pasado algún contacto, si bien Zougham nunca había sido acusado de ningún delito.
 
Sin embargo, esas investigaciones darían un giro radical después de celebradas las elecciones del 14-M. La célula de Abu Dahdah fue apartada poco a poco de la línea principal de investigación y las pesquisas policiales pasaron a centrarse en un grupo de delincuentes comunes liderado por ese enigmático personaje llamado Jamal Ahmidan, grupo de delincuentes cuyos principales miembros acabarían apareciendo muertos en Leganés.
 
Resulta enormemente significativa la manera en que se introduce a Jamal Ahmidan en escena, porque nos dice mucho acerca de cuál fue el proceso de creación de la versión oficial. Recordemos los hechos:
 
  • El día 11 de marzo se producen los atentados. "Casualmente", en esa fecha, uno de los imputados (Otman El Gnaoui) y el hermano de Jamal (Abdelilah Ahmidan) tenían el teléfono intervenido, desde hacía ya unos meses, como parte de una operación antidroga en un juzgado de Alcalá.
  • Al día siguiente de los atentados, la policía pide "casualmente" a ese juez de Alcalá que cancele la intervención de Otman y de Abdelilah y le dice que intervenga, en su lugar, el teléfono de Rafá Zouhier, ese famoso confidente de la Guardia Civil que tanto ha dado que hablar en el juicio.
  • Como resultado de esa "casual" intervención, el día 16 de marzo, dos días después de las elecciones, se graba una conversación entre Zouhier y su controlador en la Guardia Civil, "Víctor", gracias a la cual nos enteramos de muchas cosas: nos enteramos de que Zouhier es confidente de la GC, de que conoce a los asturianos que luego nos dicen que suministraron la dinamita, de que conoce a ese moro llamado El Chino que luego nos dicen que organizó el atentado, de que El Chino viajaba mucho a Bilbao para vender droga, de que El Chino estuvo en la cárcel en Marruecos hasta pocos meses antes del 11-M, de que el controlador de Zouhier en la GC trabajaba para el coronel Hernando, hombre de confianza de Rafael Vera...
  • Tres días después, Rafá Zouhier es detenido.
 
Observen ustedes qué maravillosa casualidad: gracias a una operación antidroga que nada tiene que ver con el 11-M, ya tenemos localizados, sólo cinco días después del atentado, a casi todos los principales actores del drama: los asturianos y el grupo de El Chino. Y también tenemos en escena al confidente (Zouhier) que avalará con sus declaraciones que el 11-M es un atentado islamista, que sólo fue posible gracias a la negligencia de nuestros servicios del Estado. Y además nos introducen, de una tacada, una serie de cebos para apuntar hacia todos los "sospechosos" posibles y tender todas las cortinas de humo necesarias: nos meten en lontananza la sombra de ETA (¿cómo va El Chino a traficar con droga en Bilbao sin la anuencia de ETA?), nos hacen mirar también hacia Marruecos (¿cómo pudo salir El Chino de la cárcel marroquí donde cumplía condena por asesinato?) y, como guinda, nos sacan a la palestra, con una celeridad inusitada, al "malo preferido" de todo el mundo: Rafael Vera, ex-Secretario de Estado de Seguridad con Felipe González y condenado por el caso Gal. Con lo cual, gracias a esas conversaciones "casuales" grabadas a Zouhier y a un miembro de la Guardia Civil ya tenemos de un golpe todos los muñecos sobre los que centrar nuestras sospechas y perder un tiempo precioso, que hubiéramos debido emplear en mirar hacia los trenes del 11-M. ¡Qué afortunadamente casual es todo!
 
¿Puede alguien sostener, seriamente, que la intervención del teléfono de Zouhier al día siguiente de los atentados fue casual? No lo creo. Y, si no fue casual, quiere decir que en las conversaciones grabadas como consecuencia de esa intervención tan sólo vamos a escuchar aquello que querían que escucháramos.
 
Es en esas conversaciones telefónicas grabadas a Rafá Zouhier donde radica la clave de la trampa de la versión oficial, pero donde radican también algunos de los errores que demuestran que la versión oficial se fue improvisando a medida que pasaban los días después del atentado. Esas conversaciones grabadas a Zouhier y a su controlador "Víctor", y las notas informativas que éste miembro de la GC redacta, están llenas de datos erróneos: por ejemplo, la atribución del apodo de El Chino a Jamal Ahmidan, cuando ese apodo correspondía a su hermano Abdelilah; o, por ejemplo, la descripción física de Jamal Ahmidan que Zouhier proporciona, haciendo referencia a una cicatriz en el labio que en las fotos de Jamal Ahmidan no aparece. En aquel momento, cuando se graban esas conversaciones, la versión oficial no estaba aún consolidada, y la figura de ese "máximo responsable" de los atentados llamado Jamal Ahmidan aún no había terminado de construirse. De ahí las imprecisiones en el relato, que luego se irían puliendo con el paso de los días.
 
