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Zapatero echa mano de "testigos" y de sus hijas para ser creído sobre Ibarretxe y el Rey

Setenta minutos de monólogo ante las cámaras, apenas intercalado de preguntas previsibles para su lucimiento. Sin cortes publicitarios, sin vídeos de apoyo, sin más planos que el suyo y, de vez en cuando, el de su entrevistadora. Así se ha presentado este jueves José Luis Rodríguez Zapatero en El Programa de Ana Rosa, de Telecinco, un magazine no político para una audiencia de la que el PSOE parece urgentemente necesitado. Amable, humilde, sonriente, amigo de todos, el presidente ha tocado todos los palos de su propaganda. Consciente de sus problemas de credibilidad, ha llegado a invocar a "testigos" y a poner a sus hijas como garantía moral de su palabra. "Tengo testigos" o "eso es tan cierto como que tengo dos hijas", ha dicho.

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Setenta minutos de monólogo ante las cámaras, apenas intercalado de preguntas previsibles para su lucimiento. Sin cortes publicitarios, sin vídeos de apoyo, sin más planos que el suyo y, de vez en cuando, el de su entrevistadora. Así se ha presentado este jueves José Luis Rodríguez Zapatero en El Programa de Ana Rosa, de Telecinco, un magazine no político para una audiencia de la que el PSOE parece urgentemente necesitado. Amable, humilde, sonriente, amigo de todos, el presidente ha tocado todos los palos de su propaganda. Consciente de sus problemas de credibilidad, ha llegado a invocar a "testigos" y a poner a sus hijas como garantía moral de su palabra. "Tengo testigos" o "eso es tan cierto como que tengo dos hijas", ha dicho.
LD (Víctor Gago)  El presidente del Gobierno niega haberse reunido con Juan José Ibarretxe este verano y también que conociese de antemano sus planes de convocar un referéndum de autodeterminación.
 
La conductora del programa citó una información publicada este martes por Deia, luego confirmada por el propio lehendakari, según la cual Ibarretxe había anunciado a Zapatero que convocaría un referéndum el 25 de octubre de 2008, durante una "reunión privada" celebrada "a mediados de este verano".
 
"Yo no me he reunido con el señor Ibarretxe en agosto, ni sabía que iba a hacer ese anuncio", ha asegurado Zapatero, aportando un dato que no había salido a relucir.
 
Ni Deia, en su información del pasado martes, ni Ibarretxe al confirmarla, dijeron que la "reunión privada" hubiese tenido lugar en agosto.
 
El diario del PNV la situó "a mediados de verano", es más, la encuadró en medio de las negociaciones entre PSN, Nafarroa Bai e IU para alcalzar la presidencia de la comunidad de Navarra. Esas negociaciones discurrieron durante los meses de junio y julio, y terminaron el 3 de agosto, cuando Ferraz vetó el acuerdo PSN-Naffarroa Bai.
 
Es poco probable que esa reunión secreta, de haberse celebrado, tuviese lugar en agosto, un mes que Zapatero dedicó casi en exclusiva a sus vacaciones en Doñana y Asturias.
 
Zapatero ha querido que le crean sobre esta cuestión y ha asegurado:
 
"Tengo varios testigos, en fin, cuyos nombres no voy a decir ahora, de que un día antes del Debate de Política General celebrado en el Parlamento Vasco intenté saber qué es lo que iba a anunciar el lehendakari y no lo conseguí".
 
No es la única vez durante la larga entrevista televisiva en que el presidente ha echado mano de terceros para ganar en credibilidad sobre lo que decía.
 
Incluso cuando contó algo tan banal como que la reunión del Consejo de Defensa Nacional  que presidirá el Rey –y a la que asistirá también el Príncipe de Asturias– la próxima semana fue convocada hace casi tres meses y no tiene nada que ver con las agresiones a símbolos de la Monarquía, el presidente Rodríguez Zapatero ha puesto como garantes morales de su palabra a sus dos hijas.
 
"Es tan cierto como que tengo dos hijas", ha dicho, sin mudar la sonrisa que le caracteriza, y que ha mantenido durante todo el programa.
 
Ha puesto mucho cuidado en mostrarse amigo de todos, especialmente de su adversario.
 
Según Zapatero, su relación personal con Mariano Rajoy es "buena cuando no hay cámaras delante" y hay "mucho más acuerdo" entre ambos de lo que se refleja en los medios de comunicación.
 
Su nueva narrativa para evitar aparecer como el responsable de la peor división entre españoles desde la II República es: no hay fractura en la sociedad porque tampoco la hay entre sus líderes políticos, que se llevan bien y están de acuerdo en un montón de cosas.
 
"Cuando no hay cámaras", ha dicho de Rajoy, "tenemos una relación bastante afable, y coincidimos en bastantes más cosas de las que aparecen. Siempre he procurado no descalificarlo, aunque a veces haya recibido descalificaciones. Me parece que nos tenemos ese respeto".
 
Se ha empleado a conciencia por aparecer durante los ochenta minutos de entrevista como un hombre bueno, en el buen sentido de la palabra bueno.
Una de las observaciones de su entrevistadora se lo ha puesto fácil. Al recordarle que en sus comienzos como líder del PSOE un veterano cronista, Raúl del Pozo, lo apodó Bambi, Ana Rosa Quintana ha concedido con maternal frescura: "Era un buen chico".
 
El presidente no necesitó mucho más para retratarse:
 
"Me reconozco buena gente. La mayoría de las personas tienden a serlo. Hay momentos  en que tienes que enfrentarte a problemas y tienes que enseñar un poco más el colmillo. Mi lema en la vida es: ni me callo ni me enfado".
 
Sólo cinco minutos antes había dicho todo lo contrario, pero ya no se acordaba.
 
Ana Rosa Quintana había destacado la fama del presidente de "no echar broncas" a sus colaboradores.
 
"No echo broncas", confirmó Zapatero. "Si algún día estoy más enfadado, normalmente me callo, pero no consta en mi hoja de servicios que haya echado una bronca a ningún colaborador".
 
Este perfil, el de alguien que se enfada y calla –una aleación que , en esencia, coincide con la receta del rencor–  cuadra mejor con los testimonios que van acumulándose de aquellos a los que ha apartado o dejado tirados para poder seguir en el poder. El último en dar fe de los temibles silencios del presidente ha sido Pascual Maragall, su antiguo mentor.
 
El presidente tenía prevista la pregunta sobre ETA y demostró haber encontrado una nueva fórmula para no comprometerse en descartar una segunda parte para la negociación con la banda terrorista.
 
"No hay ninguna expectativa", ha dicho esta vez, seguido de la carrerilla habitual de argumentos anti-terroristas: "ETA ya sólo tiene una expectativa: dejar las armas. Sabe que nunca va a conseguir nada en el terreno político. No hay ninguna democracia que ceda al chantaje terrorista. ETA sólo tiene por delante una lenta agonía que debería intentar que se terminara cuanto antes. Veremos el fin de ETA y de la violencia terrorista. Se lo merecen los demócratas españoles".
 
No ha dicho una palabra de lo que merecen las víctimas de ETA ni ha tenido un solo recuerdo para ellas. Tampoco en esto ha habido novedad en su discurso.
 

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