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Musharraf y Bhutto, pacto contra Sharif

Las serias intenciones del ex primer ministro paquistaní Nawaz Sharif de terminar con siete años de exilio y hacer se con el poder, amenaza directamente el pacto alcanzado entre el entorno de la ex jefa del Gobierno –también exiliada–, Benazir Bhutto, y el actual presidente, Pervez Musharraf. El frustrado retorno de Sharif fue autorizado a finales de julio por el Tribunal Supremo al considerar ilegal la condena que le impuso el actual régimen por de fondos.

Las serias intenciones del ex primer ministro paquistaní Nawaz Sharif de terminar con siete años de exilio y hacer se con el poder, amenaza directamente el pacto alcanzado entre el entorno de la ex jefa del Gobierno –también exiliada–, Benazir Bhutto, y el actual presidente, Pervez Musharraf. El frustrado retorno de Sharif fue autorizado a finales de julio por el Tribunal Supremo al considerar ilegal la condena que le impuso el actual régimen por de fondos.
(Libertad Digital) Analistas internacionales afirman que Nawaz Sharif, ex primer ministro de Pakistán, apuró su regreso a Islamabad al comprobar que los entornos de sus dos rivales, Pervez Musharraf y Benazir Bhutto, negocian un acuerdo que permitiría al primero conservar la presidencia con el apoyo del influyente Partido Popular de Pakistán. A cambio, la ex jefa del Gobierno dejaría de ser perseguida por corrupción y lograría el puesto de primer ministro.
 
Najam Sethi, editorialista del Daily Times, asegura que "sabotear el plan de Musharraf y Bhutto es la última oportunidad para Sharif de volver al tablero político. Su estrategia es perfecta, pero con ella la crisis se agravará rápido". El regreso del ex primer ministro también altera los planes del presidente, quien pese a la creciente oposición popular ambiciona mantenerse en la presidencia de la Républica Islámica de Pakistán, una potencia nuclear de 160 millones de habitantes.
 
En el terreno, los especialistas opinan que las crecientes manifestaciones anti Musharraf pueden tener empezar a tener repercusiones internacionales negativas contra las autoridades de Islamabad que cuentan con el apoya de EEUU que ve con buenas perspectivas el pacto Musharraf-Bhutto como  pieza fundamental para contener el auge del islamismo radical en la zona que promueven grupos procedentes de Irán y de Afganistán.
 
Los analistas coinciden en que Musharraf no puede seguir como presidente si no es compartiendo el poder con Bhutto, pero eso implica, según ellos, "arreglar el problema de Sharif" con el riesgo de una acción ilegal e impopular. La elección presidencial, en el Parlamento, está prevista para septiembre u octubre, y las legislativas antes de finales de año o comienzos de 2008.
 
La incógnita Sharif
 
El ex primer ministro, conocido a escala mundial por convertir a Pakistán en la primera potencia nuclear islámica, asumió la jefatura de Gobierno dos veces durante la década de 1990, aunque no pudo completar ninguno de los dos mandatos, marcados por su desconfianza hacia amigos y rivales políticos. Fue precisamente quien aupó a Pervez Musharraf a jefe del Ejército sin prácticamente conocerlo y asumiendo que sería más domable que su antecesor en el cargo, sin sospechar entonces que le desalojaría del poder en un incruento golpe de Estado en 1999.
 
Nacido el 25 de diciembre de 1949 en Lahore, la capital cultural de Pakistán, Mian Muhammad Nawaz Sharif se convirtió en primer ministro tras ganar las elecciones de 1990 y de 1997. Tras el ascenso al poder del Partido Popular de Pakistán (PPP) de Benazir Bhutto, la otra líder paquistaní en el exilio, Sharif volvió a ganar las elecciones de 1997 con una amplia mayoría. El 28 de mayo de 1998, el ex primer ministro llevó a cabo unas pruebas nucleares en respuesta a unos ensayos de la India que se habían realizado dos semanas antes: había nacido la primera bomba atómica islámica.
 
Sharif también vivió al frente del país la guerra de Kargil de 1999, que enfrentó a los ejércitos indio y paquistaní en la Línea de Control (LoC) que separa ambos países. Ante la presión de la comunidad internacional, Sharif se desentendió de las operaciones de sus Fuerzas Armadas y culpó a Musharraf, entonces ya jefe del Ejército nombrado por él mismo, de las incursiones paquistaníes en territorio indio. Estas primeras discrepancias llevaron a Sharif más tarde a intentar prescindir de Musharraf al que cesó cuando el general se encontraba de viaje en Sri Lanka.
 
El Ejército, sin embargo, tomó finalmente el mando en las instalaciones aeroportuarias y consiguió que Musharraf aterrizara en la capital comercial del país, Karachi. Desde allí se organizó entonces un golpe de Estado que aupó a los militares en el poder.

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