Pero lo más indicativo de que todo lo que rodea esas conversaciones de Zouhier es un montaje, es lo que sucedió con su teléfono móvil después de su detención. A Rafá Zouhier se le detiene a las 14:40 del 19 de marzo. Quien lo detiene y lo lleva a dependencias de la Guardia Civil es su controlador "Víctor". Tres horas más tarde, a las 17:45, Rafá Zouhier es entregado por la Guardia Civil a la Policía.
 
Se supone que el teléfono de Zouhier quedaría confiscado al ser detenido su dueño, y lo normal es que se hubieran cancelado las escuchas telefónicas, ya que Zouhier estaba en la cárcel. Pero no se hizo así. Ese teléfono siguió recibiendo llamadas durante varios días. Evidentemente, nadie contestaba a esas llamadas, pero quedaron grabados varios mensajes dejados por amigos de Rafá Zouhier en el buzón de voz, mensajes que constan en las actas de escucha telefónica. Además, alguien, quizá un miembro de la Policía o de la GC, consultó en varias ocasiones los mensajes dejados en el buzón de voz.
 
Hasta ahí, no hay nada anormal. Pero sucede que, además de quedar grabados esos mensajes que dejaban los amigos de Rafá Zouhier  en el buzón de voz, esas actas de escucha telefónica recogen una conversación muy peculiar. La conversación tuvo lugar a las 19:57 del día 19 de marzo de 2004, es decir, cinco horas después de la detención de Rafá Zouhier y cuando, según lo que nos cuentan, ya estaba en manos de la Policía. Esto es lo que dice la transcripción oficial de esa conversación:
 
Se oye conversación de fondo entre un hombre español y Rafa, en la que sólo se puede oír con claridad en la conversación cómo Rafa dice: "Ahora tú di como que no tengo nada que ver". El hombre le dice: "Que soy ....y yo tal....y luego ya tu sigues tu rollo con ella, porque si no... ". Inaudible. El hombre dice: "Entonces el Toro cómo contactas con por....inaudible", se corta. (19h57')
 
Resulta extraordinario. ¿Cómo pudo grabarse esta conversación en la cinta donde se estaban registrando todas las llamadas telefónicas al teléfono de Zouhier? Se supone que a las 19:57 del 19 de marzo Zouhier estaría siendo sometido a interrogatorio por la Policía, así que ¿cómo es posible que pudiera usar su teléfono? ¿Y quién es el hombre con el que habla Zouhier en esa conversación y que parece que está haciendo referencia a Antonio Toro?
 
Viendo lo que la transcripción dice, uno se sentiría tentado de suponer que Zouhier estaba siendo interrogado por la Policía y que ésta le permitió llamar a su controlador "Víctor". Y que en esa conversación, Zouhier parece reconocer su implicación en los hechos ("Tu di como que no tengo nada que ver"), al tiempo que se sugiere una cierta complicidad, también, de su interlocutor.
 
Pero lo más curioso no es el contenido de esa conversación, sino el simple hecho de que esa conversación exista. Porque con los listados telefónicos del teléfono de Rafá Zouhier se demuestra que no hubo ninguna llamada, ni entrante ni saliente, a las 19:57 del día 19 de marzo. Todas las demás llamadas grabadas en el buzón de voz del teléfono de Zouhier después de su detención tienen su correspondiente reflejo en el listado de llamadas entrantes y salientes aportado por Movistar. Pero esa conversación de las 19:57 no aparece en el listado de llamadas. El teléfono de Zouhier no recibió ni realizó ninguna llamada a esa hora.
 
¿Quién insertó entonces esa conversación en la cinta? Porque supongo que no querrán que creamos que el aparato de grabar las conversaciones de Zouhier estaba en la misma habitación donde le estaban interrogando y que alguien apretó por error el botón de grabar.
 
¿Para qué insertaron esa conversación donde se sugiere la implicación de Zouhier (y tal vez de su controlador) en los hechos? ¿Era otra parte más del teatro, que luego no hizo falta utilizar?

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