LD (Agencias) The Sunday Times informa en su última edición que en las afueras de Rangún existe un horno-crematorio que está funcionando a marcha forzadas. De acuerdo con las versiones, el sitio es estrechamente vigilado por guardias que por la noche dejan pasar camiones de color verde olivo con la caja de carga cubierta por lonas. Los testigos dicen que de las chimeneas de los hornos constantemente sale humo.
El rotativo asegura que la dictadura militar está intentando borrar las huellas de la represión lanzada contra los miles de monjes y opositores que salieron a las calles a protestar contra el régimen y a exigir una apertura democrática. Su objetivo es que no se llegue a conocer la cifra concreta de los fallecidos. Fuentes diplomáticas calculan que han muerto entre cien y doscientas personas. Unos mil monjes y tres mil civiles permanecen detenidos. La dictadura ha informado que la cifra total de arrestados es de 2.093.
También hay fuentes extranjeras que apuntan que las autoridades han ordenado a los médicos de hospitales y clínicas que no atiendan a las personas heridas, así que se cree que los birmanos detenidos no han recibido atención médica y muchos, los más graves, podrían haber acabado en el crematorio.
Los residentes cercanos han indicado al The Sunday Times que los militares mantienen cortadas las carreteras que conducen al crematorio y amenazado a las personas que se atreviesen a asomarse desde las ventanas de sus casas para mirar hacia las carreteras a partir del toque de queda de las diez de la noche que se ha impuesto. En este sentido, un funcionario extranjero que ha recopilado información de diversas fuentes sobre el número de fallecidos y heridos indicó que "no se ha hecho ningún intento de identificar a los muertos, de devolver sus cuerpos a sus familias o de incluso ofrecerles los ritos budistas mínimos".