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Miles de soldados birmanos vigilan las calles de Rangún para impedir concentraciones

La dictadura militar mantiene desplegados a miles de soldados en Rangún para impedir la concentración de personas y las posibles manifestaciones. La ciudad amaneció plagada de puestos de control y de vehículos repletos de soldados que vigilan calles, plazas y pagodas. El despliegue coinciden con la entrevista que sostendrán en la nueva capital birmana, Napydaw, el enviado especial de la ONU, Ibrahim Gambari, y el jefe de la Junta Militar, el general Tan Shwe.


La dictadura militar mantiene desplegados a miles de soldados en Rangún para impedir la concentración de personas y las posibles manifestaciones. La ciudad amaneció plagada de puestos de control y de vehículos repletos de soldados que vigilan calles, plazas y pagodas. El despliegue coinciden con la entrevista que sostendrán en la nueva capital birmana, Napydaw, el enviado especial de la ONU, Ibrahim Gambari, y el jefe de la Junta Militar, el general Tan Shwe.
LD (Agencias) Ibrahim Gambari, el enviado especial de la ONU para Birmania, ha prolongado su estancia en el país para poder entrevistarse con el general Tan Shwe, líder de la junta Militar y "hombre fuerte" del régimen. El encuentro tendrá lugar después de la reunión que sostuvo con Aung San Suu Kyi, la líder del movimiento democrático birmano que lleva cuatro años bajo arresto domiciliario.
 
Según fuentes oficiales, Gambari se encuentra en la nueva y hermética capital de Birmania, Napydaw, a donde viajó tras su cita con Suu Kyi. La agenda del enviado especial tenía programada abandonar el país la noche de este domingo pero, la posibilidad de que no fuera recibido por Shwe o por el jefe del Ejército, el general Maung Abe, sería interpretado como un "fracaso diplomático".
 
Portavoces de la Liga Nacional por la Democracia (LND), el partido que lidera Suu Kyi, señalaron que habrá que esperar a que Gambari salga del país para que pueda contar sus conversaciones y si ha conseguido la promesa por parte de la Junta Militar del cese de la represión. La última vez que el diplomático visitó Birmania fue en noviembre de 2006 y se reunió con la Junta Militar y con Suu Kyi sin conseguir su puesta en libertad ni avances en la democratización.
 
Vigilancia estrecha
 
En Rangún, miles de policías y soldados vigilan celosamente las calles y plazas para impedir manifestaciones. La rotonda en la que se encuentra la pagoda de Sule, en el casco antiguo de la antigua capital y uno de los lugares simbólicos de reunión de las movilizaciones, está cerrada con alambres de espino y numerosas tropas vigilan el entorno. Además, hay puestos de control en los principales cruces y los monasterios continúan cercados por soldados para impedir que los monjes salgan de su reclusión forzada y se coloquen de nuevo a la cabeza de las movilizaciones.
 
Agentes vigilan a los pasajeros en los autobuses y vehículos militares patrullan por las calles para actuar con rapidez en el caso de que se forme una manifestación. Según un birmano citado por radio Mizzima, se pueden ver pequeños grupos de personas por las calles que están a la espera de una oportunidad para manifestarse, algo que en los dos últimos días se ha vuelto cada vez más difícil.
 
Manifestación oficial
 
Por su parte, la emisora Mizzima asegura que convoyes del Ejército peinan las calles de los barrios más pobres de Mandalay, la segunda mayor ciudad del país, en busca de ciudadanos a los que ofrece dinero para que participen en un acto público a favor del régimen. En la tarea les acompañan miembros de grupos paramilitares. La cifra ofrecida alcanza los tres mil kyat (unos 2,20 dólares). La movilización a favor de la Junta Militar tendrá lugar este lunes o martes.
 
Varios testigos han asegurado a la emisora que los soldados amenazan a quienes se niegan a acudir al acto y les advierten que tendrán que pagar diez mil kyat (unos 7,33 dólares) si no quieren tener "problemas" con estas organizaciones, que cuentan con el respaldo total de las fuerzas de seguridad. Oficialmente, la concentración ha sido convocada en apoyo de la llamada Convención Nacional, órgano encargado de redactar la futura constitución del país sin contar con la oposición democrática.

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